«La ganadería está al borde de la desaparición porque se están equivocando con las leyes»

Todos los dedos apuntan al descontrol poblacional del lobo como causa principal del «desastre». Los ataques cada vez son más repetitivos y, cabe recordar que es posible que esta situación se agrave aún más, ya que según indica Valle, la aplicación de la protección del lobo «está cada vez más cerca» y eso no ayuda. El concejal de Ganadería de Amieva, Alberto Suárez, alerta de que «la ganadería está al borde de la desaparición porque se están equivocando con las leyes».

Los gritos de auxilio vienen de años atrás. La presidenta de la DOP Gamonéu explica que «aunque se haya visto una bajada importante de reciella durante esta última temporada, este problema viene de largo», y subraya que «la gente es especialista en hacer oídos sordos y mirar para otro lado si algo no les afecta a ellos».

El cansancio y el desánimo ha llamado a la puerta de todos los ganaderos. «Es imposible convivir con un animal salvaje que se queda día y noche esperándonos en la puerta de nuestra casa», explica Valle, que afirma que «no tenemos ni un día tranquilo porque la cifra de lobos cada vez es mayor». Los veteranos, cuenta, «cogen fuerzas de donde no las hay porque no tienen otra alternativa que seguir aguantando». En cambio, la juventud tiene dudas; «se dan cuenta de que no tiene sentido vivir así y abandonan el barco en busca de oportunidades con calidad de vida».

El relevo generacional es otro de los motivos que se han puesto sobre la mesa a la hora de señalar a los «culpables» de la merca de la cabaña ganadera. El edil Alberto Suárez asegura que «ya no hay marcha atrás». Y es que, «aunque los políticos quieran engañarnos diciendo que sí, a estas alturas ya no se pueden aportar soluciones».

Con unos ojos más optimista observa José Antonio García, regidor de pastos de la Montaña de Covadonga, este problema, que, aunque reconoce que sigue presente, «todavía podemos hacer algo para seguir enseñando a los jóvenes nuestro trabajo, nuestro arte y nuestro estilo de vida». Sin embargo, no todo el mundo está dispuesto. La ganadería requiere sacrificio y constancia. «Nosotros no contamos con ningún día libre, no podemos escaparnos ni mucho menos hacer planes», explica Valle, que junto a Suárez, apostilla que «se está creando una imagen falsa del ganadero, como si solo fuéramos al bar y paseáramos vacas», pero la realidad es otra muy distinta, «trabajamos doce horas al día durante todos los días, pero no nos hace falta publicarlo en Twitter».

Además, «eso no es todo», recuerda Suárez, que añade que «prácticamente no obtenemos beneficios económicos, lo nuestro es más amor que trabajo».

Con todo esto, pocas esperanzas les quedan a los ganaderos, que reconocen que «estamos intentando lidiar con una de las peores épocas del sector, pero estamos perdiendo todas las batallas y sin duda alguna, más pronto que tarde, vamos a perder la guerra». Por ello, miran con miedo al futuro, porque no solo «están convirtiendo nuestro hogar en una selva», sino que García teme porque «se nos va nuestra herencia familiar y nuestras tradiciones». Pero además, la elaboración de productos pende de un hilo. Valle apunta que «se va a terminar el queso Gamonéu porque no se aportan soluciones, y cada día que pasa hay menos ganado, menos ganaderos y menos ganas».

«Somos ganaderos y aunque para muchos no importamos porque vivimos en el monte, también estamos en el mapa», dice el regidor de pastos de la Montaña de Covadonga, quien insiste en que «nos tienen que imponer las leyes personas que conozcan nuestra forma de vivir y de trabajar y, sobre todo, que las respeten».