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SUSANA D. TEJEDOR
Domingo, 27 de septiembre 2020, 01:19
Finalmente fue la empresa asturiana Alimerka quien se hizo con los dos bueyes de la subasta organizada por la Asociación Española de Criadores de Ganado Vacuno Selecto de la Raza Asturiana de la Montaña, Aseamo, celebrada ayer en el marco de Agropec.
Una puja que partió con un precio de salida de 6.000 euros cada uno de los ejemplares y que llegó hasta los 7.200 euros finales. Alimerka compitió con otros seis pujantes, entre los que se encuentran mataderos y empresas de hostelería.
Fue el responsable de compras de carnicería de Alimerka, Sergio Marqués, quien hizo la puja que finalmente resultó vencedora. La firma de alimentación tiene en la ternera asturiana uno de los fuertes. De hecho, ha anunciado que en un futuro garantizan que la comercialización de la carne en la cadena de supermercados será en exclusiva de la IGP Ternera Asturiana.
Los ejemplares, de 945 y 875 kilos, respectivamente, permanecerán hoy aún en el recinto ferial.
Juan Martínez, de Aseamo, custodia los animales ahora subastados. Es asiduo a este certamen, junto a Francisco Cueto, ambos marcadores. Su oficio abarca desde la visita a los ganaderos hasta la certificación de las reses «Los animales han de reunir una serie de condiciones morfológicas para poder ser inscritos en el libro genealógico».
El análisis de cada animal es minucioso. La capa (piel) ha de tener un color tronco castaño, la cola ha de ser negra, del mismo tono que la mucosa y el bebedero (morro) blanco. De color negro, igualmente, las pestañas y nada de manchas blancas en su cuerpo. Detalles como la curvatura de la cola o el tamaño de la grupa son esenciales, igualmente para su certificación. «Incluso sacamos muestras de ADN para las pruebas de paternidad».
Martínez lleva toda su vida dedicado a estos menesteres. Nació en Cangas de Onís, hijo único de padres ganaderos. «Es lo que conocí y lo que me gusta», asegura.
Tiene 44 años y la ciudad le agobia. Vive en una aldea de Cangas de Onís y echa «de menos la tranquilidad del campo, lo mejor de mi oficio, hasta tal punto que en lugar de quedarme a dormir en Gijón voy y vengo todos los días». La raza casina ocupa la mayor parte de su tiempo, «me vino así la vida». La 34ª edición le ha salido bien a Aseamo, «a pesar de que es extraña y distinta». No se queja, aunque reconoce que «estoy encantado de estar aquí, pero deseando ir al pueblo».
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