Asturias, abocada a generar más pastos y maíz y a granjas de gran tamaño, si la guerra lo permite

O. VILLA

GIJÓN.

Lunes, 26 de septiembre 2022, 01:10

La lógica del mercado, dominado por la gran distribución, ya obligaba al profesional agroganadero a vigilar sus costes y a vender a precios muy bajos antes del 24 de febrero de 2022, cuando Rusia inició la invasión de Ucrania, lo que supuso un duro impacto ... sobre unos costes que ya se venían incrementando en el año anterior como efecto de la dada en llamar 'crisis de los materiales' propiciada por la pandemia global y el colapso del tráfico mundial de contenedores.

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De súbito, muchos profesionales del campo se encontraron produciendo a pérdidas, y no pocos de los ganaderos de leche tuvieron que adoptar la dura decisión de vender vacas a las que les quedaban uno o varios partos para obtener liquidez a corto plazo e ir soslayando la amenaza del cierre obligado por los números.

Esa venta para carne tiene un doble impacto negativo. Uno, menor, para los productores de vacuno de carne, por la competencia circunstancial que supone la carne, barata, de vaca mayor. Otro, grave, para el sector lechero, porque por una parte se reduce la capacidad de producción y, por otra, también baja la capacidad de las propias ganaderías de reponer ejemplares.

En todo caso, se trata de reducir gastos, en particular de aquellos que son sustituibles por otra estrategia productiva. Por ejemplo, ahora todos los ganaderos que tienen la opción van pensando en generar más pastos y maíz forrajero (mucho más barato que los piensos) y en la necesidad de apostar por explotaciones en las que las economías de escala permitan una cierta rentabilidad, si es que la guerra no acaba desbocando todos los precios y generando una situación ya completamente ingobernable.

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