El único reajuste que ha hecho Adrián Barbón a su gobierno fue crear una consejería mayúscula. Ganadería, sanidad animal, desarrollo rural, montes y pesca, infraestructuras viarias y portuarias, transportes y el urbanismo. Todo ello depende de Alejandro Calvo (Cangas del Narcea, 1974). Ingeniero agrónomo y ... melómano, llegó al cargo manejado en el ordeño y cultivo.
-Dijo que su meta era recuperar la confianza de las gentes de los pueblos. ¿Qué es lo más importante que ha hecho para ello?
-La modificación del plan de desarrollo rural nos asegura cumplir con el Pacto Verde Europea del segundo pilar de la PAC. Que esto se haya logrado apoyando a las explotaciones familiares y no suponga esfuerzo adicional de adaptación es lo más importante.
-¿Y cree que ha calado así?
-El medio rural creo que se siente poco reconocido y hay fenómenos polarizadores que me preocupan. Tenemos que hacer ver que estas medidas son beneficiosas y evitar que queden ocultas por otros debates.
-Que el medio rural se vea reconocido por esta consejería, ¿le obliga a desmontar legislación demasiado urbanita?
-Esta consejería reúne tres visiones distintas del territorio. Una, tradicionalmente restrictiva, es la de los espacios protegidos. Otra, productiva pero parcial, tiene al sector forestal. Finalmente tenemos el urbanismo que tiene el gran reto de sacar adelante una Ley de Ordenación Integral del Territorio para por primera vez aglutinar todo ese trabajo.
-¿De qué manera?
-Resolverá capas de legislación que nos complican la gestión real, la relación que tenemos con los ayuntamientos en lo urbanístico. Iniciamos un camino de simplificación administrativa.
-Concrete. Diga un problema que resolverá la ley.
-Hay uno que resolveremos incluso antes de la ley. Un reglamento permitirá que las explotaciones familiares agrarias que necesiten crecer o salir del núcleo rural y situarse en suelo no urbanizable tengan condiciones más flexibles. Hasta ahora tenían que desarrollarse en polígonos industriales y ahora facilitaremos que se vayan a los pueblos.
-¿Qué más traerá esa ley?
-Debe avanzar en reservar en reservar suelo agrario en el entorno de las ciudades y compatibilizar la explotación forestal en la rasa costera con la ganadera.
-¿Cómo reforzar el poder negociador de los productores frente a los grandes distribuidores?
-El ministerio trabaja en una ley de cadena alimentaria ambiciosa que preserve precios en origen. Pero para pasar del texto a la realidad aún queda trabajo por hacer.
-¿Qué hace el Principado?
-En Asturias tenemos una fortaleza que son esas empresas cooperativas que entre sus principios tienen mantener un precio en origen rentable. Esa realidad ganadera tanto en leche como en carne está sucediendo bien. Pero a medida que crecemos en otros ámbitos, como la agricultura, vamos a vernos presionados.
-¿Qué se puede hacer ahí?
-Preparamos la ley de calidad alimentaria. Uno de sus objetivos es potenciar los canales cortos de comercialización, con menos intermediarios. Hemos presentado un acuerdo con la Unión de Comerciantes para asociar a 400 comercios antes de final de año a nuestra marca de Alimentos del Paraíso.
-Galicia sigue ganándonos en promoción exterior. ¿Hay que repensar la estrategia?
-No envidio a ningún territorio. El sector primario asturiano es mucho más que ese 2% que representamos a nivel nacional. Tenemos que apostar más por el marketing, pero hay mucho margen para crecer en consumo interno. Hemos presentado al sector el borrador de la Estrategia de Desarrollo Agroalimentario. Nuestro objetivo a 2030 es crecer cinco puntos de PIB, lo que supondría crear de 8.000 a 10.000 empleos en el sector primario. Hablamos de una magnitud importante.
-¿Cómo conseguirlo?
-No debemos desdeñar el crecimiento interno, hay que hacer un trabajo de internacionalización muy sólido, salir de Asturias. Nuestro potencial de crecimiento en Madrid es enorme.
-¿Qué cambios debe asumir el productor asturiano para seguir esa estrategia?
-Tenemos un sistema de producción muy atomizado, que condiciona la cadena de valor. Hemos actuado en sectores con ese tipo de carencias, como la manzana de sidra que se ha integrado en un trabajo cooperativo. Pero en quien confío sobre todo es en esas empresas o emprendedores capaces de liderar y aglutinar a su sector. Esos proyectos existen y algunos no los teníamos en el radar. Están produciendo una revolución silenciosa a la que debemos adaptarnos. Nuestras líneas de ayudas han sido excesivamente paternalistas y tradicionales.
-Además de líderes, ¿qué otros cambios requiere el sector?
-Con la pandemia vimos el cierre del canal Horeca y tuvimos productores que entraron en el canal de alimentación. Pocos estaban preparados pero los que lo han conseguido han dado un salto importante. Tenemos que hacer crecer la base en el canal de alimentación.
-¿Cuánto tardan en pagar las ayudas?
-La gestión es de lo que se discute en política a falta de argumentos políticos. Uno de nuestros trabajos pendientes es que la administración vaya más deprisa pero esta consejería gestiona cerca de 150 millones vinculados a la PAC y eso tiene sus garantías. Este año hemos transformado la convocatoria, hay 15 millones más y nuestro objetivo es llegar a 31 de diciembre con el 85% pagado, como en 2020.
-Parece imperturbable. ¿Ni el lobo le hizo perder la paciencia?
-Ese es un tema que me preocupa mucho. Tiene una realidad, que es el problema en sí mismo, pero sobre todo nos genera una quiebra de confianza con el sector ganadero y el medio rural. No podemos hacer políticas para el medio rural en el que la gente que vive en el medio rural no se vea concernida. Más que enfadarme, me toca defender nuestros derechos y dialogar hasta la extenuación.
-¿Cómo se siente estando de la mano del PP contra un gobierno socialista?
-No estoy de la mano del PP, es decir, aquí estamos las regiones que tenemos una población de lobo estable y que estamos alineados en la defensa de nuestros territorios.
-¿Qué va a ir primero? ¿La nueva estrategia nacional, el nuevo plan de gestión de Asturias o la inclusión del lobo el listado de protección especial (Lespre)?
-Puedo hablar de lo que vamos a hacer nosotros, que es un nuevo programa de control 2021-2022. Estamos sujetos a la incertidumbre de que se publique la Orden Ministerial que lo incluya en el Lespre. Si eso ocurre lo recurriremos, me parece inevitable. Exigiremos una moratoria y garantías jurídicas para seguir con el plan de gestión. Sabemos que tenemos mucho por mejorar y una cogobernanza a nivel nacional debería ser una oportunidad.
-¿Por qué lo llama «controlar» en vez de matar lobos?
-Hay un rechazo social a ese tipo de expresiones. Cuando hay un conflicto debemos evitar avivarlo.
-Es caer en lenguaje burocrático, no ser claro.
-Siempre hablamos de controles en un plan de gestión que se identifica como elemento de restricción pero ha sido garantía de crecimiento de la especie evitando los conflictos que había cuando la gente buscaba la justicia por su cuenta.
-El ministerio les ha mandado un borrador de la nueva estrategia nacional. ¿Ampara seguir con esos «controles»?
-No. Lo que establece son criterios de seguimiento, censos. Hay un aspecto específico sobre protocolos de controles que necesitaría alguna modificación al menos reglamentaria.
-¿Es el cazador una especie en peligro de extinción?
-Tenemos un problema de imagen con la caza. No está teniendo relevo generacional y es una práctica cultural asentada en el medio rural y muy útil para el conjunto de la sociedad en cuanto a control de fauna. Necesitamos un nuevo diálogo entre quienes la practican y los que entienden que es negativa.
-¿Se equivocan?
-Con carácter general, sí. Ha sido muy útil para evitar sobrepoblación.
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