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Alba Ortiz, en la plantación de moras que tiene en Colloto, con su pequeño en el regazo. ec

Los jóvenes campesinos asturianos recibieron el 35% de las subvenciones pero Hacienda les reclama el tributo íntegro

Decenas de profesionales a los que el Principado les autorizó en 2016, 2017 y 2019 la subvención para incorporarse al campo presentan recursos

Miércoles, 9 de febrero 2022

Alba Ortiz, ovetense de 36 años, trabajó en el Aeropuerto de Asturias doce años hasta que decidió dedicarse a la plantación de manzana de sidra y de mora en dos fincas ubicadas en Colloto (Siero) y Tineo. Solicitó la ayuda del Principado para la incorporación ... de jóvenes agricultores y ganaderos, pues la inversión en invernaderos, sondeos y riego, entre otros, era grande. Le fue autorizada en diciembre de 2019. El importe era de 50.000 euros.

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En 2020, recibió parte de ese montante: 17.000 euros, el 35% del total. El resto no lo ha cobrado aún. Cuál fue su sorpresa cuando las pasadas navidades le llegó una carta de la Agencia Tributaria en la que se le reclama que declare la totalidad de la subvención, por los 50.000 euros, cuando sigue a la espera de que se le complete dicha cuantía. Argumenta Hacienda en dicho envío que tenía que haber declarado la totalidad de la ayuda en el ejercicio fiscal de 2019. Esto es, Hacienda toma como referencia la fecha de autorización y no la de pago. Le reclama un adelanto de 6.500 euros, con recargos desde 2019, y la obligación de rehacer todas las declaraciones, teniendo que devolver incluso lo que Hacienda le ingresó en 2019.

En la misma situación se encuentran decenas de jóvenes profesionales asturianos que recibieron la ayuda en 2016, 2017 (cuando la subvención ascendía a 25.000 euros) y 2019 (a 50.000). «Hice la declaración referente a 2020 por el libro, declarando lo que había recibido (los 17.000 euros) y mis ganancias. Pero ellos dicen que no, que no tengo razón y que tenía que haber de declarado la totalidad», explica Alba, quien va a recurrir un aplazamiento y lamenta que en el momento de solicitar la subvención no se les advirtiera al respecto. «Hay que recordar que estamos empezando, que la inversión es brutal y no hay para pagarle» a Hacienda.

Su caso y una treintena más está en manos de la abogada de la organización agraria COAG, Clara Esther Rodríguez, quien apunta que, dependiendo de la situación fiscal de los afectados, «hay a quienes se les reclama hasta 12.000 y 13.000 euros». El primer caso que recibió se remonta a 2016. «Retrotraer expedientes de ese año, que están a punto de prescribir, no tiene mucho sentido. Consideramos que es una medida recaudatoria».

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De los expedientes abiertos hay uno en vía contencioso-administrativa, uno de sus clientes va a llegar hasta el TSJA. «Cada semana aparecen casos nuevos», apunta, indicando que también se están recibiendo en otras organizaciones y asesorías.

«Mediación de la Consejería»

¿Puede desincentivar esta situación las solicitudes de nuevas incorporaciones? La abogada cree que es difícil valorar. «Hay dos motivos: desde hace tres años no salen las ayudas de incorporación. Y luego, en febrero de 2020, hubo una modificación en la norma fiscal y quien cobre la subvención a partir de 2020 puede diferir el pago en cuatro anualidades». En una reunión con Barbón, las asociaciones agrarias le pidieron que, con vistas al futuro, no tribute la ayuda -«en el País Vasco no tributa»- y si no, que haya una reducción fiscal para fijar población en la zona rural».

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En situación muy similar a Alba está Jaime Vallina, quien también recibió luz verde a su subvención en diciembre de 2019 para llevar una ganadería de leche y carne, con 70 animales, en Nava. Desde entonces ha recibido 17.500 de los 50.000 euros. Recientemente le ha llegado una carta pidiendo 6.003 euros y luego otra con 6.300 por los intereses de demora, «como si lo tuviéramos debajo del colchón. Pedimos que nos den un año para pagarlo cuando cobremos todo o que la consejería se ponga las pilas e intermedie. Con el bajo precio de la leche, el gasoil subiendo, el pienso encareciéndose... Dan ganas de abandonar». En su caso, la ganadería estaba a nombre de su madre. «¿Pero qué hace quien empiece de cero, sin nada? ¿Cómo va a vivir una familia de esto?».

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