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Mónica García cierra una de las puertas de Santa María del Naranco. Alex Piña
Guardianes del Prerrománico

Guardianes del Prerrománico

Estas iglesias asturianas, Patrimonio de la Humanidad, se mantienen en pie gracias a la labor de voluntarios, guías y párrocos que suplen el escaso presupuesto público que reciben

Cecilia Pérez y rosalía agudín

Oviedo

Martes, 12 de febrero 2019, 13:52

«El día que tú faltes, se acaba la iglesia». Tilde Fernández escucha esta frase día sí y día también. Es una de las parroquianas que cuida, limpia y protege la iglesia prerrománica de Santa María de Bendones, en el municipio de Oviedo. Esas palabras podrían servir para presumir de ellas, si no fuera porque revelan las paupérrimas condiciones de mantenimiento y conservación del Prerrománico en la región. La mayor parte de las personas que se encargan de velar por este patrimonio único son voluntarios, no cobran nada y asumen, en muchas ocasiones, las funciones de limpieza, mantenimiento y hasta ejercen de guías. «Es muy importante contar con personas como Tilde porque, sin ellas, la iglesia perdería su actividad», valora José Avelino Barboza, párroco de Santa María de Bendones.

El panorama no es muy halagüeño y, aunque las cifras siempre son frías, hay veces que los números hablan por sí solos. Los Presupuestos Generales del Estado de este año destinan al Prerrománico Asturiano 442.640 euros. En 2018, la partida fue de medio millón de euros. De esa cuantía, solo 200.000 euros irán destinados a su conservación y restauración, cuando el año pasado se destinó más del doble. Y dinero se necesita, porque muchos coinciden en que las iglesias prerrománicas sobreviven aún en pie por la labor pastoral y litúrgica que se realiza en ellas. Es el caso de San Julián de los Prados. «Generación tras generación de cristianos han celebrado aquí su fe. Es la única iglesia prerrománica que ha mantenido el culto ininterrumpidamente desde el siglo IX. La iglesia se mantiene en pie gracias a ello», presume su párroco, Jesús Francisco Rodríguez de la Vega. El sacerdote pronuncia estas palabras al tiempo que Sonia Robledo se afana en limpiar su interior. «Hay que tomar ciertas precauciones, como no utilizar productos abrasivos ni friegasuelos», explica. Entre manos tiene un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. Realiza las labores de limpieza una vez a la semana y le dedica tres horas. Lo hace en manga corta, a pesar de la gran humedad que invade el templo. «A mí el frío no me afecta porque no paro». Ella sí percibe un salario por realizar estas tareas, ya que está contratada por una empresa de limpieza. Quien no lo hace son las voluntarias que se encargan de cambiar los manteles del altar, de lavar las casullas del cura o de renovar los ornamentos de la iglesia, explica el párroco. Asegura que lo hacen porque «son conscientes de la importancia que tiene San Julián de los Prados. Tienen una joya de parroquia», resalta Jesús Francisco Rodríguez de la Vega.

San Pedro de Nora. Rodrigo del Sastre Vega oficia misa aunque está jubilado. P. LORENZANA.

Esa misma sensación comparte el cura de Santa María de Bendones. Esta iglesia prerrománica guarda poco de su estructura original del siglo IX. Fue destruida casi por completo durante la guerra civil y reconstruida por el arquitecto Joaquín Manzanares, en 1954. A día de hoy, sobrevive gracias a la labor de sus parroquianos, en concreto de las mujeres del pueblo. «Cuando vienen a verla me dicen que es la única iglesia prerrománica que no huele a humedad», presume Tilde Fernández. «Eso es porque en verano la estoy abriendo todos los días para que ventile». Ella y cuatro vecinas más se encargan de su limpieza. «Venimos los sábados un poco primero de que empiece la misa de doce y la limpiamos». No son muchos los que acuden a la homilía, pero suficientes para mantenerla. «Venimos cinco, como mucho, me da hasta vergüenza», reconoce. Su párroco explica que «hay pocos recursos para contratar a gente, por eso tiramos de los vecinos, porque la iglesia no son solo los muros, la iglesia la construye y la hace la gente», valora José Avelino Barboza.

Para frase lapidaria la que acuña el párroco de otro de los templos prerrománicos del municipio ovetense, San Pedro de Nora: «Si no fuese por las misas, esta iglesia ya no existiría». Lo cuenta Rodrigo del Sastre Vega, que fue el cura de la parroquia durante 53 años. Lleva jubilado desde hace seis, pero decidió continuar oficiando la misa, todos los sábados, porque «estar en una iglesia de 1.200 años es todo un privilegio», presume. Con todo, solo media docena de feligreses acuden a la Eucaristía, pero en una localidad de cincuenta habitantes, la proporción no es tan mala, reconoce el párroco.

San Pedro de Nora. Rodrigo del Sastre Vega oficia misa aunque está jubilado. P. LORENZANA.

Los parroquianos son también los que echan una mano, de forma voluntaria y altruista, al mantenimiento de la iglesia. Se encargan de su limpieza, de abrir sus puertas cuando hay visitas y de hacer de guías si es necesario. Sin cobrar nada, son voluntarios que velan por la esencia de unos muros únicos en el mundo.

Santa María de Bendones. Avelino Barboza junto a Tilde Fernández. PABLO LORENZANA.

Mónica García es la guardiana de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se encarga de guiar las visitas de los turistas durante todo el año, excepto los lunes, y también bajo su poder están las llaves de ambos edificios. Lo lleva haciendo desde el 1 de julio de 2001 y dice que uno de sus objetivos es la concienciación. Advertir a los visitantes de que estas joyas llevan desde el siglo IX en el monte Naranco y deben durar, al menos, otros tantos siglos. «Quiero que se valore y se cuide un poco el patrimonio para que lo puedan disfrutar las generaciones venideras».

La Administración mantiene cuidado el interior de ambas iglesias. En San Miguel de Lillo los restauradores llevan desde el verano buscando pinturas y haciendo labores de mantenimiento, aunque la humedad sigue afectando al exterior y en el antiguo palacio el segundo escalón de la entrada está hundido debido a la gran cantidad de visitas.

San Miguel de Lillo. Jesús Cabada ante la iglesia, que está siendo restaurada desde el verano. Alex Piña

Estas joyas del prerrománico no lucen tanto si sus alrededores no están adecentados. Son los miembros de la asociación Fuente de los Pastores, con su presidente Carlos Madera al frente, quienes se encargan de limpiar los caminos y de plantar flores para que el verano luzcan con todo su esplendor. «Desde la fuente hasta los monumentos se puede subir andando y somos nosotros quienes nos encargamos de estas tareas», añade otro miembro de este colectivo, Jesús Cabada.

Su cometido no solo se centra en el pico y la pala. También se encargan de pedir mejoras. Recuerda Madera que gracias a ellos se construyó el aparcamiento situado a escasos doscientos metros del centro de interpretación y la acera por la que se puede subir caminando incluso por las noches. «Esta zona está iluminada y ahora lo que necesitamos es más inversión municipal». Cada vez que llueve de forma torrencial se desborda la fuente y anega los caminos. «Somos los vecinos quienes los limpiamos, pero hay que mantenerlos mucho mejor».

En Santa Cristina de Lena es Inés Faes quien se encarga de limpiar y enseñar la iglesia.Lleva «toda la vida» haciéndolo y, antes que ella, ya lo hicieron sus padres. «Me bauticé aquí, me casé aquí y aquí bauticé a mis dos hijos», señala. Ahora, no sabe quién va a seguir con una costumbre que ya es tradición en su familia. «Es como si fuera mi casa».

San Salvador de Valdediós. Roberto Carneado y Yolanda Martínez, en el templo maliayo. Paloma Ucha

Donde no tienen ese problema es en San Salvador de Valdediós. Dos guías que dependen del Arzobispado, Roberto Carneado y Yolanda Martínez, son los encargados de enseñar el templo y también el conjunto durante todo el año. «Empecé como guía hace once años; del mantenimiento y la jardinería se ocupan otras personas», señala Roberto Carneado.

No tienen tanta suerte en Pravia.La iglesia de Santianes no cuenta en este momento con personal específico que desarrolle el trabajo de las visitas. Solo la buena voluntad del personal y los cargos municipales hacen posible la concertación de citas para recorrer el templo. «Contratamos gente entre Semana Santa y finales de septiembre, pero tenemos dificultades por el Plan de Ajuste. Dependemos de los planes de empleo y las subvenciones», lamenta la concejala de Cultura, Valle Iturrate. El centro de interpretación vinculado a la iglesia tampoco cuenta en la actualidad con personal.«Tuvimos épocas en las que abríamos el año entero, pero con la crisis...».

San Julián de los Prados. Sonia Robledo junto a Jesús Rodríguez de la Vega. Mario Rojas

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