PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 9 de septiembre 2018, 03:30
La Guardia Civil prosigue con la investigación para tratar de esclarecer las causas del accidente de autobús acontecido en Avilés el pasado lunes. En casi una semana desde que se produjese el siniestro, por la Comandancia de Gijón ya han pasado una buen número ... de los principales testigos presenciales de lo ocurrido. A ellos se suman también, a medida que su salud se lo permite, los pasajeros que lograron sobrevivir al impacto y cuyo testimonio puede ser de vital importancia para el desarrollo de las pesquisas.
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En este momento, los investigadores consideran que la falta de reacción del conductor, que en ningún momento intentó frenar o enderezar el rumbo, es la clave para determinar el desencadenante del siniestro que se cobró cinco vidas y dejó heridas a quince personas. Es por ello que en los últimos días los agentes de la Guardia Civil han intensificado las declaraciones de los pasajeros del autobús en condiciones de someterse a un interrogatorio, con el fin de, a través de su testimonio, ir descartando hipótesis y acotar las posibilidades.
La última de ellas giraría en torno al uso del teléfono móvil por parte del conductor como causa principal de la salida de la vía y el posterior impacto contra el pilar. Los investigadores han tratado de captar hasta el último detalle de las declaraciones de los pasajeros, a los que han preguntado si en algún momento vieron al chófer utilizar su teléfono en los momentos previos al accidente.
Hasta donde ha podido saber este periódico, la mayoría de los interrogados han afirmado desconocer este detalle, algo lógico tratándose de pasajeros que viajaban en filas ubicadas de mitad para atrás del vehículo, lo cual les impedía tener contacto visual con el chófer. Por su parte, los agentes todavía no han podido tomar declaración al conductor, quien se encuentra ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Central de Asturias. Su estado continúa siendo muy grave, tras haber sufrido la amputación de una pierna y una intervención en el estómago. Hasta que los investigadores puedan entrevistarse con el conductor y los facultativos emitan un informe médico para tratar de determinar si sufrió un desvanecimiento, los trabajos se han centrado en la lectura del tacógrafo y en la reconstrucción del accidente. A ello se ha sumado en los últimos días un intento por descartar que la causa del siniestro viniese dada por un despiste por parte del chófer.
Las indagaciones corren a cargo del destacamento de Tráfico de Gijón, perteneciente al Subsector de Asturias. Cuentan con el apoyo del Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico de la Guardia Civil, un grupo de agentes altamente cualificados que han participado en el esclarecimiento de otros graves accidentes de autobús, como el de 2015 en Cieza, donde fallecieron catorce viajeros, o el de Pola de Lena en 2006, en el que murieron dos niños y dos monitoras que regresaban a Gijón de un campamento de boy-scouts.
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Otra de las pruebas que manejan los agentes es la del tacógrafo del vehículo, el cual ha determinado que éste circulaba a una velocidad de entre 80 y 90 kilómetros por hora en el momento en el que impactó de forma brutal contra el pilar del nuevo puente del Parque Empresarial. En el tramo en el que el lunes se produjo el siniestro existe una limitación de 70 kilómetros por hora. Es precisamente el hecho de que se tratase de una zona de vía recta el que lleva a centrar las pesquisas en el comportamiento del conductor.
Todos los viajeros coinciden al recordar que éste no hizo ademán de frenar ni de enderezar la marcha en el momento en que, a unos 300 metros del lugar del impacto, el autobús invadió el carril izquierdo y comenzó a embestir las barreras de plástico que señalizában el cambio de carril en el tramo de obras. Uno de esos 'jerseys' llegó a impactar contra la luna de la parte derecha y reventarla. Ni aún así el chófer varió su comportamiento o trayectoria. A varios testigos incluso les dio tiempo a colocarse el cinturón de seguridad del asiento y agarrarse fuertemente para intentar amortiguar el golpe.
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Del informe de los investigadores también está pendiente la empresa ALSA. Así se lo confirmaba a EL COMERCIO su abogado, Víctor Tartiere, quien también representa jurídicamente al conductor. «Necesitamos ver la instrucción y los informes para saber si el pilar del puente cumplía con la normativa de seguridad en cuanto a protección. Aunque, de momento, todo es una hipótesis, si hubiese estado perfectamente protegido ese pilar igual se hubiesen podido minorar las consecuencias del choque», afirmó.
En ALSA mantienen la hipótesis de que el conductor pudo haber sufrido una pérdida del conocimiento y descartan cualquier fallo técnico. «Lo más probable es que sufriera un desvanecimiento porque por parte del autobús no hubo fallo mecánico», incidió el abogado del chófer, que además aseguró que el vehículo cumplía con todos los requisitos y tenía todas las revisiones en regla.
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Hipótesis al margen, los agentes proseguirán en los próximos días con las pesquisas para tratar de esclarecer las causas del siniestro.
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