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Ría del Eo, uno de los puntos más amenazados en Asturias. EFE
De la ría del Eo hasta Llanes, Asturias perderá tres metros de costa en 2040: estos son los puntos más amenazados
Informe de Greenpeace

De la ría del Eo hasta Llanes, Asturias perderá tres metros de costa en 2040: estos son los puntos más amenazados

Un informe de Greenpeace alerta de que el 1,2% de la superficie costera estará inundada en 2030

M. B.

Miércoles, 24 de julio 2024, 10:05

La costa asturiana, al igual que la del resto del país, está en riesgo y empezará a perder playas en los próximos diez años. De ello alerta Greenpeace en su informe 'Crisis a Toda Costa 2024. Análisis de la situación del litoral ante los riesgos de la emergencia climática', donde realiza una radiografía del estado de los 472 kilómetros de costa asturiana y de los más de 8.000 kilómetros de costa española ante futuras amenazas.

«El exceso de urbanización e infraestructuras, la contaminación, la construcción de barreras artificiales (como diques, espigones, paseos marítimos o puertos deportivos), el despilfarro de recursos naturales y el encauzamiento, soterramiento y desvíos de cauces fluviales» son las causas que provocan unos «desequilibrios» que se traducen en el retroceso y la pérdida de las playas, y con ellas, su función de barrera protectora, lo que »supone un riesgo para millones de personas residentes en el litoral, apuntan desde la ONG.

A estas malas prácticas, hay que sumar las consecuencias propias del cambio climático: la subida del nivel del mar, el aumento en frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos (como olas de calor, sequía, lluvias torrenciales, temporales, huracanes, incendios e inundaciones), el incremento constante de la temperatura de mares y océanos y la pérdida de oxígeno disuelto en el agua, que dispara de forma exponencial los riesgos.

La costa cantábrica es una de las más amenazadas. Greenpeace apunta que Asturias, comunidad con el menor porcentaje de litoral artificializado (6,3%), está en grave amenaza por la erosión y la subida del nivel del mar y señala que «en 2030 el 1,2% de la superficie costera en Asturias estará inundada. En 2040, el Principado habrá perdido tres metros de costa y sufrirá un aumento de la erosión del 20%». Asturias, a pesar de

La ría de la Tina Mayor, justo en el límite con Cantabria, marca el inicio de la costa que se verá afectada. Con impacto en la práctica totalidad de los 472 kilómetros de costa asturiana, los sitios de especial intensidad serían Llanes, Barro, San Antolín de Bedón, desembocadura del río Sella, Omedina, Lastres, ría de Villaviciosa, Gijón, Cabo de Peñas, ría de Avilés, desembocadura del Nalón, Cudillero, desembocadura del Esva, Barayo, ría de Navia, Penarronda y la ría del Eo.

«Las marismas asturianas juegan un papel fundamental en amortiguar la subida del nivel del mar y proteger la costa, pero dependiendo de la velocidad de subida, los expertos no descartan que estos sistemas migren hacia el interior cuando no haya barreras o desaparezcan si las hay», apunta el informe de Greenpeace. Por ello, «resulta indispensable que los factores no debidos al cambio climático como la urbanización o la construcción de infraestructuras no se den, o desaparezcan, de su entorno».

Soluciones para la costa

Para hacer frente a estos riesgos, Greenpeace defiende que «tan sólo con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de las playas de todo el mundo» y apuesta por medidas de adaptación a todos los niveles (municipal, autonómico y estatal) que minimicen los daños y busquen soluciones reales y duraderas.

«Las soluciones aplicadas hasta ahora, como las regeneraciones artificiales de playas y la reconstrucción de paseos marítimos, ya no sirven. Cada nuevo temporal destruye las costosas intervenciones artificiales que no atienden a la raíz del problema. Sólo entre 2016 y 2020 se gastaron cerca de 60 millones de euros en la reposición artificial de arena en las playas», subraya.

La ONG considera que las soluciones han de ser locales, porque cada tramo de litoral tiene características propias, pero deben ser acordadas por las administraciones y participadas por la ciudadanía de forma urgente. «Proteger y conservar las playas supondría un beneficio 150 veces superior a dejar que sigan deteriorándose», precisa.

«La costa nos protege de los eventos meteorológicos extremos y la subida del nivel del mar provocados por el cambio climático, pero seguimos maltratándola. La pérdida de sus características naturales tiene que revertirse para que pueda protegernos», explica Caballero.

Con el objetivo de revertir la situación actual, Greenpeace reclama aplicar políticas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y normativas de adaptación y protección de la costa de acuerdo con lo que marca la ciencia; devolver la calidad ambiental a los espacios costeros para tener sistemas naturales estables que protejan de los peores riesgos; o acabar con la contaminación que empobrece la calidad de las aguas y nos supone el pago de cuantiosas multas a la Unión Europea.

También insta a poner coto a la turistificación masiva a través de medidas como la limitación de vuelos y cruceros, el establecimiento de tasas por pernocta que repercutan en la mejora de los servicios públicos y la regeneración de ecosistemas o la limitación de alojamientos turísticos y la participación ciudadana en la planificación turística.

Además, propone introducir las previsiones sobre el cambio climático en la planificación urbanística y de infraestructuras; impedir la construcción de infraestructuras y la urbanización que generen barreras artificiales que hacen de pantalla e impiden que la arena se deposite en las playas y aumentan la virulencia de los temporales marinos; o conservar y facilitar la expansión hacia el interior de marismas y humedales (son grandes disipadores de la energía del mar y, por tanto, muy buenos aliados en la protección) y prohibir proyectos en estas zonas y retirar las que existan.

Por último, defiende revisar los deslindes (la delimitación) que determinan el dominio público marítimo-terrestre (100 metros en zona no urbanizable y 20 en zonas urbanizables), que constituye la zona mínima de protección frente a DANAS, temporales y la subida del nivel del mar; recuperar las zonas inundables; y promover la investigación científica de las afecciones provocadas tanto por las barreras artificiales como por el cambio climático en los ecosistemas, las especies marinas y la salud de las personas.

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