

Secciones
Servicios
Destacamos
Dicen que cada persona se hace del lugar donde nace. Bien sea en el campo o en la ciudad, lo cierto es que las costumbres, formas de vida, tradiciones e incluso la personalidad están mayormente determinadas por el entorno que rodea a una persona. La vida en la zona rural siempre fue muy distinta a la de la ciudad. Eso lo saben, sobre todo, quienes han experimentado la convivencia en ambos lugares. El problema empieza cuando se pretende imponer al campo la forma de vida que existe en la ciudad. Ese es justo el inconveniente que enfrentan actualmente muchos ganaderos, quienes denuncian las complicaciones derivadas de la masificación del turismo y el choque en la convivencia con los turistas y los nuevos vecinos que se han mudado recientemente de la ciudad al campo. «Los neorrurales no entienden cómo funciona la vida en los pueblos», dicen.
Por esta razón, los sindicatos agrarios en Asturias reclaman al Gobierno regional la puesta en marcha de una ley que proteja a los ganaderos de la masificación del turismo en la zona rural.
Borja Fernández, coordinador de Unión Rural Asturiana (URA) explicó el calvario que tienen que vivir a diario los ganaderos debido a la llegada masiva de visitantes. «Los turistas no entienden el mundo rural. Donde yo vivo cuelgan carteles pidiendo que limpiemos la carretera, porque les molesta todo, hasta que pasen las vacas, cuando ha sido así toda la vida», explica y añade que «quien vaya a vivir a la zona rural tiene que tener muy claro que allí hay actividad ganadera. Los cencerros de las vacas suenan, los tractores hacen ruido y los gallos cantan. Esto es así», afirmó, con convencimiento.
Borja, que vive en Morcín, aseguró que en Francia ya hay una ley que protege al sector ganadero del turismo y «aquí deberíamos hacer lo mismo, pero no se hace nada», comentó.
En Llanes, la situación no es muy diferente. Allí vive la ganadera Rosa Gutiérrez, que además es presidenta de la asociación Ganagri. Ella explicó que tiene un vecino que es de Bélgica, «pero tiene una casa vacacional aquí en Llanes donde pasa algunas temporadas, y cada vez que viene se queja del ruido que hacen los cencerros de las vacas», afirma con resignación. «Tengo que esconder mis vacas para que él se sienta a gusto y no se queje. Y yo me pregunto, si tanto le molesta el campo y sus animales, ¿para qué viene?», se cuestiona Rosa.
También para Mercedes Cruzado, secretaria general de Coag Asturias, en Grandas de Salime donde vive, la situación es «inaguantable». «Nosotros, en un intento de llevarnos bien con los nuevos vecinos nos hemos tenido que adaptar, tratando de no molestarles con las vacas, de hacer menos ruido con los tractores, pero aún así hay cosas que son imposibles de cambiar», comentó resignada. «Se quejan hasta del ruido que hacen los xatos cuando son destetados. Es normal que chillen buscando a la madre, esas cosas no se pueden evitar. Y estos neorrurales hasta eso nos quieren prohibir», precisó la secretaria general de Coag Asturias.
Otro de los problemas que genera el turismo en la zona rural es el relacionado con los coches y caravanas mal aparcadas. Para Fernando Marrón, coordinador de Usaga y que tiene un ganadería en la localidad de Poles, en Salas, las zonas de parques naturales están repletas de coches mal aparcados «y el ganadero que necesita atender a sus vacas, no puede ni siquiera pasar», denunció. Añadió que «incluso, hemos tenido casos donde una vaca ha estado de parto y no podimos atenderla porque no teníamos por dónde entrar porque estaba bloqueada la entrada a la finca por caravanas. Aquí al pueblo no llegan grúas ni ponen multas, los turistas hacen lo que les da la gana», afirmó, visiblemente indignado.
Sin embargo, esta situación no es para nada nueva. De hecho, ya en 2021 el concejo de Llanes comenzaba a instalar paneles informativos que avisaban a los turistas de las características y particularidades del entorno rural. Lo mismo ocurría en Ribadesella, que con total ironía, ya desde hace tres años advertía a los turistas que en el campo «habían animales más que autopistas».
Con todo ello, el problema es que el tiempo sigue pasando, y nada cambia, sólo empeora.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Cristina Cándido y Álex Sánchez
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.