CLARA G. SANTOS
OVIEDO.
Sábado, 18 de junio 2022, 03:52
«Un buen hombre y un hombre bueno». En estos términos se refirió ayer el cardenal arzobispo de Madrid, y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Carlos Osoro, a Gabino Díaz Merchán.
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En el último momento, la ausencia del presidente de los obispos, Carlos Omella, ... hizo que fuera Osoro quien ocupase su lugar preeminente durante la ceremonia de despedida. Así, el sucesor de Díaz Merchán entre 2002 y 2009 tuvo la ocasión de dar el último adiós al que fuera, «más que mentor, un amigo». Carlos Osoro explicó que la celebración de ayer estuvo repleta de recuerdos luminosos: «Nunca se me olvidará aquel primer día, cuando empecé como arzobispo de Oviedo y me encontré con esa amplia sonrisa que me acompañaría tantos años después», rememoró, entre la gratitud y la nostalgia el cardenal.
Con el tiempo, Osoro encontró en el arzobispo emérito a «un verdadero hermano» y a un «consejero». «Me hizo pasar momentos muy felices», reconoció, recordando aquellos otros días, en los que todo parecía cuesta arriba y Merchán «siempre» tenía a mano «una palabra de consuelo y ánimo».
Osoro afirmó también que «Don Gabino Díaz Merchán fue una pieza clave para la vida de la Iglesia en España». En cuanto a su labor social y pastoral destacó el cardenal el carácter «diáfano y dialogante» del difunto. Dos rasgos constitutivos del hombre que «hizo posible una relación sincera» en momentos «difíciles» y de cambio en España: «Como era un hombre de Dios, no tenía distinciones y era capaz de hablar con todo el mundo», sostuvo el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española. Junto a Osoro, otros nueve obispos de toda España vistieron las casullas moradas durante la ceremonia.
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Eran las once en punto y la catedral empezaba a quedarse pequeña para acoger a la multitud de fieles deseosos de despedir a Díaz Merchán. Tampoco los políticos asturianos perdieron la ocasión de dar un último adiós al «hombre de fe». En la primera bancada, representantes de los partidos políticos aguardaban el inicio de la ceremonia. Entre ellos, el presidente del Principado, Adrián Barbón, y el alcalde del Oviedo, Alfredo Canteli, acompañado de los dos vicepresidentes de la Junta, la socialista Celia Fernández y el popular Pablo Álvarez Pire. Unas filas más atrás se encontraba el exalcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo.
La delegada de Gobierno, Delia Losa, puso de manifiesto cómo, a través de su ministerio, Merchán «supo ser sensible a la situación social de Asturias» y «amplió el ámbito de su consuelo a toda la sociedad sin importarle credos ni ideologías. En una época tumultuosa -precisó Losa- el arzobispo demostró ser un gran conciliador, capaz de posicionarse junto a los trabajadores, compartiendo sus tristezas y reivindicaciones, pero también proporcionándoles el consuelo del credo».
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También las autoridades militares hicieron acto de presencia durante la misa exequial. En la segunda bancada se encontraba, entre otros, el delegado de Defensa, Juan Luis González.
El padre Ángel fue uno de los muchos asturianos que ayer quiso acompañar a Merchán. La relación de ambos, explicó, se remonta a sesenta años atrás. «Todavía recuerdo aquella primera Nochebuena, en la que el Merchán cogió la sopera para servir a los niños. Ante todo, él era un obispo de estar con la gente».
El padre Ángel, que tantas figuras ejemplares de la cristiandad ha llegado a conocer, destacó el «enorme privilegio» de encontrar a «santos en vida» como Gabino Díaz Merchán: «Era un hombre dispuesto a dar la vida por sus hermanos, un cristiano con todas las letras».
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Al primer compás del órgano, la iglesia entera se puso de pie para recibir con solemnidad el féretro en procesión, mientras la luz del sol se filtraba por las vidrieras, iluminando los recovecos catedralicios. La ceremonia, repleta de signos y detalles, conmovió enormemente a los fieles. Entre ellas, una de las Hermanas Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo: «La homilía de Jesús Sanz ha sido de lo más emotivo», resaltó esta hermana que coincidió en Covadonga con Merchán: «En su mirada pude ver la hondura de su santidad».
También el actual nuncio apostólico del Papa, Bernardito C. Auza, quiso tener unas palabras de gratitud hacia el difunto, a través de un comunicado remitido a este periódico, en el que el nuncio apostólico recuerda que desde su llegada a España pudo visitar tres o cuatro veces al que fuera arzobispo emérito de Oviedo en la casa sacerdotal. En esos encuentros, aunque breves, tuvo siempre «la sensación de encontrarme ante una persona y un obispo muy alegre, acogedor». Recordó además el nuncio la infatigable energía de un prelado que, aún marcado por los años, supo mantener intacta «la sonrisa que brotaba del fondo de su alma».
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