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«Estamos esperando ya el desenlace, don Gabino se encuentra ya sedado con morfina en la Casa Sacerdotal, porque los médicos consideran que ya no se puede hacer más por él». Así se acaba de expresar uno de los cercanos colaboradores de don Gabino Díaz ... Merchán, quien fuera arzobispo de Oviedo entre 1969 y 2002. Díaz Merchán está, a sus 96 años de edad, «muy delicado» de salud desde hace muchos meses, pero en las últimas horas su estado ha ido empeorando con rapidez. Recientemente dejó de comer y tuvo un nuevo bajón de tensión, como el que el mes pasado le mantuvo dos semanas ingresado en el Centro Médico de Oviedo, donde se le estabilizó y de donde fue trasladado a la Casa Sacerdotal de Oviedo, en la que vive desde su retiro.
Su magisterio al frente de la Iglesia asturiana se inició en agosto de 1969 y se prolongó hasta su retirada en 2002, cuando fue sucedido por Carlos Osoro, actual arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Durante buena parte de esos casi 33 años al frente de la Iglesia asturiana, Díaz Merchán fue una guía firme, pero diplomática y posibilista, en una institución que salía de una situación de máxima imbricación con el sistema político anterior y que afrontaba la difícil transición desde un Estado confesional a otro oficiamente laico, lo que se acompasó con un progresivo distanciamiento de la sociedad hacia la Iglesia y una consecuente crisis de vocaciones sacerdotales. En ese tiempo, Díaz Merchán fue, además, mucho más que un pastor religioso y se implicó a fondo en la vida de la región en todos sus aspectos, entendiendo su labor como algo integral y que superaba las fronteras que marca la división entre Iglesia y Estado.
Esa actitud le causó no pocos problemas, pero también le llevó a ser una persona muy estimada en todos los ámbitos sociales de la región. Tiene la medalla de oro del Ayuntamiento de Oviedo, que lo nombró hijo adoptivo en 1994. Castilla-La Mancha, de donde es oriundo (nació en Mora, Toledo, el 26 de febrero de 1926), también le concedió su medalla de oro y es hijo predilecto de la provincia de Toledo desde 2006, mientras que el Principado lo nombró hijo adoptivo de Asturias en 2001, destacando, en el decreto de concesión, que «su labor pastoral se ha distinguido por su talante conciliador, su constante preocupación por cuantos problemas afectan a la compleja sociedad asturiana actual y por la defensa de los derechos humanos y las libertades».
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