El futuro del PP de Asturias, en manos de Génova

El PP asturiano es, de hecho, una de las pocas asignaturas que la dirección nacional ha dejado para después del verano -junto a Cantabria, La Rioja, Navarra y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla- y una de las que más incógnitas genera en estos momentos. Tantas, que hay quien empieza a dudar de que pueda celebrarse un congreso en los términos que pretendía hacerlo Génova, con un candidato único y de consenso.

Hasta la fecha la única persona que se ha posicionado públicamente para optar a este cargo es la actual presidenta, Teresa Mallada, quien fue elegida como tal por la Junta Directiva tras la dimisión de su antecesora, Mercedes Fernández, pero cuyo cargo nunca fue ratificado en un congreso pese a que debería haberse celebrado ya en 2021. Sin embargo, su nombre no es el único que suena en las últimas semanas como posible opción para encabezar la lista del partido a las elecciones, lo que ha generado todo tipo de especulaciones en torno al futuro liderazgo de esta organización.

La estrategia inicial de Génova pasa, de hecho, por buscar a un candidato lo suficientemente fuerte como para desbancar al socialista Adrián Barbón del Gobierno del Principado y celebrar un congreso de consenso en el que se le ratificara como líder autonómico del partido, para lo que se esperaba contar con la colaboración de Mallada puesto que la dirección nacional quería evitar conflictos internos. Sin embargo, a esta altura la presidenta del partido es la única persona que públicamente ha expresado su intención de encabezar la candidatura.

Este escenario ha hecho que Génova pase a situar el congreso asturiano dentro de la carpeta de los conflictivos. El aparato ya ha realizado su primer aviso a navegantes y el pasado domingo, en declaraciones a EL COMERCIO, el vicesecretario de Organización del partido, Miguel Tellado, advertía de que «más importante que el congreso es encontrar a la persona capaz de hacer al partido más grande». Un mensaje que ha ratificado posteriormente en diferentes medios de comunicación y del que se han hecho varias lecturas: la primera, que el congreso puede esperar; y la segunda, que de las palabras del dirigente nacional se puede concluir tanto que la continuidad de Teresa Mallada está en el aire, al admitir que aún no se ha encontrado a la persona idónea, como que la actual presidenta del PP asturiano podría seguir en el cargo.

Desde Génova se insiste en que se mantiene la hoja de ruta prevista y que a la vuelta del verano se fijará el calendario de los congresos que quedan pendientes de celebrar. Hay algunos que parecen fáciles de resolver y por lo tanto no presentan dudas. Es el caso de Navarra, donde parece que Ana Beltrán no continuará al frente del partido y, entre las opciones de relevo, cobra fuerza el diputado de Navarra Suma Javier García. También parece resuelto el dilema en Cantabria puesto que la propia dirección nacional ya ha avalado públicamente la continuidad de María José Saénz de Buruaga. Sin embargo, las dudas están en La Rioja y Asturias, lo que hace que empiecen a plantearse todo tipo de escenarios posibles para ambos territorios.

Los afines a Teresa Mallada llevan meses pidiendo la celebración del congreso. Su equipo se ve suficientemente fuerte como para ratificar su liderazgo en un proceso interno de este tipo al margen de quién pueda disputarle el cargo, puesto que dicen contar con el apoyo de las principales juntas locales. Además, argumentan que lleva años trabajando en el fortalecimiento del partido y en convertirse en la alternativa al Gobierno socialista. Sus detractores, sin embargo, le reprochan que durante todo este tiempo no haya conseguido reconducir la relación con quien fuera su antecesora y actual senadora, Mercedes Fernández, y que sus relaciones con el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, o con la diputada nacional, Paloma Gázquez, también pudieran ser mejorables.

A esto se suma las diferencias con su número dos, el secretario general del partido, Álvaro Queipo, quien ha recibido por parte de la dirección nacional un claro respaldo tras la polémica comida con Francisco Álvarez-Cascos en Castropol. Este encuentro molestó en el seno de la dirección regional, pero fue aplaudido públicamente por Miguel Tellado y enmarcado en el mandato de Alberto Núñez Feijóo de trabajar en la unificación del centroderecha. Esta batería de cuestiones habrían motivado que la dirección nacional llegara a plantearse un candidato alternativo a Mallada y propusiera a la actual presidenta otro tipo de responsabilidades para mantenerse en el proyecto del partido que, según fuentes acreditadas, ha ido rechazando una a una. Hoy por hoy, Mallada sigue dispuesta a presentarse al congreso si se convoca.

Génova tiene ahora varios escenarios posibles. El primero es celebrar el cónclave para ratificar el liderazgo de Teresa Mallada. Una opción que sigue encima de la mesa aunque la dirección nacional pone por delante del congreso «la búsqueda de un candidato ganador».

Otro escenario sería permitir un congreso de confrontación, es decir, sin candidato de consenso, si bien es una situación que desde Génova se quiere evitar por todos los medios, por lo que no parece que esta opción sea la elegida.

El tercero sería no convocar el congreso, mantener a Teresa Mallada al frente del partido y designar directamente -le corresponde al comité electoral nacional ratificar la propuesta del comité electoral autonómico- al candidato del PP a las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo.

En caso de que no fuera Mallada la elegida entonces, esto dejaría a los populares asturianos en una situación de bicefalia que ya ha vivido en anteriores etapas. Para encontrar la última vez que pasó esta situación en el PP asturiano no hay que ir muy atrás en el tiempo, puesto que esa dualidad la vivió directamente Teresa Mallada, siendo ella la candidata y Mercedes Fernández la presidenta del partido. La bicefalia duró un año y es una fórmula que tampoco acaba de convencer a la dirección nacional.

Hay otro escenario posible, pero tan conflictivo, o más, que los dos anteriores: la temida gestora. Una fórmula que los 'malladistas' entienden que no hay razones de peso que justifiquen esta decisión tan drástica.