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Candela del Valle
Viernes, 17 de agosto 2018, 01:32
La Universidad de Oviedo sigue mostrando al mundo una edición más los jóvenes talentos que forma en sus facultades año tras año. Ayer fue el turno de la rama técnica por excelencia: la Ingeniería. Cinco graduados de diferentes especializaciones, acompañados por el rector, Santiago García, ... presentaron en el estand de la institución sus prototipos ganadores en los proyectos de fin de grado y máster al público allí reunido.
En representación del campo de la Electrónica, la ibiense Rosana Castaño presentó un robot que «sigue líneas y es totalmente autónomo», diseñado para competir en la Liga Nacional de Robótica. Cuenta que «en tercero de carrera me interesé por este tema y entré en el equipo», curiosidad que la llevó a trabajar en esta idea como broche final para graduarse en Ingeniería Electrónica y Automática. Desde el mismo campo, mostró su trabajo de fin de máster en Energía Eléctrica el ovetense Diego Fernández, que ideó un sensor de aceleraciones «para la detección de fallos en máquinas». Innovador, además, porque introduce novedades respecto a otros: «Incorpora sistema wifi para controlarlo y puede ir dentro del rotor de la máquina». Su creador explicó también que, después de su posgrado, le gustaría «seguir investigando en el campo de la maquinaria de flujo variable» y, en especial, «centrado en automoción».
Desde Telecomunicaciones, Claudio Leopardi mostró a los presentes su prototipo de rádar que «actúa igual que uno para barco, pero en este caso está pensado para aviones». Explica que está compuesto por tres partes: «La electrónica, las antenas y el procesador de la señal», y su función es calcular la altura del avión respecto al suelo en tiempo real a través de la medición del movimiento. No parece tarea fácil, y además, buscó hacer el reto aún más complicado tratando de abaratar lo máximo posible los costes utilizando piezas que él mismo diseñó.
Combinando su Ingeniería Informática y un poco de Medicina, el ovetense Antonio Cueva decidió crear una aplicación web para hacerles la vida un poco más fácil a aquellos que padecen diabetes. Se trata de un sistema que mide mediante un sensor los niveles de glucosa en sangre cada dos minutos. Después de la medición, los datos recogidos pasan a la aplicación y, basándose en el análisis de aquello que el usuario come, generan una fórmula de predicción del nivel de glucosa que permite conocer qué puede o no comer en cada momento para equilibrar el nivel.
Ignacio Aguirrezabalaga, de la rama industrial, pensó en un problema típico que sufre la industria petroquímica: el deterioro del acero de las tuberías cuando emplean hidrógeno en sus procesos productivos. Ideó pues un sistema que lamina el acero y permite que el elemento no corroa el hierro.
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