Autores. José Vega (Dask), Raúl Gil (Niño) y Alberto Iglesias (13Iglesias), de delante hacia atrás, junto a 'La lloca' del mural externo del pabellón de Gijón. JOSÉ SIMAL
Fidma

Un mural enlloquecedor

Dask, Niño, 13Iglesias y Sonek convirtieron en seis días de andamio la ajada fachada del pabellón de Gijón en un atractivo vergel que envuelve los iconos de la ciudad

ADRIÁN AUSÍN

Sábado, 6 de agosto 2022, 02:54

Sus nombres de guerra prometen: Dask, Niño, 13iglesias y Sonek. Y el resultado de su trabajo no defrauda. Es más bien brillante. Hace cosa de dos meses José Vega, Raúl Gil, Alberto Iglesias e Ignacio Suárez; hoy diseñadores, muralistas y artistas diversos, antaño grafiteros; recibieron ... el encargo de decorar la piel exterior del pabellón de Gijón con un doble motivo: sanear sus planchas metálicas, un tanto deterioradas, y de paso invitar a los visitantes del recinto a adentrarse en la exposición que lleva por título 'Gijón naturalmente'.

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El allandés José Vega, Dask, diseñador gráfico, fue quien recibió la llamada del comisario del pabellón, Esteban Álvarez, y la sintonía, a decir de ambas partes, fue instantánea. Álvarez le explicó el espíritu de la muestra y el equipo enseguida le replicó con un boceto que sirviera «para representar la ciudad en la naturaleza». Combinaron el verde con elementos emblemáticos de la ciudad que no necesitan presentación: 'La Lloca', 'El Elogio', 'Las Letronas', el Palacio Revillagigedo, la iglesia de San Pedro con la playa y el edificio de Cristasa, en La Calzada.

La fumata blanca fue inmediata y hace dos lunes los cuatro artistas llegaron al recinto con sus andamios y sus pinturas. Seis días de sol a sol, hasta el sábado, fueron suficientes para que transformasen una fachada de chapas ajadas en toda una llamada de atención a sumergirse en los encantos del pabellón gijonés. Usaron «colores vivos, más modernos, más digitales», y el resultado les dejó más que satisfechos. Igle se encargó de 'La Lloca', Dask de 'Las Letronas' y Raúl, del Revillagigedo, Cristasa y 'El Elogio', mientras Sonek, que hizo de refuerzo del grupo, trabajó el fondo de todo.

«Una evolución lógica»

Hoy día, estos artistas tienen profesiones consolidadas: diseño gráfico, muralismo, decoración, pintura, tatuajes... En ocasiones se juntan para acometer proyectos de envergadura. Suyos son los grandes murales de Gijón, como el japonés que está camino de los Yelmo, los de la Fiesta de la Sidra o las escaleras del respeto de Cimavilla. Suyas son las exhibiciones en directo de la Semana Negra. Y suya, cambiando totalmente de palo, la decoración integral de la carroza del rey Gaspar en la última cabalgata. «Empezamos en el mundo del grafiti, la calle, lo ilegal, y experimentamos una evolución lógica hacia el mural, que viene a ser un grafiti más elaborado, pero siempre siendo fieles a nuestros principios», ilustra Niño.

Ninguno de ellos renuncia por tanto a su pasado. «Todo es válido. Todo existe. El grafiti es parte de la ciudad. Si no te gusta, vete al monte», suelta tajante Igle, como le llaman sus compinches. Lo hace con la autoridad moral que da haber reproducido una extraordinaria 'Madre del emigrante', con su rostro desolado y los brillos del bronce que realzan la presencia de la pieza para que nadie pase indiferente a su lado.

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¿Y son animales de Feria? Dask confiesa su gusto por acudir a ver los coches. Niño se muestra indiferente: «A mí ni me va ni me viene». Igle, sin embargo, pese a su carga de rebeldía, es un clásico: «Yo soy de los del bocata de calamares».

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