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Pablo Xurde Merino
Viernes, 16 de agosto 2024, 02:00
Las comunidades energéticas locales son proyectos que han llegado para revolucionar la producción y el consumo de energía. No se trata solo de placas fotovoltaicas ... o redes de consumo compartidas. Una comunidad energética es «una entidad jurídica sin ánimo de lucro que genera su propia energía», explicó Rosa Alonso, adjunta técnica al director de la Fundación Asturiana de Energía y coordinadora de la Oficina de Transformación Comunitaria, un ente que se encarga de «divulgar este proyecto por todos los concejos asturianos».
Ayer lo hizo durante una mesa redonda organizada por la empresa asturiana Masnorte, que se encuentra este año por tercera vez en Fidma y tiene precisamente como elemento central de su estand las comunidades energéticas locales. La charla fue moderada por el director de la empresa, Pablo Suárez, y contó con la presencia de expertos en el tema como Javier Fernández Font, vicepresidente de Unión Española Fotovoltaica, Unef; Luis Molano, consejero delegado de Senda Comunidades Energéticas; y Franc Comino, consejero delegado de Sonnen Spain.
Explicaron que Asturias es un ejemplo para Europa en el camino hacia la transición energética. En Bimenes se creó la primera de estas comunidades en la región en 2023 bajo el nombre de Asociación Llume Yerbata, un proyecto local que suministra energía a los socios de la asociación y que está personalizado para cubrir las necesidades específicas de cada uno de ellos. «Estas comunidades nacieron para ser un modelo de energía local», afirmó Luis Molano. Algo que es imposible de llevar a cabo de manera eficiente y rápida sin el apoyo de las instituciones. Por eso «las comunidades energéticas necesitan promotores locales para traccionar», añadió. Fernández Pons fue más allá e indicó que «es necesario un empuje a todos los niveles». Alonso y Comino coincidían también con Pablo Suárez en que los ayuntamientos y otras instituciones deben «perder el miedo» a participar en estos proyectos, porque el retorno está garantizado. «Es un proyecto que va a tener éxito desde el primer día. El plazo de amortización es de diez años», afirmó Alonso. Respecto a las ayudas, añadió que «el proyecto se autofinancia y la subvención es un regalo extra que no hace falta».
Este aspecto, el de la financiación, es el que más proyectos y socios echa para atrás, sobre todo en los primeros compases. Por ello, Luis Molano argumentó la necesidad de apostar por «comunidades energéticas financiadas». Un modelo, según él, «más flexible» en cuanto a la cuestión jurídica y también en lo que respecta al almacenamiento, pero que tiene como contrapunto la reducción parcial de los beneficios, por el pago de intereses. En definitiva, la transición energética pasa por las comunidades locales como modelo productivo, pero debe divulgarse y hacerse más accesible.
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