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Faustino Blanco (Gijón, 1953) no es de prodigarse en los medios de comunicación ni de conceder entrevistas. Lo hace ahora en EL COMERCIO porque la ocasión lo merece: el próximo jueves se celebrará el décimo aniversario de la Fundación para la Investigación e Innovación Biosanitaria de Asturias ... (Finba), que se gestó siendo él consejero de Sanidad y que ahora dirige.
–Para quien no sepa qué es la Finba: explique a qué se dedican, cuál es la razón de ser de este organismo.
–Finba es una fundación que se crea por iniciativa del Gobierno del Principado en 2014 para, a través de su estructura, gestionar un instituto de investigación biomédica que entonces no existía (y que ahora desarrolla su actividad bajo las siglas de Ispa). Y esa fundación se creó desde la colaboración público-privada, con el respaldo de un entramado empresarial, además del Principado, la Universidad o el Ayuntamiento de Oviedo. Y esa es una de sus singularidades, algo muy disruptivo en 2014.
–Diez años después, ¿la Fundación ha logrado cumplir las expectativas?
–Yo creo que sí. A partir de Finba, hoy tenemos un instituto de investigación que hoy está acreditado por el Carlos III y que tiene un perímetro de influencia de algo más de 900 investigadores y personal vinculado a la investigación. Un centro que se integra en el sistema sanitario y en la Universidad, en el que está el CSIC y la Fundación de Investigación Oftalmológica Fernández-Vega. Lo que se concibió hace diez años es hoy una realidad consolidada. Finba-Ispa genera marca de lo que es la investigación biomédica en Asturias. Aunque siempre hay que tener una moderada satisfacción, porque cabe profundizar mucho más.
–¿En qué sentido?
–Yo creo se puede profundizar todavía más en la organización, en la identidad y en la excelencia. Si eso lo conseguimos, y lo estamos consiguiendo de hecho, será más fácil captar talento y que el talento que no se vaya. Eso es lo que nos tiene que mover.
–¿Y qué está haciendo la Finba para captar y retener talento?
–Estamos poniendo las condiciones para que eso pueda ocurrir, creando el entorno tecnológico y de servicios adecuado para que el Ispa cuente con las mejores plataformas posibles para la investigación. Y creo que lo estamos consiguiendo. Estamos atrayendo talento. Por ejemplo: hemos traido en estos años una plataforma de proteómica que probablemente es de lo mejor que hay ahora mismo en el país y ha supuesto un elemento tractor, que nos ha permitido captar a un investigador del CSIC que estaba en Cádiz y a otro experto muy reconocido que se encontraba en Boston. Más ejemplos como ese: el área de bioinformática. Tenemos aquí a un investigador que estaba en Suecia.
–Los científicos consideran, sin embargo, que no hay una verdadera apuesta política por la investigación. Ni en Asturias ni en el resto de España. ¿Qué opina?
–Yo creo que sí la hay, que el Gobierno de Asturias hace una apuesta decidida por la investigación. Si no fuera así, pues no estaría aquí. Yo creía en este proyecto en 2014 y creo ahora. Pero lo que te he dicho antes: si estuviéramos plenamente satisfechos, nos estaríamos equivocando. Y, por supuesto, todavía hay muchas cosas por resolver para orientar la financiación hacia la investigación.
–¿Habla de financiación pública o privada?
–Es necesario que los gobiernos apuesten por la investigación de excelencia, pero no sólo. Debe haber un esfuerzo público-privado. Y, si miramos a nuestro entorno de referencia, lo cierto es que estamos bajos en los dos, de forma más significativa en la aportación privada.
–¿Y qué propone para revertir esa situación?
–Tenemos la obligación de dirigirnos al tejido social diciendo que aquí estamos y cuál es nuestra vocación, que se sepa qué hacemos aquí y en qué estamos investigando. Y, en cierta medida, todo eso eclosionará en el acto de aniversario del día 21.
–¿Conserva la Finba el respaldo empresarial de 2014?
–No hemos perdido tejido empresarial y, de hecho, la financiación fundamental de la Finba no es pública, es competitiva. Pero lo que tenemos que hacer es seguir progresando y fomentar el mecenazgo para que esas empresas sean más. Para eso, hay que ofrecer estabilidad, dar imagen de marca, mostrar que su dinero se destina a un proyecto que realmente merece la pena. Aquí se está avanzando muchísimo en cáncer; tenemos importantes grupos de investigación en el campo neurológico, cardiovascular o en Psiquiatría; también somos potentes en toda la patología del cráneo, en sarcomas...hay mucho de lo que sentirse orgullosos.
–¿El empresariado asturiano es receptivo a todo ese potencial investigador?
–La investigación es una actividad a largo plazo e invertir en investigación puede verse como un riesgo, porque en el camino existen fracasos. Pero las empresas tienen que saber que siempre se presentan resultados.
–La pandemia ha revalorizado la importancia de lo sanitario. ¿No ayuda eso en la captación de fondos?
–Se han producido cambios, pero no bruscos, sino más bien de trasatlántico. Podríamos decir que tenemos viento de cola y un horizonte hacia el que progresar.
–Incidía al inicio de esta entrevista que el Ispa cuenta con la acreditación del Instituto de Salud Carlos III. ¿Qué implica?
–Es un reconocimiento que nos da el marchamo de la excelencia investigadora. Hay 35 centros acreditados en toda España y el Ispa es uno de ellos. Eso significa que estamos en el top 10 o el top 15 de investigación de este país. Éste es un buen entorno para que los investigadores se desarrollen y vamos a mejorar claramente.
–¿Cómo?
–Tenemos un gran reto, que es la investigación clínica: hacer que el sistema sanitario sea más investigador, no sólo asistencial. Que tenga la investigación, igual que la docencia, metida en su ADN. De hecho, tenemos un gran proyecto en ese sentido.
–¿En qué consiste ese proyecto?
–Nos estamos planteando desarrollar una unidad de investigación clínica propia, que facilite la función investigadora de los profesionales del sistema sanitario, con recursos y con los soportes necesarios. Una unidad independiente a la investigación de la industria, que permita añadir valor al sistema sanitario y proteger nuestro conocimiento. Independiente no significa que sea excluyente. Se trata de compatibilizar, porque la industria hace investigación interesantísima y permite muchos ensayos clínicos que ofrecen nuevas oportunidades a pacientes. Nosotros, de hecho, tenemos convenios de colaboración con casi todas las grandes multinacionales del sector. Debemos ser capaces de generar conocimiento y trasladarlo a la sociedad. Por ejemplo, las terapias CAR-T, antes eran producidas por la industria y ahora hay hospitales que ya las tienen en fase de desarrollo.
–¿Llegará el momento en que se pueda dar ese paso también en Asturias?
–El HUCA ya transfunde estas terapias, pero aquí todavía no se fabrican. Y ese es uno de los objetivos, llegar a fabricar nuestras propias CAR-T. La inmunología es otro espacio muy claro de desarrollo y que también trae un beneficio directo para la sociedad. Tenemos todos los frentes abiertos y en todos estamos tratando de posicionarnos. No se trata de hacer lo que hacemos y está. Finba-Ispa tiene potencialidad para crecer.
–En noviembre, además del décimo aniversario de Finba, se cumplen cuatro años de su nombramiento como director de la Fundación. ¿Su balance?
–No me gusta hacer balance, porque parece que se ha cerrado una etapa y lo que estamos haciendo es pensar en el futuro. De hecho, ya llevamos varios meses trabajando en el análisis de la situación para tener claro en el año 2025 cuáles son nuestras áreas de mejora. Nos queda mucho por hacer, pero somos capaces de hacerlo y estamos en una buena senda.
–¿Ha limado asperezas con los investigadores, que son parte esencial de la ecuación?
–Lógicamente, hay muchas expectativas de los investigadores que todavía no están satisfechas y tenemos que darles cabida, pero yo creo que hemos mejorado muchísimo. Hay que generar sentido de pertenencia y que el investigador sienta que está en el mejor entorno para desarrollarse profesionalmente.
–El cese de la anterior directora científica del Ispa generó mucha polémica...
–Cada uno tiene que hacer el duelo que considere y ahí no voy a entrar. Las organizaciones tienen vida propia y los cambios directivos entran dentro de la normalidad. Ninguno somos imprescindibles. En una organización como ésta es importantísimo que haya una coherencia interna y, si existe disenso por arriba, debe resolverse. Finba e Ispa son dos instituciones con funciones diferentes, pero que son parte de la misma organización. Por tanto, debe haber entendimiento entre la dirección científica y la dirección de la Fundación y, desde ese punto de vista, se ha avanzado enormemente.
–También su sueldo ha levantado ampollas. ¿Algo que decir a las críticas?
–Mi salario responde a un contrato con una entidad fundamentalmente privada. Estas son las condiciones que me han puesto, que entran dentro de la horquilla de este tipo de puestos. Aun así, mi sueldo es público. Lo conocen todos los ciudadanos, todos. Por tanto, no hay nada que tapar; no hay nada opaco. Yo ganaba más siendo secretario general (de Sanidad) cuando me ofrecieron ser director de Finba.
–En el décimo aniversario de Finba dice que mira más al futuro que al pasado. ¿Y qué le depara el futuro a la investigación asturiana?
–El futuro pasa por una transformación del conocimiento y nuevos paradigmas en los que el dato es un soporte fundamental. Hoy en día, ves muchos laboratorios en los que hay más ordenadores que otra cosa. Investigar en cáncer, en terapias avanzadas...no es posible si no manejamos datos. Avanzar en esa línea es irrenunciable. Nosotros ya estamos trabajando en una estrategia.
–¿Qué otras iniciativas hay en marcha?
–Avanzaremos en simulación, en tecnología, en el desarrollo de nuevo conocimiento que sea trasladable a la cama del enfermo y al sistema sanitario... Yo creo que Asturias puede mejorar muchísimo y mejoraremos seguro.
–¿Cree que el sector biosanitario puede llegar a convertirse en una alternativa económica para Asturias o todavía queda mucho camino que recorrer?
–En Asturias tenemos un espacio de desarrollo del conocimiento en el ámbito biosanitario: hay un sistema sanitario muy fuerte, una masa crítica de profesionales que es brutal, un centro de investigación de referencia como el Ispa, hay tecnología...Cuando eso eclosiona y, además de a la cama del enfermo, trasladamos al mercado el conocimiento generado, hablamos de una nueva economía vinculada al conocimiento, la ciencia y la investigación biomédica. Pero cada territorio tiene que buscar su especialización, porque no podemos ser buenos en todo. Y, cuando somos pequeños, hay que buscar además entornos de colaboración, como creo que es esta Fundación.
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