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Vista general del sector meridional del jardín desde el parterre de vivaces con el magnolio.

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Vista general del sector meridional del jardín desde el parterre de vivaces con el magnolio. RAFAEL SUÁREZ-MUÑIZ

Farmacéutica y maestra botánica: el jardín de Cruz Tolosa en Lieres

El pequeño jardín botánico de 550 m2, que la farmacéutica Cruz Tolosa y su marido Carlos García han desarrollado desde 1999, reúne más de 500 especies de plantas y árboles

Rafael Suárez-Muñiz

Domingo, 24 de octubre 2021, 02:39

En nuestro continente, entre las grandes empresas dedicadas a la industria y a la minería se implementaron una serie de medidas tendentes a crear «el obrero soñado» como lo define José Sierra (1998), para que este se sintiera cómodo y concibiera su puesto de trabajo como algo positivo y familiar. La mayor expresión del paternalismo industrial ha sido la creación de poblados incluso pequeñas villas vinculadas a la factoría correspondiente con todo tipo de espacios e instalaciones servidoras (iglesias, residencias, espacios de ocio, economato, etc.).

Uno de los rasgos definitorios era la jerarquización arquitectónica del espacio: no eran de la misma calidad ni del mismo tamaño ni estaban a la misma distancia de la fábrica o de la mina las viviendas de los trabajadores y de los mandos. Asturias cuenta con importantes ejemplos debido a su pasado industrial y minero, como Llaranes (Avilés), Solvay (Siero) o Bustiello (Mieres).

Carlos y Cruz posan ante el estanque de nenúfares situado frente a la terraza de la casa.

En la parroquia de Lieres (Siero) se produjo este fenómeno y la empresa belga Solvay estableció aquí una de sus sedes en cuanto compró este coto minero en 1903. En 1909 se construyó la primera hilera de cuarteles para obreros y las casas de los cargos altos, así como el hospitalillo, constituyendo el poblado de Campiello. En este contexto se encuentra el pequeño jardín botánico de 550 m2 que la farmacéutica Cruz Tolosa y su marido Carlos García han desarrollado desde 1999, cuando adquirieron la casa del ingeniero. Una casa de estilo belga, muy sobria, con un jardín perimetral francés, en origen, orientado a meridión y del que ya nada queda, pues se lo encontraron comido por la maleza. Señalan Cruz y Carlos que «se sacaron seis contenedores» de residuos vegetales. Lo único original de aquel primitivo jardín es la camelia centenaria y el boj que la rodea delante de la terraza de la casa.

Una vez dentro del jardín, para los amantes de patrimonio material constituirá un verdadero disfrute abrazar la historia económica de un territorio dependiente de los recursos de su bastidor natural mientras pone en contacto la arquitectura paternalista, la configuración sobre el espacio y la entrada en juego de un jardín botánico con algunos vestigios galos genuinos.

De lo poco original que se salvó de la casa son dos estructuras menores: los arcos que articulan el pasillo central de salida al jardín y los bancales pétreos posteriores (flanco este de la casa) donde hacían sus semilleros y plantaban algunos cultivos hortícolas. En esos arcos metálicos se introdujeron perales y ahora pusieron rosales trepadores (rosales rambler o lianas) mezclados con clematis y kiwis. A sus pies se distribuyen agapantos para jugar con el porte rastrero y el volumen de las trepadoras. Para acompañar el cierre de la finca se han plantado especies arbóreas como avellanos y acebos. «Mi jardín es un poco error-acierto y metí cosas que se me daban bien en Gijón». Como nexo de unión, Cruz Tolosa hizo algo similar a Miguel Llana (propietario de La Viesca), al disponer ambos de una segunda residencia familiar en Somió (Gijón). «Es un jardín diminuto pero muy intenso».

Cruz Tolosa y Carlos García, otrora farmacéuticos de Lieres, que tenían su negocio en la propia planta baja de su casa (hoy convertida en salón comedor y despacho), se rodean de más de 500 variedades de árboles y plantas diferentes. En este pequeño jardín botánico podemos encontrar especies de todos los continentes fértiles, plantas exóticas y tropicales, todo ello perfectamente etiquetado y ordenado en parterres temáticos o jugando con distribuciones lineales adehesadas de nuevos pies arbóreos, como la colección de 12 variedades de arces de Carlos (todavía de porte enano). Es un jardín de las cuatro estaciones, a propósito, nada está al azar ni es monotemático. Por ejemplo, se introdujeron cosmos y peonías para reactivar sensorialmente el ocio visual y romper con la monotonía de cultivos típicos de una estación de esta manera consiguen más volumen y ven flores en otoño.

Traen semillas y plantones de todas partes del mundo y especialmente de sus viajes a ferias de Francia. Del mismo modo que estrechan lazos con otras amantes de la botánica y amigas, que ya hemos reseñado en estas páginas, como Isabel Oliveros, para compartir gastos de envío y llegar a una cantidad mínima en sus pedidos. Aparte del etiquetado, Cruz esconde libretas donde apunta todas las plantas que tiene, los cultivares de cada especie, dónde las tiene plantadas, y también resúmenes de los pedidos para saber qué pidió, a dónde lo pidió y el tiempo que tienen esas plantas. En otras palabras, atesora un pequeño campo de experimentación y seguimiento. Mezcla e hibrida plantas y actúa sobre ellas para intentar aclimatarlas.

Una de las mayores colecciones de clematis de Asturias la podemos hallar aquí, con 80 variedades, además de no tenerlas repetidas. Cruz Tolosa reúne clematis americanas, europeas y neozelandesas, y destacan algunos tipos como la Fire Works de flores moradas, la Dancing Dorien de flores blancas en pompón o la Princesa Diana [de Gales]. Otra colección amplia y rara que nadie tiene en Asturias es la de eléboros (también llamados 'rosas de navidad'), con 20 variedades diferentes; los eléboros (Helleborus foetidus) son plantas basófilas de invierno con llamativas flores y los podemos encontrar adaptados cada vez más a cualquier situación (zonas costeras, fondos de valle, interior) pero son originarios de altitudes cercanas a los 1.900 metros. Cuenta con más de 30 tipos diferentes de peonías, tan singulares como las arbóreas procedentes de Francia y las itoh (peonías interseccionales) resultantes de hibridar peonías herbáceas con arbóreas. También tiene excepcionales y fragantes rosales arbustivos ingleses como los de David Austin. Asimismo, destaca su colección de diferentes prímulas que además son bastante raras.

«Yo tengo un jardín muy venenoso», señala Cruz, y esa es la nota definitoria de este reducto ecológico ya que entre los eléboros, las peonías, algunas clematis y los acónitos comunes (Aconitum napellus) que también se llaman 'matalobos', son especies tóxicas y muy venenosas. Pero también tienen un jardín enormemente variado. Frente a la terraza crearon un precioso estanque de nenúfares de muchos tipos rodeado de gunneras brasileñas, lirios, hibiscos, enormes alocasias hortensias, anémonas japónicas, aster ('margarita morada' de otoño), helechos o acanto (normal y variegado), entre otras. Al lado rompen el espacio vacante los pequeños arces japoneses disectum y aconitifolium. Cabe destacar la capuchina tropaeolum tuberosa que es muy rara; el iris japónico y el germánico; la cola de caballo del Tibet, y la ligereza de las flores tubulares y espigadas de la cola de gato (Pennisetum Setaceum) originaria de latitudes tropicales. Un magnolio de flores lilas y fucsias se lleva la atención presidiendo un parterre de plantas vivaces y acostumbradas a la orientación de umbría. El techo del jardín lo alcanzan una palmera canaria y un roble procedente de Meres —en semilla—, sendos caprichos de las hijas del matrimonio.

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