Dice el director de un instituto de Secundaria, para resumir la situación, que tienen a la vista «un marrón importante». Si el cierre del curso nunca es sencillo, esta vez las cosas se han complicado aún más. Cuando hace unos días la consejera de ... Educación, Lydia Espina, remitió un vídeo en el que daba por cerrado el curso y deseaba buenas vacaciones a toda la comunidad educativa, algunos no se lo tomaron demasiado bien. Especialmente en Secundaria. Primero, porque el curso en ese nivel no había finalizado aún (lo hizo el día 24) y segundo, porque a los directores les queda bastante por organizar antes de disfrutar de esas vacaciones.
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El origen del problema está claro: en septiembre llega a las aulas (a los cursos impartes) la nueva ley educativa, la Lomloe, con sus nuevos currículos, normas y filosofía. Pero es que los currículos oficiales aún no están aprobados. La tardanza del Ministerio de Educación en publicar los reales decretos retrasó el trabajo del Principado (y del resto de comunidades), que debían desarrollar toda la parte de los contenidos que depende de los gobiernos regionales. A estas alturas los currículos oficiales no están aprobados. En Secundaria, de hecho, los centros solo han tenido acceso a un borrador. Y Bachillerato va aún peor. Existe el riesgo, de hecho, de que el curso 2022-2023 arranque sin que el currículo de esa etapa esté oficialmente aprobado.
Si la organización de Secundaria y Bachillerato ya es de por si más complicada que la de Primaria por el número de optativas y de itinerarios, esta vez es aún peor. Las matrículas aún no se han cerrado, en primero de Bachillerato aún hay recuperaciones en septiembre (la Lomloe las ha eliminado en Secundaria) y, por tanto, quedarán cuestiones de organización pendientes, como la confección definitiva de grupos y optativas.
A todo eso se suma la gran novedad que la Lomloe trae para el Bachillerato, la nueva modalidad General. Es, de hecho, la gran apuesta de la ley y Lydia Espina ha sido firme defensora, alegando siempre que abre todas las puertas a los alumnos indecisos con su futuro como estudiantes. Pero los directores y las familias no lo tienen nada claro y, general, aseguran que «es muy difícil que se pueda ofertar». Así que, frente a la idea inicial de extender la nueva modalidad todo lo posible por Asturias , los directores aseguran que «es muy difícil que se pueda ofertar porque presenta muchísimas dificultades, tanto organizativas como de orientación al alumnado». En un principio se había anunciado que no habría cifra mínima de alumnos. El centro que lo demande, lo tendrá, había anunciado la consejería. Finalmente ha sido necesario establecer un mínimo de cuatro alumnos. Eso, dicen los directores, «ayuda». Con un 'pero': «Esos cuatro alumnos podrían luego coger materias diferentes».
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Hace unas semanas, estudiantes de Gijón debatían sobre si la salud mental era o no un tabú, en la final de la Liga de Debate Escolar. Sin duda, ponían sobre la mesa uno de los temas que más preocupa a la comunidad educativa. La actualidad ha dado la razón a aquellos chavales: el Consejo General de Psicología, junto con asociaciones de familias, directores de centros, sindicatos docentes y de estudiantes e incluso el Teléfono de la Esperanza, han elaborado un manifiesto en el que piden mejorar la atención al bienestar de los alumnos y piden la incorporación de psicólogos educativos a los centros escolares.
«Las Administraciones educativas competentes deben incorporar progresivamente a este personal experto en Psicología a las plantillas de los centros educativos, donde sus programaciones deben reservar tiempos y espacios adecuados para el desarrollo de esos programas de evaluación e intervención, dirigidos a mejorar las competencias emocionales y el bienestar del profesorado, alumnado y familias».
En los últimos meses son muchas las voces que han lado la alarma ante el incremento de los problemas de salud mental de los jóvenes: fracaso y abandono escolar, ansiedad, depresión, ideación suicida incluso intentos de suicidio, acoso escolar, trastornos de conducta, adicciones a la tecnología, adicciones a sustancias, violencia familiar y de género... La pandemia, dicen, ha multiplicado los problemas.
El manifiesto elaborado por todos esos colectivos explica que el «Consejo Escolar del Estado es conocedor de esta situación» y que incluso ha planteado a las Administraciones la urgente necesidad de atender todas las cuestiones relacionadas con la salud mental, «agravados por el largo periodo de la pandemia y que están incidiendo en la falta de motivación, en problemas de concentración y en síntomas depresivos, que en ocasiones pueden conllevar trastornos de conducta y comportamientos lesivos».
Además de incorporar a los profesionales de la psicología en los centros, plantean también otra serie de medidas, como «no saturar los centros educativos con excesos de grupos de alumnado», «cubrir eficaz y rápidamente las bajas laborales de los docentes», «reducir las ratios de alumnado por docente, incrementando el número de profesorado contratado», «reducir la temporalidad del personal» y, finalmente, reforzar la orientación educativa y profesional al alumnado vulnerable.
La falta de currículos oficiales impide también que haya en estos momentos libros de texto adaptados a la nueva ley, con el problema que eso supone para los centros que sí trabajan con libros. Lo normal es que en junio se facilite ya a las familias el listado de materiales que cada curso necesitará en septiembre. Esta vez eso no es posible.
Ante esta situación, son muchos los centros de Primaria que se están planteando no comprar materiales nuevos, funcionar con los que usaban hasta ahora y aprovechar el amplio margen que deja la nueva ley para trabajar por proyectos. Porque «¿sin currículos definitivos, cómo sabemos que los libros que nos ofrecen las editoriales se ajustan al definitivo?» Es la gran duda de los directores, que temen apostar por unos volúmenes que haya que renovar en un año y no poder aprovecharlos para los bancos de libros. Quieren «evitar gastos inútiles» a las familias.
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A todo ello aún hay que sumar que se han presentado muchas alegaciones a la propuesta de plantillas que la consejería ha remitido a los centros y que aún no tienen respuesta oficial. Y que los centros que han recibido la noticia de supresión de aulas están luchando contra ello. Mucho por solucionar antes de las vacaciones.
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