Una nueva incidencia en el servicio ferroviario de alta velocidad que comunica Madrid con Asturias ha provocado retrasos de una hora, por segunda vez en 24 horas. Aunque en un primer momento, Renfe achacó el problema al hielo en la catenaria, los resultados de la ... investigación concluyen que una avería de dos pantógrafos del tren que circulaba en un tramo de vía única entre Ponferrada y Madrid hizo que tuviera que retroceder a León, lo que originó los retrasos en los convoyes de primera hora entre Gijón.
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El tren que salió a primera hora de Gijón estuvo una hora parado cerca de León y la compañía espera ahora recuperar parte de ese tiempo. Ocurrió algo similar con el que salió a las 6.37 horas de Madrid en dirección a la comunidad. En ambos casos ya el tráfico está ya restablecido, pero los viajeros con destino Gijón tuvieron que bajarse en Oviedo y retomar el trayecto en cercanías. Llegaron casi dos horas más tarde de lo previsto.
Ayer, los pasajeros del Alvia 04101 con salida a las 10.24 horas de la estación de tren de Chamartín (Madrid) y destino a Asturias sufrieron un retraso de más de dos horas como consecuencia de «problemas técnicos» en las maniobras de conexión entre las dos locomotoras que conformaban el doble convoy que ofrecía este trayecto.
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Ana Moriyón
Un percance del que fueron informados «únicamente vía email», según relatan los afectados, lo que provocó que muchos de los usuarios no accedieran a esta información y tampoco recibieran ningún otro tipo de explicación. «Nadie se dignó a informar de los avances y, transcurridos 40 minutos, iniciamos una marcha lenta para detenernos a un escaso kilómetro, y posteriormente retomar nuevamente a Chamartín», explica Rubén Menes, uno de los afectados que viajaba a Gijón. Luego, relata, «una sacudida similar a la producida cuando se engancha un vagón o se frena bruscamente nos sorprendió a los que estábamos en el vagón restaurante y al resto que se encontraba en pie. Incluso se escuchó a algún niño que empezaba a llorar después del envite».
La indignación, asegura, «fue creciendo porque nadie sabía la situación, y si volveríamos a reanudar el viaje». Como en ningún momento se activó la apertura de puertas, los pasajeros quedaron retenidos en el interior de los vagones «sin saber nada». Y finalmente, en torno a las 11.50 horas, se reinició el viaje. «Sólo una locución poco oportuna una hora y media de haber accedido al tren nos informaba sobre las condiciones del equipaje y la flamante prohibición de patinetes eléctricos», recuerda, indignado, este pasajero del Alvia que sufrió en total unas dos horas y media de retraso, ya que llegó a Oviedo cerca de las cuatro de la tarde y tenía que haberlo hecho a la una y media.
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Pero la hazaña, comenta Menes, había comenzado incluso antes de subirse al tren. «Al llegar a Chamartín descubrimos que las obras en la estación nos imponían recorrer un nuevo circuito, bordeándola y perdiendo algo más de tiempo. Luego un control de equipaje en el hall, para concentrarnos en la zona de acceso al andén con dirección a Asturias, confluyendo con un montón de pasajeros», explica este viajero, quien reconoce que se sorprendió porque «nunca había visto tantos pasajeros en esa zona», aunque, añade, «luego lo entendí».
Y es que, continúa su relato, «descubrimos que muchos pasajeros nos agolpábamos en la estación de Chamartín a la espera de bajar, porque ahora Renfe realiza el control en el interior de la estación y estábamos el equivalente a tres convoyes, dos de ellos para Asturias».
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Por eso, se queja, en el momento que se les dio instrucción de embarcar «todos a la vez nos concentramos en unas escaleras mecánicas claramente insuficientes. Algunos bajamos por las escaleras convencionales, según nos recomendaba algún trabajador de Renfe a los viajeros con menos equipaje, para aliviar el acceso. Cuando llegamos al andén, otro trabajador de Renfe con poco talante, y a gritos, nos indicaba que hiciésemos dos filas, para escasos 15 metros descubrir que formaríamos cuatro filas en el punto de control de entradas».
Asegura este afectado que la poca información confundía a muchas personas que se equivocaban de vagón ya que eran convoyes unidos e ironiza con que «lo mejor» fue descubrir que algunos pasajeros, entre los que él mismo se encontraba, tuvieron que caminar un largo trecho para llegar al primer convoy. «En todo momento se hizo patente una absoluta falta de coordinación y organización previa, por lo que en escasos ocho minutos cientos de pasajeros tenían que buscar su sitio en tiempo record. Pero lo que ignorábamos es que lo mejor estaba por llegar», dice este asturiano en referencia al retraso que sufrirían una vez subidos al tren, al tiempo que lamenta que su viaje «no coincide con las expectativas que tenemos depositadas los asturianos» tras la apertura de la variante.
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