ANA MORIYÓN
OVIEDO.
Jueves, 16 de junio 2022, 02:03
Gabino Díaz Merchán pasará a la historia de Asturias como el arzobispo de la concordia de la Transición política. Quienes le trataron destacan de él que supo entender el nuevo papel que debía cumplir la Iglesia Católica y demostrar un sentido de la democracia ... que quizá, hasta entonces, no era habitual encontrar entre los representantes de la institución eclesiástica. Por eso presidentes del Principado que coincidieron en el tiempo con Díaz Merchán durante su etapa como arzobispo de la diócesis, entre 1969 y 2002, subrayan que «hacía fácil» la relación entre Iglesia y Gobierno autonómico
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Para Pedro de Silva, presidente del Principado entre los años 1983 y 1991, Gabino Díaz Merchán, «don Gabino», era «un ejemplo vivo de tolerancia, concordia y comprensión, valores que en el fondo vienen de la caridad que el cristianismo predica». Esto favoreció, como no podía ser de otro modo, que su relación con él fuera, según sus propias palabras, «sencillamente espléndida».
De Silva destaca que fue idea de «don Gabino» que hubiera por parte de la archidiócesis una persona de contacto con la presidencia del Principado, y considera que fue «un acierto pleno» que esa persona resultara ser «uno de los curas más formidables que ha dado Asturias, el inolvidable párroco de San Juan de Mieres Nicanor López Brugos, un respetadísimo 'cura rojo', fallecido hace pocos años». También rememora con cariño De Silva cómo, cuando llegó la hora de «refundar» el Patronato del Real Sitio de Covadonga, Díaz Merchán le pidió «con timidez» que fuera él como jefe del Ejecutivo autonómico quien lo presidiera. «De ninguna manera», recuerda que le respondió, para luego proponer la figura de dos co-presidentes. «Quedó muy sorprendido y creo que agradecido, porque le liberaba de cualquier imagen de subordinación», señala.
Aquel Patronato, añade, resultó ser el principal punto de encuentro institucional con Díaz Merchán, pero su relación fue más allá. Cuenta cómo, en la canonización de San Melchor de Quirós -primer santo asturiano-, cantaron juntos en la plaza de San Pedro del Vaticano a los sones de una gaita el 'Asturias Patria Querida'. «Este toledano acabó siendo un asturiano de primera», sostiene.
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Con el mismo cariño habla de él Juan Luis Rodríguez-Vigil, quien cogió el testigo de De Silva como presidente del Principado en 1991 y ocupó el cargo hasta 1993. Vigil, sin embargo, asegura que su relación con Díaz Merchán se remonta a años antes, con motivo de las negociaciones que se llevaron a cabo para la legalización PSOE, en las que Vigil participó activamente. «En aquel momento se trataba con todas las instituciones y con él siempre fue muy fácil hablar», rememora. También Vigil recuerda la figura de Nicanor López Brugos como enlace entre Iglesia y Gobierno regional y asegura que sin aquel tándem «no hubieran sido posibles muchas cosas que hoy serían inverosímiles». Como ejemplo cita la reconversión de la Fundación Padre Vinjoy. «Era un tipo excelente y una persona muy humana. Tenía un gran sentido de la democracia y entendía muy bien el nuevo papel que debía adoptar la Iglesia Católica en los nuevos tiempos», señala Vigil.
También Antonio Trevín remonta sus recuerdos en relación con el arzobispo fallecido el pasado martes a los 96 años mucho más atras de su etapa como presidente del Principado, cargo que ocupó entre 1993 y 1995. Señala que en los últimos años de la dictadura franquista y los primeros de la democracia las tensiones sociales, económicas y políticas fueron una constante en Asturias. «Las sacristías y muchos de nuestros templos fueron testigo y refugio de reuniones clandestinas de las izquierdas sindicales y políticas. Don Gabino las consintió, protegió y comprendió», rememora. «Siempre se entendió mejor con quien reivindicaba que con quien gobernaba. Fuera quien fuera», añade.
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Trevín destaca que, habiendo sufrido los padres del prelado «la peor y más trágica de las persecuciones por parte de componentes del Frente Popular», tuvo capacidad para «desterrar» de su vida cualquier atisbo de resentimiento o deseo de venganza. «Creyó en la reconciliación nacional que propugnó nuestra Transición política y la puso en práctica en sus relaciones con el poder político o con el reconocimiento a quienes sufrieron en sus familias, por parte de los franquistas, parecidas tragedias que la vivida por su madre y su padre», aplaude. «Con él se va un hombre bueno y un prelado que dejó huella. Fue, con Rafael Fernández, una parte del tándem que mejor encarnó en Asturias el régimen del 78», concluye.
El actual presidente del Principado, Adrián Barbón, también quiso poner en valor ayer en sede parlamentaria la capacidad del arzobispo para tender puentes entre aquellos que habían vivido la guerra civil por lo que, en su recuerdo, instó a la Cámara a seguir su legado, «recomponer» la concordia y «estrechar lazos» en estos tiempos «de tanta tensión».
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