LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Jueves, 21 de marzo 2019, 03:35
26 años después de su fallecimiento y cuando se cumplen seis décadas de la concesión del premio Nobel de Fisiología y Medicina al bioquímico luarqués Severo Ochoa de Albornoz, instituciones y administraciones públicas asturianas se han conjurado para dedicar al destacado científico, que ... se definía a sí mismo como «asturiano y universal», el homenaje que se merece. Los reconocimientos, que se extenderán a lo largo de todo el año, comenzarán esta misma tarde con una sesión organizada por la Real Academia de Medicina de Asturias (a las 20 horas, en el Colegio de Médicos, entrada libre) en la que participarán Manuel Álvarez-Uría, presidente de honor de la Academia; Carlos Gancedo, doctor ad honoren del Instituto de Investigaciones Biomédicas 'Alberto Sols'; Juan Méjica, presidente de la Fundación Méjica; Carmen Lavandera-Lavandera, sobrina nieta del científico, y César Nombela, presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa.
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Con motivo de la efeméride salen a la luz más de trescientos documentos inéditos que durante todos estos años había atesorado su familia y que el presidente de la Fundación Méjica se encargó de recopilar -y, en algunos casos, recuperar debido a su mal estado- en los últimos meses. Desde su partida de nacimiento o el recordatorio de su primera comunión hasta una carta manuscrita a su hermana el mismo día en que supo que había ganado el Nobel. También hay fotos de sus veranos en Luarca. Muchas tomadas por él, gran aficionado a la fotografía, y algunas incluso por su padre, fallecido cuando él tenía siete años. También hay instantáneas de sus años en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde trabó amistad con Dalí, Buñuel o García Lorca. «Es un material que nada tiene que envidiar al de Valencia», defiende Méjica el valor de los testimonios gráficos recogidos de casi una docena de familiares de Severo Ochoa de Albornoz. Junto con el centenar de obras de arte realizadas por él mismo e inspiradas en la personalidad y la labor del más insigne científico asturiano, componen una exposición que en septiembre podrá verse en Oviedo y luego recorrerá varias ciudades españolas.
Pero el anhelo de la familia es que todo ese material dé lugar a un gran museo sobre su figura. Un espacio expositivo a la altura de la categoría humana y profesional del científico a cuya memoria «no se la ha hecho justicia en Asturias», opina Carmen Lavandera-Lavandera. «Era una persona tan discreta que nunca pidió nada. En varias ocasiones ofreció al Ayuntamiento de Luarca todo lo que tenía, pero hasta la época de Juan Fernández Pereiro no se hizo nada», rememora. Asturias tiene ahora, apuntaba ayer Juan Méjica, una «segunda oportunidad» para enmendar el olvido institucional y «la indolencia de tantos años y de tanta gente» en Asturias tras la muerte de Severo Ochoa.
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