Secciones
Servicios
Destacamos
PABLO SUÁREZ | LUCÍA RAMOS
Domingo, 17 de mayo 2020
Djilali Benatia aceptó el encargo de pegarle una paliza a Javier Ardines sin pensárselo dos veces. Tanteado en plena calle por Jesús Muguruza, con quien guardaba cierta relación, el argelino aceptó sin necesidad de preguntar por más detalles. «Yo lo hago», le dijo al intermediario. Asentado en Bilbao, casado con una mujer española y padre de dos menores, Benatia llevaba tiempo atravesando dificultades económicas. Sin trabajo conocido, su principal fuente de ingresos pasaba por las actividades delictivas que llevaba a cabo de forma esporádica. Trapicheo de drogas, robos con violencia y también alguna agresión conforman el historial delictivo del sicario en España. Benatia, con un perfil discreto y conocida frialdad, se movía como pez en el agua por los bajos fondos de Bilbao y no era difícil encontrarle en alguno de los bares de la calle San Francisco, donde solía citarse con otros ciudadanos magrebíes.
Allí, en uno de esos locales, es donde en 1990 conoce a su compatriota Maamar Kelii, quien a la postre se revelará como el segundo sicario del concejal llanisco. También casado con una española y padre de tres menores, Kelii se dedicaba en los últimos años a la compraventa de automóviles de baja gama, una actividad que alternaba con robos violentos, trapicheos con droga y agresiones. Más integrado, si cabe, en el engranaje del hampa, el argelino realizaba constantes viajes a Francia y Suiza. En estos países compraba los turismos como si fueran para su uso privado y los traía de vuelta para vendérselos a conocidos. Siempre cobraba en negro, logrando, al contrario que Benatia, cierta holgura económica que le permitía viajar cada poco a Argelia para visitar a su madre.
Si Benatia era un tipo discreto, Kelii era conocido por su agresividad. Con un carácter más altivo, el argelino se veía como un delincuente profesional. No lo era, pero lo aparentaba. Disponía de varias líneas telefónicas, la mayoría registradas bajo identidades falsas, y en el registro de su domicilio en Bilbao fueron hallados documentos de identidad de otras personas, matrículas de vehículos intercambiables y munición para armas de fuego. El argelino tenía devoción por los táser -en su casa fueron encontrados dos, uno de ellos con forma de puño americano, y llevaba un tercero consigo- y no dudaba en emplear la violencia para cumplir sus objetivos. De hecho, era habitual que Benatia lo contactase para llevar a cabo algunos robos de los que luego se repartían el botín.
Ambos llevaban vidas separadas y podía pasar bastante tiempo sin que estuviesen en contacto, pero cuando uno recibía algún encargo o programaba un golpe, nunca dudaba a la hora de buscar la colaboración del otro. Por eso, en la primera reunión que Benatia mantuvo con Jesús Muguruza y Pedro Nieva -quien en un principio se presentó como 'César' para ocultar su verdadero nombre- y una vez conocidos los detalles del encargo, explicó que el trabajo lo iba a realizar junto a Kelii.
Noticia Relacionada
A Benatia le daba seguridad contar con su compatriota. Lo primero, porque no estaba habituado a actuar en solitario. Lo segundo, porque no las tenía todas consigo sobre poder consumar la agresión a Ardines con plena garantía de éxito. De hecho, como posteriormente revelaría la investigación desarrollada por la Guardia Civil, a la que ha tenido acceso EL COMERCIO, es Kelii quien se encarga de la parte práctica del plan, siendo este quien adquiere el bate de béisbol y quien lleva los botes de gas pimienta con los que ambos asaltan al edil. Kelii es un animal de las palizas, un hombre que no vacila a la hora de golpear. Benatia lo sabe, por eso cuenta con él para llevar a buen puerto el encargo.
Otro aspecto que prueba la sociedad delictiva que ambos conformaban es el desarrollo de un lenguaje en clave para evitar dejar mensajes o grabaciones que pudieran comprometerles. De esta manera, ambos pactan una serie de códigos consistentes en llamadas perdidas a través de los que comunicarse y enviarse información.
Así lo hacen el día del crimen, cuando los investigadores de la Guardia Civil detectan varios movimientos telefónicos que, si bien por separado carecen de sentido aparente, interpretados bajo estas claves revelan información que, junto a otras pesquisas realizadas, permite situar, «sin lugar a dudas», a Kelii en el coche con dirección a Llanes. También meses después del crimen, ya con ambos teléfonos pinchados, Benatia y Kelii intercambian información sobre presuntos delitos de forma figurada y nunca textual.
El viaje a Llanes que termina con la muerte de Javier Ardines se realiza de madrugada. A las 6.20 horas de la mañana, cuando asaltan a su víctima, Kelii vuelve, según la versión de Benatia, a dar una nueva muestra de su agresividad. «Le dije '¡venga Maamar, vámonos, vámonos!', pero no me hizo caso», declaró el argelino, que mantiene que a su compatriota se le fue la mano. «Luego me dijo que le había dado un golpe en la rodilla y que se le veía el hueso», explicó sobre la contrastada violencia de Kelii, quien presuntamente también habría asfixiado a Ardines con este ya en el suelo.
Consumado el crimen y efectuado el pago por parte de Pedro Nieva, Kelii entra en pánico. Ya sabe que él y Benatia han matado a Ardines, y teme que lo descubran o lo delaten. Por este motivo decide irse a Argelia un tiempo y esperar a que las aguas se vayan calmando.
Desde entonces, el contacto entre Benatia y Kelii se reduce al mínimo. Sin embargo, uno de los puntos de inflexión en la investigación ocurre el 17 de noviembre de 2018. Ese día, Kelii, que junto a Muguruza es de los únicos implicados que continúan pendientes del desarrollo de las investigaciones se entera de que la Guardia Civil centra la búsqueda de los asesinos de Ardines en Bilbao. En ese momento, compra un billete de avión y emprende la huida. No volverá a pisar suelo español hasta la semana pasada, cuando es extraditado desde Suiza.
Tras conocer los avances de la investigación, Kelii sustituye España por Francia para llevar a cabo la compraventa de automóviles, todo ello con base en Suiza.
Concretamente, el argelino se asienta en Biena, una ciudad del cantón de Berna situada en la región de Seeland. Vive en casa de una mujer, a la que reconocerá como su amante, y participa en varias actividades delictivas que derivan en su detención y posterior entrada en prisión.
En los documentos solicitados por la Guardia Civil a las autoridades helvéticas, Kelii figura como autor de agresiones, delitos de lesiones, amenazas de muerte, intentos de robos, allanamientos de morada, tenencia ilícita de armas y posesión de sustancias estupefacientes. Delitos llevados a cabo tanto antes como después del crimen de Llanes, allí donde, en una pequeña carretera de Belmonte de Pría teñida de muerte, la sociedad delictiva de los dos argelinos puso el punto final, quizás el definitivo, a su vida en condición de hombres libres.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Abel Verano, Lidia Carvajal y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.