Estado de alarma en Asturias | Noches sin un alma en las calles

Personal de limpieza, policías, sanitarios, taxistas, farmacias de guardia... Son los únicos que el domingo, a partir de las once de la noche, podían estar en la calle. El Gobierno había decretado el toque de queda, por primera vez tras aquel 23 de febrero de 1981 en que solo Valencia supo lo que es encerrarse en casa a la hora señalada. Servicios esenciales para mantener la actividad en una región ya para entonces silenciosa y desértica. Dicen algunos que daba pena. Las imágenes dan fe. La tristeza de las calles vacías. Sin tráfico. Sin ruido. Persianas echadas en los bares donde días antes se podían apurar, aunque fuera poco, las sobremesas. Tal parecía que el calendario hubiera retrocedido hasta marzo.

Los taxistas esperaban por unos clientes que ya no llegarían. «Qué más da que podamos estar en la calle, si no hay a quién llevar», dice José Álvarez Cotarelo, de Radio Taxi Gijón. Es inviable, adelante, que sigan en la calle los 150 vehículos que trabajan de noche. Pero ahora, al contrario que en marzo, «no hay posibilidades de ERTE». Antonio García no encuentra ni las palabras para describir la noche del domingo. «Está todo desértico, pero ya se avecinaba, se sentía en la ciudad, que está apagada, tenebrosa...». Lo mismo en Oviedo. El presidente de Radio Taxi Oviedo Principado, José Antonio Suárez Álvarez, es muy claro: «Esto ha venido para decapitar algo que ya estaba pendiendo de un hilo, la noche, paralizada desde hace meses, ya casi inexistente, por no decir que ni existe». Los conductores empezaban a abandonar sus paradas poco después de las once. Para qué esperar.

Anoche, ellos y los demás sectores pudieron apurar una hora más, tras aprobar el Principado que el toque de queda aquí será desde la medianoche hasta las seis de la mañana. Pero de poco sirve para quienes ya están seriamente heridos. Para los hosteleros, por ejemplo. Lo que para las policías locales del Caudal y el Nalón fue positivo, la «absoluta tranquilidad» de la noche, para bares y restaurantes es todo lo contrario. Javier Fernández, de La Pomar, en La Felguera, advierte de que «la facturación ha caído hasta el 10% respecto a otro fin de semana. Es la tónica general. También en Gijón y en Oviedo se repiten las mismas quejas. Todos anuncian cierres. «Nos ha pillado por sorpresa, nos ha cogido con las neveras llenas...». «Es la última puñalada al sector», lamenta el presidente de la Ruta de los Vinos de Oviedo, Edén Jiménez. El dueño del Pigüeña, en Gascona, Marco Antonio Rodríguez, asegura que «nos han anulado el servicio de cenas con el toque de queda». Esa hora 'extra', dice, servirá para limpiar el local.

Tranquilidad también en el oriente. En Ribadesella hubo «muy poca gente y a las once nadie por la calle», explicó el alcalde, Ramón Canal. «Todos los establecimientos respetaron el horario. No se registró ningún botellón», apuntó el primer edil de Parres, Emilio García Longo. Y es que, como dice la Policía Local de Valdés, la gente ya ni siquiera tiene claro cuáles son las normas, después de tantos cambios. En Avilés, como en el resto, ni un incidente.

En algunos lugares se había reforzado la vigilancia de esa noche, como en Langreo, donde en realidad no hizo falta «porque no había nadie en la calle». También en Cangas del Narcea en coordinación con la Guardia Civil.