«Hay un crecimiento exponencial de la actividad investigadora»

–La convocatoria adelantada de elecciones sorprendió a muchos.

–Uno siempre persigue lo mejor para la Universidad. La aprobación de unos estatutos, estos y los tres anteriores, han supuesto un cierre de etapa y por tanto la apertura de una nueva etapa, porque tienes un marco normativo distinto que regulará la institución de forma distinta y que además altera cuestiones tan cruciales como la propia composición del gobierno. Estaba convencido de que si se aprobaban los estatutos no podíamos seguir con el proyecto ni afrontar los retos que teníamos por delante sin el refrendo de la comunidad universitaria, siguiendo como sigue vigente nuestro proyecto.

–Descolocó hasta al presidente del Principado. ¿No se lo consultó antes del anuncio?

–(Risas) No, no, no, yo se lo comuniqué sobre la marcha. En el momento en el que los estatutos se aprobaron el claustro informé al presidente de que mi intención era aprobar los estatutos, dimitir y convocar.

–Lo de 'House of Cards' que dijo Barbón se lo tomó a broma, ¿no?

–Me lo tomé como como era, como una broma bienintencionada. Pero yo soy más fan del 'Ala Oeste de la Casa Blanca' y lo que supone, frente a lo que representa 'House of Cards'.

–La nueva ley limita los mandatos a uno solo, eso sí, de seis años. Sumaría nueve años...

–Nunca lo he pensado en términos de tiempo, siempre lo pienso en términos de proyecto. Lo que a nosotros realmente nos importa es que el proyecto cuaje.

–Eso sí, un proyecto es algo que se tiene que ir adaptando siempre, sin final a la vista...

–Y así tiene que ser. El proyecto y siempre lo hemos defendido, cuando defendíamos nuestra propuesta de planes estratégicos, este es un proyecto vivo, son documentos vivos, que además ya han cambiado, porque hoy las universidades nos movemos con mucha rapidez. Por eso también tiene que ser un documento compartido, tiene que ser un proyecto compartido por la comunidad universitaria. Necesitamos esa retroalimentación constante sobre qué es lo que opina y qué es lo que ve, qué es lo que necesita esa comunidad universitaria, para calcular la ruta, manteniendo siempre el rumbo, pero saber que tenemos que ir adaptando la ruta en las velocidades a lo que la propia comunidad universitaria nos transmite.

–Póngame un ejemplo.

–El propio Plan Estratégico está muy vivo. Le acompañó un mapa de especialización inteligente de la Universidad de Oviedo, que en aquel momento era un mapa, un círculo en el que contemplábamos tres grandes hubs, en materia de recursos naturales, el hub de digitalización, el hub de energía y luego varios campos especializados. Pues solo un año y medio después ya cambiaron, ya tenemos siete hubs en marcha.

–Habla de escucha activa. El mero hecho de que se constituya una candidatura alternativa tiene que ser un mensaje.

–Me preocuparía que hubiera unanimidades a la búlgara o a la china, eso sería un síntoma de enfermedad, mientras que el hecho de que haya una opinión crítica es muy sano, habla mucho y bien con esta comunidad universitaria y es muy importante para los que tenemos tareas de gestión, porque necesitas alguien que al final te ponga el espejo delante y que te diga que a lo mejor no estás haciéndolo todo lo bien que crees que lo estás haciendo. Hay que darle el gran valor que tiene ese, yo no diría descontento, sino opinión crítica con nuestra gestión, cosa que es muy razonable y que hay que escuchar, pues nadie está en la posesión de la verdad absoluta, y menos en gestión. Hemos aprobado cinco planes estratégicos con un apoyo abrumador de esa comunidad universitaria expresado a través de sus órganos de gobierno.

–Lo que ya ha dicho Cueva Lovelle es que se necesita un presupuesto mucho mayor.

–El presupuesto en 2013 era de 198 millones de euros. Cuando entramos, en 2021, era de 200, y en 2022 ya subimos a 219. A 242 en 2023 y a 245 en 2024. El crecimiento que hemos obtenido después de acordar y de firmar con el Principado el convenio de financiación plurianual, ha supuesto una actualización del presupuesto de un 8%, al que hay que sumar los porcentajes de subida que se pacten año tras año. Es la primera vez que la financiación del Principado nos cubre el 100% de la nominativa y las nuevas titulaciones, como criminología y deportes, un incremento que también está cubierto.

–¿Qué ha hecho bien en tres años? ¿Se arrepiente de algo?

–No nos arrepentimos de nada. Pero sí nos hubiera gustado ir a más velocidad y haber alcanzado más resultados de una forma más rápida.

–La investigación está en el foco por exceso, se quejan, de papeleo. Se habla de 'toneladas'.

–Desde que estamos nosotros en el gobierno, se ha visto un incremento exponencial de la actividad investigadora y de los resultados investigadores de la univiersidad. Tres datos. El primero, en 2019 los fondos para investigación eran 16 millones de euros. En 2023, fueron 36 millones de euros. Y eso es mérito de nuestros grupos de investigación, pero para que nuestros grupos de investigación consigan todos esos resultados, necesitan una estructura que facilite esa captación. Llegamos a tener casi 200 grupos de investigación acreditados. Y en este momento la Fundación de la Universidad está gestionando casi algo más de 600 proyectos de investigación. Nuestra gestión de la investigación no ha podido seguir el ritmo del crecimiento de nuestra actividad investigadora. Y nuestro reto era precisamente conseguir que esa gestión estuviera a la altura de nuestra investigación. Ahora mismo lo tenemos muy centrado, muy focalizado y que ya se están notando esos cambios para mejor y tenemos que persistir por ese camino.

–Parece que la clave es también que la investigación se transfiera y se aplique en la industria.

–El cambio ha sido radical. Herramientas como Talentuo, que ha aumentado un casi dos puntos, la intención de emprendimiento en nuestros universitarios, o los resultados que tenemos en empleabilidad. Hemos duplicado el número de cátedras de empresa, había 23 y son 45 cátedras de empresa. Colaboramos con más de 200 empresas asturianas. Somos la universidad pública con más grupos de investigación en colaboración con empresas. Tenemos bien enfocado eso, pero todavía queda tarea.

–Al inicio de mandato se prometió trabajar la extensión universitaria a fondo.

–Ha habido un cambio importante. Tenemos ya más de 20 convenios con ayuntamientos para actividades que van desde la difusión cultural a la divulgación científica. Hemos conseguido que el Edificio Histórico sea un gran centro de dinamización cultural y de cultura de vanguardia en Oviedo y en Asturias.

–El personal es un desafío.

–Hemos puesto en marcha Docentia, un programa de evaluación de la actividad docente que es necesario para que puedan acreditar esa actividad docente ante la agencia nacional de evaluación y poder acreditarse a las distintas tipologías de profesorado. Hemos convocado en estos tres años más de 400 plazas. Hemos ido rejuveniciando poquito a poco la edad media de la universidad y hemos incrementado en más de un 10% la presencia de profesorado joven que está formándose. Tenemos más de 200 investigadores e investigadoras en formación.

–La Universidad del siglo XXI tiene que transformarse rápido.

–En transformación digital hemos avanzado a la velocidad que nos permitía la propia estructura de la universidad, pero hemos hecho cosas. Hemos incorporado muchas tramitaciones de forma digital. Teníamos a punto de sacar ya algo muy demandado para las comisiones de servicio, para tramitarlas es telemáticamente, pero el inicio de las elecciones hace que no sea el momento de lanzar esto. La Universidad de Oviedo tramita al año casi 5.000 comisiones de servicio.

–¿Cuál es su gran reto?

–La docencia. Hay una reflexión y un debate a los que les ha llegado su momento, que es cómo queremos enseñar y cómo queremos que aprendan nuestros estudiantes.

–Que cambian más rápido que la propia universidad.

–El centro tiene que ser nuestro estudiantado y lo que necesita. Su perfil ha cambiado radicalmente en los últimos 10 años. Pero no hemos sabido o no hemos podido adaptar la universidad a ese nuevo perfil de estudiante. Y hay que repensar nuestras infraestructuras, nuestras aulas son incómodas desde el punto de vista de esa innovación docente. La Universidad de Oviedo es muy buena en docencia y ahí están los datos, el retorno que tenemos sobre la calidad de nuestros egresados. Pero ¿por qué no ser mejores?

–Sin embargo, ahí siguen las pugnas localistas.

–Es que el debate hoy tiene que ser cómo volver a atraer a los estudiantes a nuestras aulas. Es un debate donde tenemos que involucrar a toda la comunidad universitaria. El estudiante es el centro de ese debate, pero necesitamos a un profesorado que reflexione sobre cómo hace esa docencia, pero también con el personal administrativo y de servicios que se alinée con esos objetivos. Porque sin ellos, sin el compromiso y la involucración de ese personal, en todos estos objetivos fracasaremos con toda seguridad.

–¿Y cómo debe ser esa nueva docencia?

–Intuyo que tiene que ser distinta, pero no lo sé. Por eso necesito ese debate. No es lo mismo cómo se explica, cómo se enseña, cómo se aprende en Medicina que cómo se enseña y se aprende en Derecho, Matemáticas o Filología. Me imagino primero un cambio en la estructura de las aulas. Las aulas no pueden ser de banco corrido atornillado al suelo. Deben tener otras características mucho más tecnológicas, mucho más versátiles. Tenemos que pensar en que al estudiantado hay que darle y tener áreas mucho más flexibles, mucho más abiertos, horarios mucho más flexibles y más abiertos. Que tenemos que aprender a ver en la inteligencia artificial una oportunidad. De hecho, nosotros ya hemos puesto en los campos virtuales a disposición tanto del profesorado como del estudiantado herramientas de inteligencia artificial, que pueden ser muy útiles tanto para enseñar como para aprender. Y estamos dando cursos de formación para que nuestro profesorado esté preparado produciendo la inteligencia artificial. La universidad seguirá siendo presencial, pero tenemos que saber estar presentes en ese mundo digital y virtual donde está nuestro estudiantado. Y debe ser un debate rápido. No podemos estar seis años combatiendo.

–¿Teme una utilización política del conflicto de Minas en la campaña?

–Ese es un descontento. Si es que existe o persiste, más externo que interno. La comunidad universitaria es suficientemente madura, inteligente, como para distinguir quién quiere manipular políticamente una decisión estrictamente académica.

–En 2006 nacieron en Asturias 7.596 niños, que cumplen este año, 18 años. Los nacimientos han ido bajando y en los últimos cuatro años estamos por debajo de 5.000. La Universidad de los próximos dos décadas va a tener que ir haciendo frente a ese descenso demográfico.

–Ese bajón demográfico nos está complicando mucho las cosas. Hemos conseguido mantener la matrícula en el entorno de los 20.000 estudiantes y han funcionado nuestras campañas de captación, tenemos unos 3.600 alumnos foráneos, que no es un mal porcentaje con toda la competencia que tenemos alrededor. Pero el debate del número, en la Universidad, hay que matizarlo, proque no es tan relevante como en primaria o secundaria, donde el número condiciona las unidades educativas. Las universidades hacemos más cosas, sobre todo, investigar, por tanto, la fortaleza de la universidad no sólo se puede medir por el número de estudiantes que tiene, hay que medirla también y, sobre todo, por sus números en investigación. En todo caso, 20.000 estudiantes es un número muy adecuado a la infraestructura que tenemos.

–Si lo queremos mantener, habrá que captar estudiantes fuera.

–Esta universidad tiene prestigio y es un sitio donde merece la pena venir a estudiar, lo que está muy ligado con el debate sobre cómo queremos enseñar y cómo queremos aprender, porque eso nos hará más atractivos para mantenernos en ese número de estudiantes óptimo. Hay un umbral por debajo del cual nuestra infraestructura ya es ineficiente, es decir, ya tendríamos demasiada infraestructura para el número de estudiantes. Lo importante es mantenernos en ese tramo medio, donde tenemos infraestructura adecuada al número de estudiantes para seguir formándoles con la alta calidad y excelencia con la que venimos formándoles hasta ahora.

–Usted ganó las elecciones a García Granda con un 52,4% de los votos en unos comicios en los que no votó ni el 30% y con una participación mínima del estudiantado.

–Ningún partido está ganado hasta que no se pinta el final. No me gusta que nadie tenga la sensación de que esto está ganado. Esto hay que pelearlo y hay que convencer a la comunidad universitaria y hay que persuadirla de que tiene que votar, que tiene que participar. Me preocupa que no participe de una forma mayoritaria porque eso podría significar una especie de desafección hacia la institución. Nos tiene que importar quién va a gobernar la universidad en los próximos seis años. Y que eso tenemos que expresarlo a través del voto.

–Hace tres años usted dijo en campaña que la Universidad de Oviedo debe ser la cabeza tractora y la potencia transformadora de la región. Precisamente, su rival en estas elecciones ha dicho prácticamente lo mismo.

–Yo celebro que el candidato coincida en una visión que teníamos mi equipo y yo de que la Universidad debe ser esa cabeza tractora de Asturias. Con una diferencia: el candidato dice eso porque cree que no somos esa cabeza tractora, y yo, sin embargo, digo eso porque estoy convencido de que somos ya la cabeza tractora de la transformación y el desarrollo de Asturias.