LAURA MAYORDOMO
Domingo, 9 de septiembre 2018, 06:04
Emilio Suero, pastor de la Vega de Ceñal, atesora 90 espléndidos años -serán 91 en apenas tres meses- y recuerdos indelebles en su memoria. Los que compartió hace 24 años con el por aquel entonces Príncipe de Asturias en la entrega del Premio al Pueblo ... Ejemplar a los pastores de los Picos de Europa. A escasos metros de la basílica de Santa María la Real, tras haber estrechado la mano del ahora Rey, Suero rememoraba ayer aquel día de 1994 en el que a él le tocó leer un discurso en representación de los pastores de Amieva, Cangas, Onís y Cabrales. «Éramos varios los que teníamos que hablar y estábamos en fila esperando que nos llegara el turno, pero me parecía que no había muy buena organización porque a mí nadie me dijo cuándo me tocaba. Después de hablar uno que era muy alto, pensé: 'Será el turno mío'. Me puse delante del micrófono y empecé a hablar, pero como no llegaba al micro, no se me oía nada», va relatando, tan vívidamente que parece difícil de creer que hayan pasado 24 años. «Entonces, el Príncipe, que estaba a mi lado, cogió y lo bajó para ponerlo a mi altura», resuelve.
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En aquella ocasión fue también el encargado de hacerle entrega de varios regalos. Entre ellos, un hórreo y una cabaña de piedra. Las fotografías que inmortalizaron aquel momento forman parte ya del album familiar de los Suero, una saga dedicada al pastoreo en Picos. Y de ese album echó mano la nieta de Emilio, Vanesa, para componer un collage con el que ayer, junto a su abuelo, se plantó a la puerta de la basílica de Covadonga. El monarca se acercó a los Suero, con los que ya departía la Reina, acompañada de la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, escrutó las fotografías y, tras estrechar la mano de Emilio, exclamó: «¡Qué recuerdo más agradable!». Era un regalo para el Rey, pero se olvidó de dárselo. Por los nervios y la emoción del momento, pero sobre todo porque su prioridad era entregarle una carta en la que esta joven de 33 años, de Gamoneu de Cangas y empleada en una perfumería de Oviedo, le explica «con mis palabras» la situación en que se encuentran quienes, como sus familiares, mantienen una actividad que es más que una tradición en los Picos. Quería Vanesa que Felipe VI conociera de primera mano las condiciones en que desempeñan su esforzado trabajo diario en majadas y puertos, pero sobre todo, las dificultades de hacerlo en un espacio protegido como el del Parque Nacional. «No mira para los ganaderos, más bien los está echando».
En buena medida era lo que trataron también de explicarle al monarca los cerca de cuarenta pastores que por la tarde se encontraban en el lago Enol. Por cuestiones de protocolo no pudieron entregar su carta al Rey, pero la de Vanesa sí llegó a su destinatario. Ella fue ayer su voz.
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