José Antonio Bosch - Abogado de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la interrupción del embarazo
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José Antonio Bosch - Abogado de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la interrupción del embarazo
«Si el embarazo fuera cosa de hombres, habría varias especialidades médicas para el aborto»Vino a Gijón a presentar un libro de tan complicado nombre, 'Guía Jurídica Práctica de la Interrupción Voluntaria del Embarazo', como de vital uso para quien lo necesite. Pese a que el aborto no está penado en España, José Antonio Bosch (Madrid, 1953), asegura que ... cada año, a entre 90 y 150 mujeres se les prohíbe llevarlo a cabo. Y lo sabe bien, porque es el abogado de la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (Acai).
–Si el embarazo fuera cosa de hombres ¿habría tantos problemas para abortar?
–Yo mantengo que no. Vamos, si el embarazo fuera cosa de hombres existirían hasta varias especialidades médicas dedicadas al aborto. Seguro. Al final, en la sociedad todo está interrelacionado y la dominación de la mujer pasa, entre otras cosas, porque no controle su maternidad. Y no es de ahora, a la mujer se la viene controlando por los hijos desde hace siglos. Todo aquello que suponga el control de la mujer de su propio cuerpo va a ser una lucha feroz. Permanente. De hecho, más de la mitad del planeta sigue poniendo obstáculos a esa libertad de la mujer, a que la mujer tenga el control de su cuerpo. Mientras no tenga el control de su cuerpo, la mujer no dispondrá plenamente de derechos humanos.
–Se ha iniciado una recogida de firmas para que en la Unión Europea, a la que se le supone primer mundo civilizado, se blinde ese derecho de la mujer a interrumpir un embarazo.
–Es un tema árido. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el tema del aborto es muy ecléctico. Porque el hombre no se queda embarazado, insisto. Tiene resoluciones que vienen a decir que reconoce la libertad de los estados para legislar sobre el aborto. Entonces, dentro de esa Europa civilizada y bajo el control del Tribunal Europeo caben tanto países que lo prohiban como países que lo permitan. En lo único que entra el tribunal es si se incumple la normativa de un país en algún caso concreto. Por ejemplo, de Polonia, que tiene una política absolutamente restrictiva, el Tribunal Europeo no dice nada porque considera que el aborto no entra dentro de la Carta Europea de los Derechos Humanos. Lo que para mí es una barbaridad. Porque, no lo digo yo, lo dice el relator de la Naciones Unidas: los derechos sexuales y reproductivos de la mujer forman parte de los Derechos Humanos. Así que mientras tú no garantices eso, estás violando los Derechos Humanos. Pero, al final, esto 'es cosa de mujeres', por eso se siguen permitiendo estas cosas en Europa, la Europa ilustrada y avanzada.
–El retroceso que se produjo en Estados Unidos con Trump, que no ha solucionado Biden, ¿es un aviso a navegantes?
–Sí. En Estados Unidos, como los jueces de la Corte Suprema los designa el presidente y son cargos vitalicios, se van conformando mayorías, la de ahora absolutamente conservadora. Y ha determinado que no le alcanza la protección constitucional a la mujer en cuanto al aborto. ¿En qué se traduce?
–Eso, ¿en qué?
–En que da libertad a cada estado para que decida lo que quiera sobre el aborto. Así que hoy hay 14 estados que tienen prohibido el aborto y cinco que no lo permiten después de la sexta semana. Y lo que te rondaré. Sí, es un aviso a navegantes. Fíjese que en Francia ese aviso fue el que puso en alerta las políticas francesas que dijeron 'Nosotras no queremos que eso pase en Francia', así que blindaron el derecho, lo incluyeron dentro de la Constitución, para que nadie vaya diciendo si tiene protección o no el derecho al aborto y por si llegan grupos más reaccionarios. Que para que esos cambien el derecho al aborto tengan que cambiar la Constitución. Las políticas que lo han llevado a cabo dicen que lo hacen, precisamente, a la vista de lo sucedido en Estados Unidos.
–¿El camino abierto por Francia es el que deberían seguir el resto de países? ¿España se lo podía plantear?
–Yo entiendo que sí. El único problema es que me parecen mucho más civilizada la derecha francesa que la derecha española. Fíjese que hasta Marine Le Pen (líder de la ultraderecha gala) votó a favor de la modificación constitucional. Eso en España es impensable. El camino es ese, que tenga una protección constitucional, pero hace falta una mayoría que no es fácil en los tiempos que corren.
–Si ni siquiera han sido capaces de renovar el Consejo General del Poder Judicial...
–Pues imagínese una reforma constitucional para incluir el aborto. Es algo impensable. Pero cuando se pueda, antes que tarde, habrá que incluirlo.
–En España, donde el aborto es público y gratuito, todavía hay acoso frente a las clínicas.
–En 2022 entró en vigor una modificación del Código Penal. Se introdujo un nuevo artículo, el 172 quater, que penaliza expresamente el acoso a las mujeres en las puertas de la clínica. Nosotros agradecimos la iniciativa, pero ya en su momento dijimos que, quizás, la vía elegida por el legislador no era la más acertada.
–¿Cuál debería ser?
–Entendíamos, como ya se había hecho en otros países, que había que establecer un radio de protección alrededor de las clínicas, en el que no se pudiese practicar ningún tipo de actuación. Igual que no puedes fumar en la puerta de los colegios, tú no te pudieras poner a rezar ni a repartir folletos a la puerta de una clínica. Ahora lo haces a 50 metros y no pasa absolutamente nada. Era una vía para impedir este acoso permanente. La verdad es que son muy pocos, pero muy constantes. Y en todas las clínicas. Y el año pasado y este han tomado territorios en los que no habíamos visto ese acoso.
–¿Por ejemplo?
–En Barcelona. Era una zona en la que no había este tipo de fundamentalistas, pero desde el año pasado los estamos viendo. Siguen creciendo porque estamos en un momento tremendamente reaccionario en el que soplan vientos muy negros. Y siguen creciendo al amparo del dinero público, porque algunos partidos contrarios al aborto que llegan al poder, o que condicionan el gobiernos, están financiado este tipo de organizaciones, lo que les da alas y fuerza para seguir incordiando a las mujeres.
–Esos partidos contrarios al aborto, cuando a nivel personal tienen necesidad de interrumpir el embarazo sí lo hacen.
–Cuando yo era niño y en este país se decía que el aborto era un crimen, las niñas de bien volaban a Londres a abortar. Eso ha sido toda la vida. La gente es contraria al aborto hasta que le toca. Cuando le toca, te llaman. Y de eso experiencia en las clínicas. Lo que pasa es que el derecho a la confidencialidad y la protección a la intimidad nos impide sacarle provecho a esos datos. Pero por supuesto que va gente contraria al aborto cuando su hija de 18 años se queda embarazada. 'Fíjate, le va a estropear la carrera'. 'Le va a truncar la vida', dicen. Lo ven absolutamente necesario.
–¿Cómo un hombre nacido en la España de 1953 se convierte en abogado de las clínicas abortistas?
–(Risas) Tiene un recorrido largo. Mi primer contacto con el aborto fue a través de la Asociación Feminista Mariana Pineda. Yo estoy ya talludito, tuve una formación judeo cristiana propia de mi edad (risas) y era contrario al aborto.
–¿Era contrario al aborto?
–Bueno, por educación y formación. Hasta que tuve capacidad de razonar, mi formación era de nacionalcatolicismo. Pues estas mujeres me explicaron lo que sucedía. Y llegaron los 70, cuando comenzaron los procesos por abortar. Y yo firmé los papeles 'Yo también aborté'. Cuando empecé mi actividad profesional, una amiga de una clínica de Sevilla me dijo 'Mira, José Antonio, tengo un abogado buenísimo, pero está en contra del aborto, así que cada vez que le consulto algo, me siento juzgada'. Y así empecé.
–Usted dice que su libro está escrito para todos los públicos. No sé yo de algo que se titula 'Guía Jurídico Práctica...'
–(Risas) Hombre, es un libro jurídico, menos el primer capítulo, que es histórico. He pretendido hacerlo en un lenguaje asequible. Se dan soluciones concretas a los problemas que se presentan en la práctica.
–Dice la editorial que está prohibido reproducir nada del libro, pero ayer en EL COMERCIO ya lo hicimos.
–(Risas) Eso lo dice la editorial, Aranzadi, pero ustedes tienen mi autorización.
–No sé si habrá multa, pero era obligado reproducir parte de una de sus dedicatorias. Dice usted que dedica el libro 'a todas aquellas mujeres que, viéndose privadas de su derecho a decidir sobre su propio cuerpo, fallecieron a causa de abortos inseguros o fueron estigmatizadas o penadas por abortar. Y de todas aquellas que, en la actualidad, en diversas partes del mundo siguen padeciendo por idénticos motivos» ¿Ha vivido muchos dramas?
–En lo personal, tuve una pareja que tuve que llevarla a Portugal. Era cuando estaba prohibido el aborto en España y aquello fue una cosa tremenda. Sórdido, muy, muy desagradable. Todo lo que diga es poco. Y luego, a través de las clínicas sí he vivido bastantes dramas. Me aterra lo que pasa en países como El Salvador y Nicaragua.
–¿Qué pasa?
–Las adolescentes abusadas que han terminado muriendo en el parto. Hablamos de niñas de 11 años que no podían parir. Ese tipo de barbaridades. Me parece tan salvaje. Y también son dramas los que viven aquellas mujeres que han querido ser madres, pero han tenido que decidir abortar. Es un drama absolutamente intenso, pasan por calvarios de comités clínicos y, en algunas ocasiones, tienen que salir al extranjero porque aquí se lo prohíben.
–¿En España?
–Claro, la ley es igual para todos, pero la interpretación, no. Tenemos 17 interpretaciones.
–¿Hoy, en mayo de 2024, todavía hay mujeres en España a las que no les permiten interrumpir el embarazo?
–Entre 90 y 150 mujeres pasan, cada año, por comités clínicos que no les permiten interrumpir su embarazo en España. Y que terminan haciéndolo en Bélgica. Que con la misma normativa se autoriza el aborto.
–¿Las españolas adultas siguen necesitando tutela?
–Por su puesto. Si es que esa necesidad de que a la mujer hay que autorizarla aún pervive. Muchos no se quieren enterar de que la mujer es dueña de su cuerpo y que no hay otro valor que la decisión de ella cuando se habla de su cuerpo. Para saltarse eso, te hablan del nasciturus y milongas de esas. Es la misma dinámica, aunque suene raro, que cuando se produce un abuso sexual sobre una mujer. Porque el que lo hace dice 'Si ese cuerpo es mío' y lo utiliza. Me hace mucha gracia que ahora están todos preocupados con la demografía.
–¿No es un problema?
–Sí, pero están todos preocupados porque las mujeres paran. El cuerpo de la mujer está dedicado a reproducir o a dar satisfacción, a todo menos que a lo que decida la titular de ese cuerpo.
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