Noelia A. Erausquin
Domingo, 24 de mayo 2015, 23:21
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El PSOE gana en Asturias, pero el abanico de posibilidades que se abre tras los comicios es amplio. La Junta General del Principado que surge de las elecciones autonómicas de este 24 de mayo es la más fragmentada de la democracia y deja en el aire el Gobierno de la región. La suma de fuerzas de la izquierda es mayor, pero la consecución de acuerdos no está garantizada, sobre todo, después de que tanto Podemos como Izquierda Unida hayan cargado duramente contra el Gobierno socialista durante la campaña electoral.
El PSOE vuelve a vencer en la comunidad y su cabeza de lista, Javier Fernández, ya ha anunciado que intentará gobernar, como lo ha hecho este partido en siete de las nueve legislaturas autonómicas, pero para ello cuenta con solo 14 diputados de 45, tres menos que después de los comicios de 2012, y las dificultades en estos años no han sido escasas, tanto que los últimos presupuestos salieron adelante con el apoyo de los populares.
Los socialistas han sido los más votados en las tres circunscripciones, con el 26,4 por ciento de los votos, seguidos por el PP, con el 21,5 por ciento, lo que le da 11 escaños, uno más que en 2012 y recupera la hegemonía del centro-derecha en la región. Los populares han sido la segunda fuerza en las circunscripciones oriental y occidental. Sin embargo, si algo caracteriza a estos comicios es la diversidad de partidos y la irrupción de los llamados 'emergentes'. Podemos entra con ímpetu en la cámara con el 19 por ciento de las papeletas, logra 9 escaños, obtiene representación en las tres áreas electorales en las que se divide el Principado y se convierte en el segundo partido más votado en la zona centro.
En contra de lo que apuntaban las encuestas y de lo que ha sucedido en el resto del país, la candidatura de Izquierda Unida encabezada por Gaspar Llamazares aguanta el empuje de la formación de Pablo Iglesias. Se mantiene como cuarta fuerza en la región y con cinco diputados (11,95 por ciento de los votos). Por su parte, Foro es el gran perdedor de estos comicios. El partido que preside Cristina Coto ha sufrido una auténtica debacle tras el paso atrás dado por Francisco Álvarez-Cascos. De ser la segunda fuerza del Parlamento regional, pasa a la quinta y cae de 12 escaños a solo tres. Recibe el respaldo del 8,22 por ciento de los asturianos, frente al 24,8 de 2012. Además, entra en la cámara regional Ciudadanos con tres representantes (7,13 por ciento), después de la crisis abierta de UPyD, que se convierte en la otra formación perdedora de la noche, ya que desaparece del hemiciclo. Paradójicamente, su único diputado en la última legislatura continuará en el parlamento, eso sí, como número 2 de la formación que lidera Albert Rivera en el territorio nacional.
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En total, seis fuerzas contarán con presencia en la Junta General del Principado, una más que en los comicios de 2012, tras la irrupción de Podemos y Ciudadanos y la desaparición de UPyD, pero en esta ocasión se da otra circunstancia y es que, ante esta fragmentación, varios partidos podrían ser clave y, calculadora en mano, hay diferentes posibilidades de formar Gobierno. Un acuerdo entre el PSOE y Podemos parecería lo más lógico tanto por ideología, como por aritmética, ya que la suma de los diputados de ambas formaciones llega a los 23 de la mayoría absoluta, aunque las matemáticas y la política no siempre dan los mismos resultados y si no que se lo digan a Susana Díaz en Andalucía. Un aspecto que favorece que Javier Fernández pueda repetir como jefe del Ejecutivo es que, en el Principado, al contrario de lo que sucede en esta otra comunidad, la normativa no permite votar en contra del candidato a la investidura, así que, el PSOE, para revalidar el Gobierno, solo necesitaría que no haya un acuerdo entre otras fuerzas políticas que sumen más escaños. Otro asunto es lo fácil o difícil que sea después la gobernabilidad. Si el PSOE se hace con el Ejecutivo en solitario con solo un tercio de los diputados, tendría que pactar cada propuesta que lleve a la Junta para que salga adelante.
Más censo en el extranjero y menos votos
Los resultados que se conocen hoy son los depositados en las urnas durante esta jornada, pero a ellos habría que sumar los del censo de residentes ausentes -más conocido como CERA-. En 2012, el recuento del sufragio exterior fue decisivo. Entonces, un diputado que bailaba en la circunscripción occidental acabó siendo para los socialistas. La suma entonces de los 17 escaños del PSOE, los 5 de IU y el único de UPyD, superaba a un hipotético pacto entre Foro (12) y PP (10). No obstante, en esta ocasión, a pesar de que el censo de residentes en el extranjero ha crecido desde los 89.820 de hace tres años a 106.541, solo 3.969 han pedido participar en los comicios.
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Desde que se implantó el sistema de voto rogado, que obliga a cumplimentar el trámite previo de solicitud de la papeleta, los datos han ido a la baja. En la convocatoria de 2007, la última antes de que se implantara este mecanismo, más de 15.000 expatriados ejercieron su derecho al sufragio. En 2012, la última cita con las urnas, solo 4.826 pidieron la papeleta y únicamente 2.863 la remitieron de forma efectiva. Las expectativas para estas elecciones son aún peores, aunque para conocer los datos concretos, habrá que esperar.
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