Noelia A. Erausquin
Viernes, 15 de mayo 2015, 15:11
Fue una visita completa. En poco menos de dos horas en Oviedo, Mariano Rajoy recibió saludos, besos, aplausos, gritos de ánimo y también insultos, pitos y quejas. Todo muy maniqueo, dividido entre el amor y el odio. El presidente del Gobierno, de campaña en Asturias, comenzó su visita en la ludoteca del Espacio Coworging Talud de la Ería, donde una decena de niños de unos dos años le esperaban entre canciones y globos, ajenos a cualquier tipo de protocolo e incluso al revuelo mediático que les rodeaba. Fuera, nada ajenos, unas setenta personas protestaban. Eran miembros de la 'Asamblea de Trabajadores en Lucha' y de otros colectivos, muy críticos con la suspensión del mitin que tenía programado el Partido Popular para esta mañana en el teatro Filarmónica. Andáis escondiendo a Rajoy por ahí, estáis jugando a la gallinita ciega, fueron algunos de los gritos que lanzaron megáfono en mano y a unos 200 metros de la entrada del recinto, tras una valla y varias pancartas en las que se podía leer emburriando un cambiu social, no a la reforma laboral, no a la ley mordaza, no a la corrupción o No corruPPción, entre otras.
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El presidente del Gobierno, acompañado por el vicesecretario de Organización y electoral del Partido Popular, Carlos Floriano, participó en un acto con motivo del Día Internacional de la Familia, y en el que también intervinieron el alcalde de Oviedo y candidato a la reelección, Agustín Iglesias Caunedo, y la presidenta del PP y cabeza de lista de la formación al Principado, Mercedes Fernández.
Tuve el gusto de vivir en Oviedo dos años, de eso hace mucho, pero algo se me habrá pegado, fue una de sus pocas referencias al Principado. Después, tocaba paseo por el centro de la ciudad. La cita era en la confluencia de las calles Gil de Jaz y Marqués de Pidal, donde, antes de su llegada, agentes de la Policía, periodistas y representantes del PP llamaban la atención de los paseantes. ¿Quién viene?, ¿Qué es lo que pasa?, preguntaban, y a la respuesta de el presidente del Gobierno, algunos torcían la cara y se iban refunfuñando y otros decidían esperar con lo que el revuelo iba aumentando y más, cuando también llegó parte del grupo que se había manifestado antes.
Mariano, no metas más la mano, dimisión, corrupción, fuera, fuera o chorizos fueron algunas de las proclamas con las que recibieron al presidente del Gobierno, a Mercedes Fernández, al alcalde de la capital y al resto de la comitiva, hasta que la Policía contuvo al grupo, poco antes de llegar a Uría. Entonces, los gritos de presidente, presidente se empezaron a oír, sobre todo entre los más jóvenes de sus acompañantes, mientras que Rajoy saludaba a las personas con las que se encontraba y que veían sorprendidas cómo el jefe del Ejecutivo pasaba a su lado. También se detuvo con algunas, sobre todo para fotografiarse, la mayoría mediante 'selfies'. Tras descender por Doctor Casal, giró en la calle Campoamor y allí se detuvo en la Taberna Alea, donde pidió un cortado. Llegaba el momento de atender a los suyos y más 'selfies' e instantáneas, como la que se hizo con el candidato del PP de Gijón, Mariano Marín, o con la presidenta de Hunosa, María Teresa Mallada. El local se quedaba pequeño y muchos, como Floriano, decidían esperar en la calle. Otros abarrotaban el establecimiento. Allí estaban los senadores Isidro Fernández Rozada y Laura Sampedro, los diputados en el Congreso Carmen Maniega y Ovidio Sánchez, la diputada en la Junta Susana López Ares, la candidata del PP en Siero, Beatriz Polledo, o el presidente del PP de Langreo, Rafael Alonso, entre muchos otros.
Y al inicio de la calle, tras dos filas de agentes de la Policía Nacional, seguían las protestas. Nos gustaría tener aquí a Mariano, no a la Policía o contra la reforma laboral, gritaban y también Movistar, aquí estamos, cuando quieras negociamos, ya que entre los manifestantes se encontraban trabajadores de las subcontratas de esta empresa de telefonía.
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El café duró unos veinte minutos y a él, bajo un leve 'orbayu', le siguieron los saludos y las fotos con paseantes y también con los responsables de los establecimientos de la calle Campoamor . Hubo el que echó en falta que no paseara en bici, como con Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes, y quién le recordó a gritos y desde lejos la trama Gürtel, pero Mariano Rajoy, sobre todo, atendió a su 'público' y al final de la calle ya le esperaba un coche para abandonar Asturias. Esta tarde, sigue la campaña en Galicia.
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