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Pioneros. Por la derecha, los doctores Saavedra (analista); De la Fuente; Alonso (embriólga) con Eduardo en brazos; Ochoa (andrólogo); Lastra (ecografista); Falito (anestesista); Vital (anestesista) y Catellanos (urólogo).
Eduardo, el primero de miles de bebés

Eduardo, el primero de miles de bebés

Treinta aniversario. El 26 de mayo de 1991, un bebé gijonés se convertía en el primero nacido mediante fecundación in vitro. El Cefiva había logrado un hito en la reproducción asistida

OLGA ESTEBAN

Martes, 11 de mayo 2021, 01:40

Eduardo cumplirá 30 años el próximo 26 de mayo. Sin duda, será un día de celebración en su casa. Lo que le diferencia del resto es que el cumpleaños de Eduardo es también una celebración para la ciencia y la medicina. Su 30 aniversario es el 30 aniversario del primer niño 'probeta' nacido en Asturias. El primer bebé in vitro de la región. Casi un milagro para un momento en el que aquellas técnicas de fecundación sonaban a ciencia ficción, cuando sus defensores, con una «fe casi religiosa» en lo que hacían, tuvieron que superar obstáculos científicos, económicos y morales.

Pedro de la Fuente, confundador del Cefiva junto con Carlos García Ochoa (ya jubilado), es el único que permanece en el centro de aquel equipo de ocho personas que en mayo de 1991 se fotografiaban, sonrisa en ristre, con el pequeño Eduardo. La doctora Nieves Alonso sostenía en brazos al bebé que había demostrado que aquello que perseguían De la Fuente y García Ochoa, que intentaron una y otra vez, hasta treinta, podía ser una realidad. Había sido un año y medio «muy duro». Las fecundaciones in vitro habían comenzado en Asturias en el verano de 1989. Antes de eso habían tenido que conseguir financiación y un centro hospitalario donde realizar las intervenciones a las mujeres (la extracción de óvulos se hacía mediente laparoscopia, con anestesia general). Y superar el «estigma social», explica García Ochoa. Lo que nunca faltó, coinciden ambos, fue «nuestra tremenda fe y vocación» en lo que hacían y la confianza de aquellas parejas que se pusieron en manos de uno de los centros pioneros en reproducción asistida en España. Una confianza que aún agradecen, teniendo en cuenta lo costoso de los tratamientos y la «lucha interna» que muchos tenían, entre su deseo de ser padres y el mensaje «que lanzaba la Iglesia sobre que esos hijos no eran fruto del amor de la pareja».

Pedro de la Fuente, aún en activo, en el Cefiva en Oviedo. rojas

Una confianza que suponía someterse a duros tratamientos y a aquella operación para la extracción de los óvulos que después eran trasladados en una estufa «comprada en Alemania, que se enchufaba en el coche», hasta la sede del Cefiva. En el laboratorio, los óvulos eran fecundados con el esperma del marido.

Tuvieron que superar problemas económicos y el «estigma social» y hacer 29 intentos antes de lograr el primer embarazo

Aquellos dos pioneros habían trabajado mucho para llegar allí. Se habían formado y siguieron haciéndolo en España (especialmente en Cataluña) y fuera de nuestras fronteras. Los medios, los laboratorios, los controles de calidad... Nada era como hoy en día. Y durante más de un año conseguían embriones (es decir, fertilizar los óvulos) pero no que los embarazos salieran adelante. Y surgían dudas, claro. «¿Lo estaremos haciendo bien?»

La respuesta era que sí. Y después de lograr aquel primer embarazo llegaron muchos más. De la Fuente sigue en contacto con Eduardo y con su madre, con los que ha hablado recientemente. Nunca más, desde aquella foto siendo un bebé de apenas unos días, han querido aparecer en público. Pero su agradecimiento sigue intacto, como entonces, y aquella mujer que confió ciegamente en el Cefiva para ser madre pese a la obstrucción de sus trompas, lo dejó por escrito, en esta cara que De la Fuente conserva y que ella ha autorizado a publicar, sin que aparezca su nombre.

«Gracias a usted y a su equipo tengo lo más importante de mi vida, mis dos hijos», dice la emotiva carta, en la que expresa el «eterno agradecimiento» y su desea de que sigan «cosechando éxitos en su profesión, llevando la felicidad a familias que, como yo, deseen realizar el sueño de la maternidad». En su segundo embarazo, la madre de Eduardo ya no necesitó ningún tratamiento de fertilidad, algo que, según explica De la Fuente, han vivido en más ocasiones.

El sueño de aquella madre se ha materializado, en estos 30 años, en miles de partos. «He perdido la cuenta», dice Pedro de la Fuente. Pero, pese a todo lo avanzado en estos años, Ochoa admite que aún ahora, en ocasiones, cuando se cruza por la calle con alguna de aquellas parejas, tratan de no saludarle. Quizás cuando tuvieron a sus hijos, hace ya 25 o 20 años, no contaron a nadie toda la verdad.

Desde entonces los avances han sido muchos y muy significativos. Las parejas han cambiado. La edad de las mujeres que son madres se ha retrasado. Peor algo sigue intacto, la «emoción» por Eduardo y los miles que le siguieron.

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