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a. villacorta
GIJÓN.
Miércoles, 20 de diciembre 2017, 00:47
Casi dos décadas después de ser descubierto por Paz Cifuentes y Victoria Álvarez, dos amigas que pescaban en un pedreru, y 154 millones de años más tarde de que se pasease por Asturias, el dinosaurio mejor conservado encontrado en la región hasta la fecha y al que los vecinos de Quintueles bautizaron rápidamente como ‘Quintín’ fue sometido ayer a un escáner en un hospital veterinario gijonés. O, para ser todo lo precisos que exige la ciencia, a un TAC (o Tomografía Axial Computarizada) que permitirá despejar todas las incógnitas que aún rodean a este reptil del Jurásico Superior que quedó atrapado en un bloque de arenisca de dos toneladas y media y que, en 2012, tuvo que ser evacuado del acantilado donde estaba incrustado a bordo de un helicóptero ‘chinook’ del Ejército de Tierra, con base en Colmenar Viejo.
Los expertos sostienen que su cuerpo pudo ser arrastrado por la corriente de un río y que quedó sepultado durante una gran crecida entre la arena. De ahí su disposición anatómica, retorcida. Un bloque primigenio con sus fósiles que hoy ha quedado reducido a otro de 110 kilos que ayer fue introducido con sumo cuidado y una buena dosis de emoción colectiva en el tomógrafo del Hospital Veterinario Asturpet por un grupo de especialistas encabezado por José Carlos García-Ramos, al mando del equipo científico del MUJA, y Laura Piñuela, una de sus principales investigadoras, que recordaba lo que ya nos ha dejado saber ‘Quintín’.
«Estamos ante un esqueleto parcial de un dinosaurio ornitópodo, vegetariano. Normalmente eran bípedos, pero con las extremidades anteriores lo suficientemente fuertes para poder apoyarlas, así que a veces podían desplazarse con las cuatro. Se ve parte de la columna vertebral, con varias costillas, un fémur y parte de los huesos del pie, y el estado de conservación es excepcional».
Hasta ahí, las certezas. Pero lo que ahora pretenden desvelar los científicos son detalles como «a qué familia pertenece y tal vez su género o que patologías sufrió», explicaba García-Ramos, que se atrevía a formular en voz alta una hipótesis que era también una suerte de deseo:«No hay muchos dinosaurios ornitópodos en Europa, así que este estudio tiene mucho interés por esa razón. Y tendría todavía más si, al final, resultase ser de una especie distinta a las que ya conocemos».
Como primer paso, la idea del proyecto es extraer por completo los huesos –que han sido previamente tratados por el equipo científico y por la geóloga Irene Sánchez Cela– del bloque de arenisca, «un material que tiene escaso contenido en carbonato, lo que dificulta su preparación mediante el ataque químico con ácidos».
Y, a la hora de combatir ese problema, es donde entra en juego el TAC, que permite obtener una reconstrucción tridimensional de los restos para intentar una primera clasificación. Y, de paso, con la reconstrucción 3D, también se puede conocer la profundidad exacta a la que están enterrados los restos dentro de la roca, lo que permitirá al equipo investigador conocer su posición exacta y proceder a su ‘excarcelación’ sin riesgo de dañarlos, una operación que exige la máxima precisión. «Primero, con una radial y, después, con una aguja neumática, como la de un dentista, con la que se irá excavando el bloque por el otro lado para verlos completos».
Ya una vez extraído de la roca, el vertebrado será analizado por Oliver Rauhut, del Bayersiche Staatssammlung Center de Munich, que visitó el MUJA hace solo unos días y que está considerado «una de las máximas autoridades en dinosaurios de Europa». Un análisis que es pionero en Asturias, ya que «solamente se había hecho algo similar en el Hospital Álvarez-Buylla de Mieres hace años, con un escáner mucho más antiguo y con una vértebra aislada».
Pero ‘Quintín’ no estuvo solo bajo la lupa del tomógrafo, en el que «tuvo que utilizarse mucha más potencia de la que se emplea habitualmente con los tejidos blandos de los animales, porque la roca es mucho más densa», contaba el veterinario José Mario Larrinaga, sino que el análisis incluyó un segundo bloque. Este, de 40 kilos y que contiene vértebras articuladas y huesos de la cadera de otro ejemplar hallado en Villaverde, al este de playa España, también en Villaviciosa. Aunque, en su caso, la información es aún más escasa, porque «no se sabe ni siquiera de qué dinosaurio se trata».
Los científicos aguardan expectantes los resultados antes de que ‘Quintín’ y su coetáneo puedan ser expuestos en el MUJA «quizá el año que viene o el siguiente» en lugar de sus réplicas. Y, mientras tanto, los dinosaurios seguirán allí, a la espera de la luz que arrojen las imágenes de alta definición 154 millones de años después.
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Javier Bienzobas (Gráficos) y Bruno Parcero
Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
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