Día Mundial contra el Cáncer | «Me ofrecieron jubilarme a los 43 años»

El tratamiento: radioterapia, quimioterapia y una cirugía mayor «importante», tras la cual necesitó una baja de cinco meses. «En aquel primer momento me ofrecieron jubilarme. Pero uno de los problemas de este tipo de enfermedades es que si te retiras tan pronto, la pérdida económica es importante y mis dos hijos eran entonces muy pequeños. Tenían seis y nueve años». Y eso, añade, que está en mejor posición que otros pacientes. «Soy funcionaria de carrera y tengo mi plaza en propiedad, pero para los pacientes que están trabajando con un sueldo base y cuya nómina es la única que entra en casa, es un problema. Lo es aunque tengas toda la asistencia sanitaria y todos los medicamentos para pacientes crónicos a tu disposición».

Una década después, la enfermedad se ha vuelto crónica. Pero en este periodo ha habido momentos para todo. Fases en las que no ha tenido que recibir tratamiento alguno, otras en las que ha necesitado quimioterapia, «pero iba a la sesión el viernes, me recuperaba el fin de semana y regresaba el lunes», y aquellas en las que tuvo que regresar al quirófano y que supusieron «bajas más cortas de un mes». Aunque nunca ha dejado de trabajar, porque el trabajo le ayuda a afrontar la enfermedad.

¿Hay empatía y comprensión en el entorno laboral? «Sí, el 95% de los jefes y compañeros nunca me pusieron un problema. Luego siempre hay alguna persona que se empeña en matarte», dice tirando de buen humor y recordando los inicios de la enfermedad. «Mi sustituta me llegó a decir: 'Habrá que organizar el servicio, porque no sé si tú vas a volver o no'. Lo hacen sin mala voluntad, pero esa incertidumbre es una realidad, aunque cueste aceptarla. No sabes lo que va a pasar».

Hace solo unos días que Begoña fue designada directora general de Transinsa, concesionaria del transporte sanitario de Asturias. «La he conocido en sus distintas responsabilidades a lo largo de veinte años, por lo que sé que es una persona con talento y muy válida», afirma su consejero delegado, Carlos Martín Paniceres. Begoña asume el reto «muy contenta, porque ves el sistema desde fuera y aprendes cosas nuevas».

Ahora se encuentra «muy bien» tras una fase 'post-quimio'. «Hemos pactado un horario que no me haga cansar y la posibilidad de poder trabajar desde casa». Le gustaría que el ejemplo cundiese entre el resto de empresarios. «Empresas y pacientes tienen que hablar, porque cada enfermo es un mundo y las necesidades de conciliación, diferentes. Hay quien necesitará una baja de una semana y otro entrar una hora y media más tarde porque está más cansado, salir una hora a hacerse una analítica o trabajar unas horas en casa...». La experiencia que aporta la enfermedad, subraya, es «muy aprovechable» dentro de los equipos. «Tengo una visión distinta. Ahora priorizo, busco soluciones, trabajo por objetivos... Esto ordena la mente y la capacidad de trabajo».