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Lucía R. Lorenzo
Viernes, 3 de julio 2020, 07:59
Elementos de protección como los guantes y mascarillas aparecen tirados pero no en los contenedores: a la entrada de supermercados, en ríos, playas y otros entornos naturales generando contaminación. Esta es una de las advertencias que plantea el naturalista asturiano Luis Laria tras la ... situación generada por el coronavirus. Hoy por el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, el fundador de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma) y director del Parque de la Vida organiza una visita guiada esta tarde por el paisaje protegido del Cabo Busto. «Observaremos la fauna marina y terrestre, la flora, y durante todo el recorrido recogeremos los residuos que nos encontremos», detalla.
En este ámbito, Laria recuerda actuaciones que llevó a cabo como la campaña 'La bolsa o la vida'. Antes poner en marcha esta actividad, ya se dedicaba a explicar a los más jóvenes porqué no podían tirar un plástico al suelo. «Les enseñaba fotografías de necropsias de una ballena que se murió por ingerir un montón de plástico. También les decía que cuando fueran adultos y quisieran ser padres quizás no pudieran, porque el plástico que mata a esa ballena no se queda ahí, sino que se comporta como un virus convirtiéndose en micro y nanoplástico. Este último genera problemas cancerígenos, neurológicos, fisiológicos, de cualquier condición», advierte.
Tras desatarse la pandemia, considera que este «es un momento de quietud, un 'standby', ante lo que se nos va a venir encima». Después del parón generalizado en la producción, advierte que «se va a intensificar la actividad generando contaminantes, las propias administraciones van a minimizar los controles que existen en materia de filtrados, emisiones, desgaste medioambiental, entre otros. Las empresas tendrán que dedicarse a sacar adelante esta situación y querrán alcanzar una productividad desaforada». Para ello, detalla que tendrán que «garantizar puestos de trabajo y se va a minimizar cualquier tipo de inversión dirigida a mejorar la producción en el medioambiente». Ante este escenario y si las actuaciones van por este camino, lamenta que «retrocederíamos veinte años en cuestiones de respeto a la naturaleza y educación medio ambiental».
Cambio climático
En este sentido, recuerda que el coronavirus no es el único peligro que acecha a la humanidad y provoca fallecimientos. «El cambio climático conlleva una muerte silente porque no vemos las aglomeraciones en los hospitales», expresa. En esta línea detalla que «el cambio climático va a fomentar muertes inmediatas, desde enfermedades a traslocaciones de origen natural como pueden ser las tormentas, los cambios en las condiciones de habitabilidad, las plagas, la desertización, la deforestación e incluso incendios totales provocados por causas naturales». Por otro lado, señala que la contaminación produce entre treinta y cuarenta mil muertes directas. «Entre los fallecimientos indirectos se encuentra el cáncer, la silicosis, las enfermedades pulmonares que, todas ellas, están supeditadas a valores medioambientales», expone.
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