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MARLA NIETO
GIJÓN.
Domingo, 26 de abril 2020, 01:34
La cuarentena está haciendo que mucha gente dedique parte de su tiempo libre a mejorar la alimentación. Sin embargo, para las personas que padecen desórdenes alimenticios, este momento no está resultando nada beneficioso, sino todo lo contrario.
Sonia Rubio, psicóloga de la ... Asociación Contra la Bulimia y la Anorexia Nerviosa (Acbaner) en el Principado, cuenta en qué punto se encuentran sus pacientes. «Es difícil para ellas, sobre todo si viven con familiares, pues se crean conflictos, ya que éstos les presionan e intentan controlarles las comidas. Antes podían arreglárselas para no coincidir con ellos a la hora de comer, o lo hacían fuera de casa», explicó.
Otro de los problemas que les está marcando a quienes padecen algún trastorno de la alimentación es «el bombardeo constante que hay en las redes sociales con eso de que cuando todo esto acabe, cada persona vamos a engordar, de media, unos cuatro kilos. Esa información para estas chicas -porque la gran mayoría son mujeres- es terrible. A nadie le gusta perder la forma física, pero mucho menos a ellas».
Uno de los consejos que esta experta en la materia da a quienes sufran algún desorden en su dieta es «que no acumulen comida en la nevera y la despensa. Son días de hacer compras grandes y eso, para ellas, es malo, porque les da la opción de comer de forma compulsiva».
Paradójicamente, a diferencia de lo que Sonia pensó en un principio, las chicas «no están haciendo deporte. La mayoría tenía una rutina de ejercicio, pero en esta situación no la siguen. Entonces, al estar inactivas, todavía se sienten más culpables. No sé qué sucederá cuando esto acabe, si les habrá servido para reflexionar o si empeorarán».
Desde hace unos años, el perfil de las mujeres con anorexia o bulimia ha cambiado: «Antes eran chicas más jóvenes, pero ahora vemos muchos casos de mujeres de entre 30 y 40 años. Lo que sucede es que se les exige mucho, que sean madres, parejas y trabajadoras perfectas, y como no pueden estar al cien por cien con todo porque no solo depende de ellas, se escudan en la comida, que es algo que sí pueden controlar de forma individual. Lo usan como un castigo».
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