El director de orquesta Mariano Rivas, con sus partituras.

«Estoy deseando ver a mi familia y tomarme un culín»

Los asturianos que viven fuera cuentan las horas para volver a casa con ganas, sobre todo, del reecuentro con los más allegados

EUGENIA GARCÍA

GIJÓN.

Sábado, 20 de junio 2020, 01:01

'Vuelve al paraíso', invita el eslogan de las campañas turísticas del Principado. Una llamada que a partir de mañana atenderán miles de asturianos de la diáspora que quedaron 'atrapados' por el estado de alarma en sus lugares de residencia. Las restricciones impuestas ... obligaron a cancelar viajes, alterar planes y, seguramente lo más duro, dejar de ver a la familia durante varios meses. El éxodo asturiano en la era tecnológica dista mucho del de hace décadas, cuando un viaje a otra región era casi para siempre y el regreso a Asturias solo podía soñarse, pero la incertidumbre ante la pandemia ha hecho especialmente «duros» estos tres meses para los que están fuera y tienen aquí sus raíces.

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Borja Zurrón, metiendo al Sporting en su maleta

Muchos, más de 42.000, viven en el epicentro de la crisis. El director de orquesta Mariano Rivas regresó a Madrid en autobús el domingo 8 de marzo, tras pasar unos días en Gijón visitando a sus padres y gestionando con el Teatro Jovellanos futuros compromisos. Cree que pudo haber sido en el trayecto de ida donde se contagió de coronavirus. O quizá en el Teatro de la Zarzuela, que había visitado días antes y donde un brote se cebó con las coristas. En cualquier caso, no regresó a la Escuela Superior de Canto de Madrid, donde es catedrático de concertación, y pasó el confinamiento «desarrollando una metodología para poder calificar a los alumnos». Para sacudirse de encima la pandemia, «quería volver mañana mismo, pero no tengo muy claro si se puede, así que igual espero al lunes». Aprovechará para ver a sus hermanas y sus padres, pasear, «y pegarme un baño en San Lorenzo».

Carla Rodríguez, lista para volver a Avilés

La familia y la playa, por ese orden, es también lo que más añora Borja Zurrón, a quien el estado de alarma le pilló a punto de lanzar 'Mexas', una marca 'online' de calzado hecho a mano en México que finalmente salió a la venta el 16 de marzo y con la que recaudaron fondos para la lucha contra la COVID-19. «Pensé en volver a casa, pero tras mucho hablarlo con mi madre, y pese a que estoy empadronado en Gijón, me quedé». En la decisión pesó un sentido de «responsabilidad cívica» y el tiempo demostró que fue la acertada. «Menos mal que no volví, porque habría sido imposible gestionar el negocio». Cuenta las horas para que levanten las restricciones, ya que «mi socia y yo acabamos de externalizar todo el tema logístico que nos ataba a Madrid, lo que me permitirá quedarme un tiempo en Asturias».

«Loca por volver» se confiesa la avilesina Carla Rodríguez, quien planeaba venir el fin de semana que declararon el estado de alarma. No sabe si pasó la enfermedad, pero sí tuvo síntomas y no quiso arriesgarse a volver. «Desde luego, no esperaba que fueran a pasar tantos meses sin ver a mis padres, mis abuelos, mis amigos de siempre... ¡y mi pareja!». Muchas videollamadas y 'whatsapps' después, el reecnuentro se producirá el lunes, en León, adonde se desplazará en AVE, ya que «el lunes por la mañana tengo que ir a la oficina y no hay trenes por la tarde». «Lo primero será ver a mi familia, pero ¡también me muero por tomar un culín!», confiesa.

El luanquín Pablo Gil, terminando el equipaje

El luanquín Pablo Gil, que lleva sin ver a la familia desde Navidad, está ya en busca de transporte -«hay mucha demanda»- para volver y aprovechará que 'teletrabaja' en el sector digital para pasar el verano en Asturias, disfrutando sus rutas de montaña, corriendo por Gozón y viviendo «el ambiente veraniego» que ya se empieza a respirar. Le preocupa la 'madrileñofobia' y pide a los asturianos que no sean distantes con los que vuelven, que, recuerda, emigran «en busca de oportunidades».

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Mercedes Martínez termina de preparar su maleta

A Mercedes Martínez, de Colloto, la pandemia le pilló fuera por otros motivos: «Vine a ver a mi novio a Mallorca y me tuve que quedar». Maestra de infantil en Mieres, regresa pasado mañana en avión, haciendo escala en Madrid «porque hasta julio no hay vuelos directos», para cerrar el curso más atípico que recuerda. La familia es su prioridad, pero «echo mucho de menos la comida». Y aunque Mallorca no es mal sitio para pasar el confinamiento, añora «hasta que llueva bien, de verdad, y el clima frío». Como en la 'tierrina', en ningún sitio.

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