OLGA ESTEBAN
AVILÉS.
Martes, 2 de agosto 2022, 01:07
Es esta una «edición muy especial» de los cursos de La Granda. «Casi medio siglo», 44 ediciones, «fruto del trabajo, acierto, talento y categoría intelectual» de sus promotores. Un «éxito para Avilés y para Asturias», en boca de quien se estrenaba en el cargo ... de presidente, Benigno Pendás, en esta vuelta a la normalidad de una edición que llega con novedades y que arrancó con un clarísimo mensaje de apoyo a la Constitución española. En «tiempos convulsos», dijo Pendás, de retos y desafíos, es momento de «reforzar nuestra apuesta por los valores superiores de nuestra Constitución», por los de la Transición, que es «una historia de éxito» y por la «concordia». Se refería el director de La Granda al «espíritu de Jovellanos», al «patriotismo, el esfuerzo, la ética, a hacer cosas y no quedarse solo en la retórica...». Toda una declaración de intenciones, reforzada por el nombre de quien pronunció la conferencia inaugural: Miguel Herrero de Miñón, ponente de la Constitución española. Y por el resto de intervenciones de la jornada. Como la de la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, quien señaló la importancia de la Carta Magna para «poder celebrar actos como este, porque recoge el derecho de todas las personas a expresar sus ideas y opiniones». «No podemos iniciar estos cursos sin reconocer el valor y la vigencia que reside detrás de la Constitución, especialmente en estos momentos de dificultades», aseguró la primera edil, quien instó a los responsables de La Granda a recuperar el espíritu inicial, «transformador y humanista» de los encuentros. La edil avilesina abogó por buscar grandes espacios de encuentro en medio a la crisis económica, la guerra en Ucrania, la transición energética, la situación demográfica, los fondos europeos...
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Pero, sin duda, la mayor defensa de la Constitución la realizó ayer uno de sus autores, Miguel Herrero de Miñón, ponente constitucional, que dejó muy clara su postura incluso antes de empezar la charla: «Una Constitución no es ni vieja ni nueva. Si funciona, funciona. Y la nuestra funciona», dijo tajante. No es necesario cambiar nada, insistió. Y añadió: «Los que quieren cambiarla nunca dicen qué quieren cambiar y eso es una gran estupidez». Respecto a algunos artículos en concreto que determinados sectores ponen en duda, como los referidos a la Monarquía, Herrero de Miñón fue contundente: «Quienes los ponen en duda jamás ganan unas elecciones. Cuando las ganen, que expresen sus dudas».
Respecto a todo lo referente a las autonomías, considera que «esas cosas dependen del sentido común de quien aplique la Constitución». E hizo también una firme defensa de la Ley Electoral, «una de las mejores que hay en Europa. Tenemos elecciones pacíficas desde 1977, con resultados que nadie pone duda ni cuestiona, algo que no sucede en Estados Unidos. ¿Por qué se va a cambiar algo que funciona bien?».
Durante su conferencia, Herrero de Miñón habló de nación, porque «sin nación no hay Constitución», pese a ser consciente de que «el nacionalismo tiene mala prensa». E hizo referencia a las cuatro grandes brechas que ha sufrido España en los últimos siglos.
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Primero, monarquía frente a república. Segundo, laicismo frente a confesionalidad: «Es de esperar que con el sentido común de la autoridad civil y eclesiástica, que también la necesita, siga funcionando». En tercer lugar, el centralismo frente a la autonomía, cuestión en la que, admitió, «hay una gran tensión», a su juicio porque «los pactos autonómicos han realizado una mutación constitucional, que impuso la homogeneidad de los regímenes autonómicos sin atender a la heterogeneidad social subyacente». Herrero de Miñón aboga por afrontar esta situación de forma «pacífica, cordial y sensata, que no es la que ha decidido unilateralmente Cataluña». La última brecha que explicó: la de los derechos sociales frente a los fundamentales.
El ponente constitucional defendió, al fin, la Constitución como un valor en sí mismo» y abogó por una «nación sempiterna». Por su parte, el director de La Granda hizo un llamamiento para «volver a la concordia», llamamiento que hizo expreso a «los partidos sistémicos, los que sostienen institucionalmente el sistema, cerrando la puerta a los extremismos, radicalismos y populismos, que solo tienen huecos cuando los grandes partidos no dan soluciones a los ciudadanos».
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