M. VARELA
CALEAO.
Lunes, 27 de enero 2020, 01:15
El pueblo casín de Caleao recibe un buen número de visitantes todos los fines de semana. Algunos van de visita y otros tienen allí su refugio de ocio, mayoritariamente debido de sus raíces familiares. Todos coinciden en su preocupación por el deterioro de la techumbre de su iglesia, Santa Cruz la Real.
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Dicen no entender cómo después de que se cayeran las primeras tejas tras una nevada en febrero de 2018, nadie haya dado un paso para remediar esta situación. Ahora están a la espera de que el Principado licite de urgencia los trabajos para fijarlas y se palíe, así, la «nefasta restauración que se hizo en 2015». El siguiente paso, sostienen, es que «denuncien a la empresa y se cambie todo el tejado, porque esas tejas no sirven para una zona de montaña donde la nieve es habitual».
Hacen esta petición amparándose en que «la primera nevada tras la restauración puso de manifiesto los problemas de la techumbre. En Caleao, cada tres o cuatro años cae una buena nevada porque es un pueblo que está en la montaña y no lo han tenido en cuenta».
Un mes después de una reparación de urgencia, en marzo de 2018, volvían a caerse. El Ejecutivo asturiano reconocía entonces fallos en las obras de reparación y responsabilizaba a la empresa que las ejecutó. Sin embargo, la compañía no lo comparte y no tiene intención de hacerse cargo, por lo que, con toda probabilidad, el asunto terminará en los tribunales.
De esta forma, sin ninguna reparación desde 2018, hace menos de un mes se repetía el contratiempo: las tejas caían de nuevo. Algunas siguen en el suelo y otras, rotas, en la techumbre a punto de desprenderse.
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Mientras esperan por esa obras de urgencia, se preguntan: «¿Qué hace el Arzobispado, que es el dueño de la iglesia, para que no siga deteriorando? Debería ser la primera interesada en que se corrija este desaguisado», apuntan los vecinos.
Creen que la razón de este silencio está en que cuando Patrimonio decidió acometer esta restauración, no pidió permiso ni opinión al Arzobispado.
A pesar de ello, subrayan que «desde 2018 ha tenido tiempo de pedir explicaciones al Principado y de venir a hablar con los vecinos, porque desde el Arzobispado es consciente del cariño que tiene todo el pueblo a la iglesia. «Igual no acudimos todos a misa, pero nuestra iglesia, que nos la reparen», decía ayer uno de los residentes. Se sienten solos en la defensa de su templo.
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Los vecinos recuerdan que la iglesia tiene un importante patrimonio que conservar, y son conscientes de que, «de continuar deteriorándose el techo, las humedades que ya se comienzan a ver aumentarán y podrían afectar al retablo mayor y a las pinturas de la bóveda, que datan del siglo XVIII».
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