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MARTA VARELA
Domingo, 25 de junio 2023, 01:31
El trabajo de 'postiador' fue imprescindible en la mina. Hoy, con las explotaciones carboníferas bajo mínimos, esta figura, junto al resto de labores dentro y fuera de la mina, está llamada a desaparecer. Pero los entibadores se resisten a aceptar esta situación y, afincados en los concursos, continúan mostrando sus habilidades a los asturianos y visitantes. Son la cara más visible de lo que fue el trabajo bajo tierra. Carlos Javier Fernández, miembro del club Entibadores del Caudal que organiza la cita mierense, explicaba que «en la actualidad quedan menos de una veintena de parejas de entibadores con una media de edad que supera los 50 años, y sin gente que venga detrás».
¿Qué hacer para sobrevivir? Con las minas cerradas las posibilidades son escasas. El edil mierense Luis Ángel Vázquez Maseda proponía la posibilidad de crear una especie de escuela, aunque «el problema es que aprender a postiar no sirve para nada, sería básicamente por ocio; no vemos solución y a la larga cuando estas parejas se cansen podría desaparecer el oficio».
Ahora es precisamente la falta de relevo generacional lo que pone en riesgo la continuidad de concursos mineros -como el celebrado ayer en Mieres-, cuando llegaron a celebrarse en más de 10 localidades asturianas. En los valles del Nalón y del Caudal solo se celebra ya el de Mieres, aunque ayer se apuntaban esperanzas de que pudiese recuperarse el más antiguo de todos, el de Sama de Langreo. En el resto de Asturias sobrevive el de Tineo.
Una treintena de exmineros, de Asturias, León y Palencia, provistos de hacha, pica y punterola, con el equipo personal de seguridad reglamentaria, formaron ayer pareja para ser reconocidos como los mejores entibadores mineros de San Xuan en Mieres.
En total 15 parejas, formadas por el entibador y su ayudante, dispusieron de 50 minutos (diez más de lo habitual debido al excesivo calor) para realizar un cuadro de mina. Un número de parejas que supone la mitad de los que participaban hace una década, lo que pone de manifiesto que el cierre de las minas aboca irremediablemente a la desaparición de este tipo de concursos.
Ganar era lo de menos. La ilusión de todos los participantes era que el público disfrutase de su trabajo. Pero el impecable trabajo de la decena de jueces que valoró la competición determinó que la pareja del club Bocamina formada por José Rubén Falcón y Francisco Fernández fuese la que consiguiese el título de mejor entibadores.
Las características de los cuadros debían ser las mismas que las de los instalados en los extremos de la armadura metálica: 2,80 metros de anchura de la base, 1,40 la luz del cuadro y una altura de 2,25 metros. Para participar en el concurso mierense era preciso haber sido entibador, barrenista, picador o minero de primera. A efectos de puntuación, el jurado tuvo en cuenta la perfección del cuadro, la cara de la madera, el labrado, el ajuste y las medidas, además del aplome, la alineación y el tiempo invertido.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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