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alejandro jambrina
Mieres
Miércoles, 16 de enero 2019, 18:33
Los libros son cultura y saber. También refugio, espacio de reflexión, libertad y aventuras. Y las bibliotecas, el templo que siempre ha protegido la buena literatura, incluso de quienes no querían que llegase al pueblo, conocedores de su extraordinario poder. En una época en la que la tecnología y las pantallas pretenden sustituir al papel, no se puede negar el mérito de la Biblioteca Pública 'Vital Aza' de Mieres, que en este 2019 cumple cien años.
La primera biblioteca abría sus puertas un 9 de noviembre de 1919, con Manuel Llaneza como alcalde de la villa y con sede en los bajos del ayuntamiento, encima de los calabozos municipales. La primera crónica que daba cuenta de ello, publicada por EL COMERCIO días después, finalizaba con las siguientes palabras: «Esperamos que a esta apertura no la acompañe clausura alguna, que tenga una vida perenne y efectiva». El camino no ha sido fácil, pero el objetivo se ha cumplido con creces.
Las cifras de usuarios que registraba el equipamiento cultural a finales de 1919 era de 234 lectores; nada que ver con los 76.372 usuarios registrados durante el último ciclo, unos 400 visitantes cada día. Gran parte del mérito de que Mieres pueda presumir de una biblioteca centenaria es de sus vecinos. El 41% de los habitantes del concejo son socios de la Red de Bibliotecas hoy en día, alcanzando unas cifras que superan en proporción a concejos y ciudades más grandes de la región. También es cierto que tienen mucho donde elegir, pues el archivo cuenta con un fondo documental de 71.529 volúmenes, de los que el 90% se encuentra disponible en el servicio de préstamo.
Una figura que muchas veces pasa inadvertida, pero que es el corazón de estos equipamientos, es la del bibliotecario. El primero que hubo en Mieres fue Fernando Rodríguez Yllá. Hoy en día es su propia nieta, Carmela González, quien gestiona y coordina la institución. Lleva 35 años en el cargo y tan solo le quedan unos meses para su jubilación, que no podría llegar en mejor momento que en el año del centenario. «Mi amor por los libros siempre ha estado presente y me siento muy orgullosa de haber podido seguir los pasos de mi abuelo y trabajar tanto tiempo por mejorar esta biblioteca», confiesa González.
Junto a ella, trabaja un equipo de siete bibliotecarias con sobrada experiencia, que han vivido los años de mayor evolución y modernización de la Vital Aza. «Podemos presumir de tener un espacio maravilloso en el que se han sabido incorporar las nuevas tecnologías, sin dejar a un lado el valor de los libros», comenta la coordinadora.
Hoy en día, la biblioteca se encuentra en la segunda planta de la antigua escuela de capataces, en el número 8 de la calle Manuel Llaneza. Pero lo cierto es que tuvo que cambiar de ubicación en diversas ocasiones a lo largo de los años. Se recuerda como un año especialmente oscuro el de 1937, cuando las tropas nacionales entraron en la villa y la biblioteca se vio obligada a cerrar sus puertas durante cinco años. «Por aquel entonces se requisaron y quemaron muchísimos libros que eran considerados prohibidos. Por suerte, tras la guerra y con el paso de los años, se han ido recuperando muchos de ellos gracias a vecinos valientes que arriesgaron su vida por proteger el saber», explica Carmela González con orgullo.
Con la incorporación de González como bibliotecaria, en el año 1984, también se inició una época de cambios muy significativa. «Empezamos a organizar y clasificar nuestro fondo documental, se llevó a cabo una reforma integral del edificio y se empezaron a organizar las primeras actividades de animación a la lectura», recuerda. Ya en los años noventa, las tecnologías llegan para quedarse. Actualmente, la biblioteca cuenta con wifi gratis, siete ordenadores de uso público y un fondo de música, videojuegos y películas envidiable. En 1996 se pone en marcha una actividad pionera en Asturias, los talleres de lectura para mujeres, que aún continúan hasta nuestros días. En 1998, la biblioteca gana por primera vez el prestigioso premio María Moliner, en reconocimiento al trabajo de animación a la lectura para municipios de menos de 50.000 habitantes.
Con la llegada del nuevo siglo, el equipamiento de Mieres se fija como objetivo fundamental la promoción de la lectura entre los niños y los jóvenes. «Pusimos en marcha diversas actividades en los centros educativos del concejo, realizamos los concursos anuales de lectura, encuentros de jóvenes escritores, visitas a la biblioteca e infinidad de cuenta cuentos», señala González.
Quince años se cumplen, también, desde que se empezase a celebrar el Día del Libro de forma oficial, así como la llegada de alguien muy importante para la biblioteca y que ha ayudado a iniciarse en la lectura a muchos niños: el león Leo, mascota querida por todos, que cada jueves sigue acompañando a los más pequeños en el mundo de la literatura. Cuenta también, hoy en día, esta biblioteca con una sala de primeros lectores, una zona infantil, una zona exclusiva para socios jóvenes, la sala de préstamo, una sala de consulta y de estudio y algunas de las más usadas, la mediateca y la sala de lectura de periódicos y publicaciones diarias.
Muchos de esos lectores que entraron por primera vez a esta biblioteca siendo niños aún continúan recorriendo sus estanterías llegados a la edad adulta. Es el caso de Paula Huelga, que acudía cada semana con sus padres a sacar algún cuento. También recuerda a Carmela pidiendo silencio a cada momento. A sus 35 años, esta mierense sigue llevándose a casa libros muy a menudo, pero ahora también acude a la Vital Aza con sus dos hijos. «Soy socia desde niña y considero que la de Mieres es una de las mejores bibliotecas de Asturias. Intento que mis hijos también adquieran el hábito y el placer de la lectura desde una edad temprana», asegura. En su caso, lo tiene algo más fácil, pues Huelga se dedica profesionalmente a organizar actividades de cuenta cuentos a través de su pequeña empresa, Animación a la lectura Muelle.
Los álbumes ilustrados y los cuentos más populares son los preferidos de sus hijos, que siempre están al tanto de las ultimas novedades. Como curiosidad, los libros más leídos por los usuarios de la biblioteca en 2018 son de preparación de oposiciones públicas, «lo que nos demuestra que este es un espacio que los jóvenes eligen sin dudar para sus horas de estudio», asegura la coordinadora del centro.
No solo hay socios antiguos. La biblioteca de Mieres también abre sus puertas cada día a nuevos lectores o a aquellos lectores veteranos que descubren este espacio por primera vez. Es el caso de Carlos Cabo, vecino de Ujo que, a sus 70 años, acaba de solicitar su carnet de socio hace un par de meses. Apesar de ser nuevo, su relación con la red de bibliotecas de Mieres es verdaderamente interesante. «La primera biblioteca que hubo en Ujo se instaló en un local que pertenecía a mi familia y mi tío Dionisio fue el primer bibliotecario. Además, uno de mis hermanos acaba de ganar el premio al mejor lector del año pasado», confiesa.
El concejo de Mieres cuenta hoy en día con otras tres bibliotecas públicas, ubicadas en Ujo, Santa Cruz y Turón. Cabo reconoce que visita la biblioteca de Mieres cada día, «hay jornadas que un par de veces». Recorre sus pasillos con una larga lista de títulos en la mano, que las bibliotecarias le buscan con esmero. Como él, son miles los lectores que han disfrutado del placer de la literatura en estos cien años de historia que ahora se cumplen. «Desde el equipo municipal y desde la propia biblioteca trabajamos muy duro cada día por ilusionar a los vecinos y acercarlos a la lectura. No ha sido fácil alcanzar este centenario, pero tenemos trazado un plan que, sin duda, nos hará cumplir muchos más años», asegura Carmela González.
La Concejalía de Cultura trabaja en un programa de actividades conmemorativas que se irán dando a conocer en los próximos meses y que se repartirán durante el año, «como un homenaje a esta institución pública tan querida y valorada por todos», aseguran.
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