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ALEJANDRO FUENTE
SAMA.
Martes, 10 de mayo 2022, 01:10
Antes de la conferencia que estaba ayer a punto de pronunciar, la fiscal de sala delegada de Violencia de Género, Teresa Peramato, visitaba la exposición de dibujos hechos por niños que han sufrido malos tratos en el seno familiar. «Es tremendo que un menor, de ... tan solo doce años, se exprese con corazones rotos y, por contra, la paz y la justicia con otro corazón brillante».
En su intervención en la Casa de Cultura Escuelas Dorado, la jurista destacó que «los niños son víctimas de la violencia que sufren sus madres. Hace mucho tiempo que se viene advirtiendo, no solo por las estadísticas, sino por los daños que sufren en todas las esferas de sus vidas. Eso implica que todas las instituciones tenemos que hacer un esfuerzo mayor para protegerlos, para apartarlos de ese ámbito de violencia, darles seguridad y darles bienestar».
Subrayó que los menores sufren daños por la exposición a la violencia y por ser objeto del propio maltrato. «Ahí está la violencia vicaria, que se hace extensiva de las madres a los hijos, para hacer daños a las madres, para instrumentalizarlos en contra de ellas, para seguir controlándolas, para seguir ejerciendo la violencia. Y eso es maltrato infantil, son víctimas y hay que protegerlos». La fiscal delegada aseguró que, en la actualidad, hay herramientas jurídicas «suficientes» para su protección. «La ley ha evolucionado mucho para darnos unas herramientas muy válidas para proteger a los niños desde el primer momento que tenemos conocimiento de la violencia de género». Entre ellas se encuentran medidas cautelares penales en caso de que los niños hayan sido objeto de maltrato. «Si no se protege a estos niños, tampoco se defiende a las madres».
Peramato hizo hincapié en que una de las herramientas para luchar contra esta lacra es la educación: «Es fundamental». Es necesaria, continuaba, en la escuela, pero también en la propia familia. «También es importante la concienciación de la sociedad para que no nos pongamos vendas, para que apoyemos a las víctimas y para que denunciemos».
Los datos a los que hacía referencia son claros. Según una macroencuesta de 2019, hay más de 1,6 millones de niños que «malviven» en esos entornos de violencia de género, de los que 1,3 millones son hijos de víctimas. En un 60% de casos, fueron testigos directos de los malos tratos hacia sus madres, y el 89% de ese porcentaje eran menores de edad. «Más de la mitad de las mujeres aseguran que sus hijos también sufrían esos malos tratos, es lo que denominados el 'doble golpe'. El daño ahí se eleva a la enésima potencia», añadía.
¿Y después? «El procedimiento penal y el civil tienen sus límites, pero, evidentemente, tenemos que hacer un gran esfuerzo en la recuperación y en la rehabilitación de los niños y de sus madres, para que el bienestar alcance a todo el núcleo familiar», indicó Peramato, quien ve necesarios más psicólogos en los juzgados.
La fiscal prosiguió diciendo: «Estamos asistiendo a una serie de mensajes partiendo del negacionismo de la violencia de género que pretenden minimizar la realidad a la que nos estamos refiriendo». «La violencia intrafamiliar es una cosa y la machista es otra. En la segunda, lo que subyace es el desequilibrio entre los miembros de la pareja».
No obstante, manifestó que ocurre en el núcleo de una familia es igualmente grave y hay que abordarla también. «Precisa de una respuesta judicial efectiva, pero tiene características distintas. Por eso, negar la de género es como poner una venda y retroceder un montón de años. Eso no podemos permitirlo», concluyó.
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