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marta varela
Domingo, 18 de septiembre 2022, 00:33
La noche del pasado martes se presentaba tranquila, dentro de la habitual actividad hospitalaria, en la tercera planta del Hospital del Valle del Nalón. De madrugada, cinco horas después de iniciarse el jueves, una de las responsables del pasillo 3A revisaba las habitaciones llegando a ... la ocupada por Corsino y Manolo, dos ancianos de 87 y 90 años respectivamente.
La normalidad se rompía cuando la puerta de la habitación no se abría; Corsino tenía un carácter fuerte y temieron que estuviese malhumorado. Llamaron en repetidas ocasiones, pero nadie abría la puerta. El personal sanitario lograba acceder a la estancia minutos después. Se encontraron con el capítulo más dantesco de la historia de este centro hospitalario. En una de las camas estaba el cadáver de Manolo, presentaba varios goles y las salpicaduras de sangre en paredes y mobiliario evidenciaban un trágico final para este minero jubilado de Pola de Laviana. Ya nada fue normal, ese día en el pasillo 3A, tras certificar la muerte de Manolo y con la llegada de la Policía Nacional se detuvo a Corsino, que fue trasladado al pasillo situado enfrente, el 3B, a una habitación donde quedó custodiado por dos agentes.
Mientras el nerviosismo y la incredulidad se iban instalando en todo el hospital. Los pacientes de la tercera planta no podían salir de sus habitaciones y el personal que les atendía realizando las labores habituales intentaba calmarlos sin dar muchas explicaciones. «Vimos policías, nos dieron el desayuno pero no nos contaban mucho y sabíamos que algo malo había sucedido», relataba una de las pacientes a su hijo cuando horas después pudo pasar a verla. Corsino S. M., vecino de Sama de carácter «huraño y malhumorado», había matado a su compañero de habitación. Manolo Serrano, de 87 años y de Pola de Laviana. Llevaban juntos apenas 12 horas y Corsino ya se había quejado reiteradamente de los ruidos que hacía su compañero, aquejado de una dolencia respiratoria.
En la mañana del jueves prestaba declaración en el propio centro hospitalario y siguiendo la recomendación de la Fiscalía el juez sustituto del Juzgado número 1 de Langreo lo enviaba a prisión esa misma tarde una vez recibida el alta médica. Corsino sigue ingresado en el módulo de enfermería de Villabona.
Segunda muerte
La muerte de Manolo ha recordado otro triste suceso en la sanidad de esta comarca. El entonces jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Valle del Nalón, Antonio Jimeno Tejedor, tenía 55 años y fallecía un 8 de noviembre de 1999, hacia las tres de la tarde, tras ser apuñalado por el padre de uno de sus pacientes. El agresor fue un vecino de Riaño, Juan Valiente, de 71 años; le segó la vida en las escaleras del centro de salud mental.
Era detenido más tarde en las inmediaciones de la iglesia de Sama y declaró que se disponía a entregarse en el juzgado de guardia, que estaba a escasos cien metros. Motivó la agresión mortal fue que el médico se negó a elaborar un informe en el que constatase la incapacidad y la consiguiente pensión al hijo de Juan Valiente, enfermo de esquizofrenia.
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