Los hermanos Begoña, Susana. Segismundo, Ángeles, Carmen y Juan Antonio Salazar junto con su cuñado (en el centro de la imagen) tras conocerse el veredicto de culpabilidad. MARIO ROJAS

Cinco días junto al asesino de su hermano: «Sientes rabia e impotencia»

El crimen de Luis Salazar en Mieres. Los hermanos de la víctima, que murió apuñalado por su suegro, insisten en que no todos los implicados han sido juzgados

Domingo, 13 de noviembre 2022, 02:56

Ha sido «inmenso» el dolor que los hermanos de Luis Salazar han padecido dentro de la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Oviedo. A cada testimonio, a cada informe pericial, la familia rompía a llorar rota de dolor. Era regresar a la calle Numa Guilhou de Mieres, a aquel fatídico 12 de noviembre de 2019 -ayer se cumplían tres años del crimen-, en el que el acusado, ahora ya condenado, Juan Antonio F. R, acuchilló hasta la muerte a Luis Salazar, el marido de su hija, con quien estaba en proceso de separación. Ese sufrimiento solo se mitigaba, y asomaban algunas sonrisas entre los constantes sollozos, cuando ellos -Segismundo, Carmen, Susana, Begoña, Ángeles y Juan Antonio Salazar- recuerdan «la constante sonrisa de Luis, sus bromas, lo guapo que era, lo divertido y alegre; todos lo querían».

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Se reencuentran para EL COMERCIO después de cinco días de juicio -empezó el pasado lunes y concluyó el viernes- y tras conocer el veredicto de culpabilidad por asesinato del acusado. Compartieron el mismo espacio que el autor material y confeso de la muerte de Luis, que tenía 41 años y era de Benavente (Zamora). «Lo teníamos ahí mismo y sientes rabia e impotencia ya que ni le puedes decir nada. Estamos totalmente destrozados».

Ese día, ese 12 de noviembre, «tenía una tristeza inmensa, no me digas por qué». Carmen continúa relatando que le llamó por teléfono una amiga. «Le decía eso, que no sabía el motivo por el que estaba con ese pesar. Me dijo que no tenía motivos, y le respondí que si le parecía poco todo lo que Luis estaba pasando», en alusión al proceso de separación y que no se le permitía ver a su hijo que entonces tenía dos años.

«Colgué el teléfono y a los cinco minutos me llama una hermana, y me dice que nos lo han asesinado. Fue un shock que ha vuelto ahora con este proceso. No hay derecho, es injusto y tendremos que aprender otra vez a vivir desde el lunes con esta pena como al principio», afirma mientras rompía a llorar. «Tenemos que aprender a convivir con lo que le han hecho y con el dolor de perderlo. Nunca habíamos estado en un juicio y ver al asesino de mi hermano genera una gran rabia contenida. Salíamos de la sala que apenas podíamos caminar», explica.

No todos los hermanos acudieron a Oviedo a seguir el juicio. No podían. Tampoco el padre de la víctima. «No lo podría soportar». Tiene 89 años y «está destrozado». La madre de Luis fue víctima de la covid; «pero ella ya había muerto en vida con lo que le sucedió a Luis. Mis padres no nos van a dejar una gran herencia material pero sí del corazón, su legado es ser buena gente, y nuestro hermano lo era. Le pasó lo que le pasó por bueno». «Nos han matado a todos», añadían.

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Aseguran que Luis fue «una doble víctima, de un crimen terrible y antes, violencia de género en su propia casa. No le dejaron ser padre ni marido».

«Vino a Asturias hace unos diez años, a trabajar. Él era un enamorado de Gijón y de su mar. Le encantaba la ciudad», relata Carmen Salazar, con quien tenía un vínculo muy especial. «Sí, era mi hermano, pero era el pequeño de diez; mis hijos son de su edad», contaba. Pero a pesar de la distancia, nunca rompió sus estrechos vínculos con su pueblo natal, sus amigos y familia.

«Estaba en Asturias, pero acudía todas las semanas a jugar a fútbol con su equipo de toda la vida. 'Sala' lo llamaban». Begoña rememoró la última vez que vio a Luis. «Fue el día de mi cumpleaños, el 29 de septiembre de 2019. Vino hasta Benavente, después de trabajar, solo a darme un beso y a felicitarme. Luego regresó porque tenía que incorporarse temprano a su puesto».

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Nunca dejó atrás a familia ni a amigos de Benavente. «Pero en Asturias formó una nueva gran familia llena de buenos amigos. Los hemos comprobado estos días en el juicio. No los conocíamos, pero nos han pedido trasladado el amor que le tenían». Testificaron compañeros de trabajo y amistades que relataron lo preocupado que estaba Luis por su hijo de dos años y por la situación que estaba atravesando con su mujer, la hija del acusado. «No lo dejaban vivir en paz. Su suegra siempre estaba en su casa metida».

Custodia compartida

Luis era un gran aficionado al fútbol. Jugaba en Benavente y formó grupo en el Principado. «Por ello, tenía lesiones en las rodillas. Le pedíamos que dejara de practicarlo. Y él, un día, me respondió que sí, que lo iba a dejar porque se iba a dedicar plenamente a su hijo. Era cuando acababa de lograr la custodia compartida y estaba alegre por ello. Éste va a ser mi ultimo partido, nos dijo». Eso fue un 23 de octubre. «Después nos lo mataron».

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Para los hermanos esta lucha no ha terminado. El autor confesó esta entre rejas desde ese mismo día ya que, tras acuchillar una treintena de veces a su yerno, acudió a la comisaría de la Policía Nacional a entregarse.

«Hay personas que son inductoras de este crimen y que no se han sentando en el banquillo de los acusados», insiste Carmen. Todos los días del juicio, la familia portaba una pancarta con la foto de la víctima -que no paraban de tocar- con el texto «Justicia para Luis. Prisión para todos los implicados en su asesinato».

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Por lo pronto, Juan Antonio F. R se enfrenta a penas de entre 20 y 22 años de prisión tras haber sido declarado culpable de asesinato con alevosía y ensañamiento por un tribunal con jurado.

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