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Ruth Arias
Martes, 26 de mayo 2015, 00:19
Se acerca la temporada estival y, un año más, los turistas que se acerquen hasta el Parque Natural de Redes tendrán que conformarse con ver los embalses desde la barrera. El uso lúdico de los pantanos de Tanes y Rioseco está prohibido desde hace tiempo, y el nuevo Instrumento de Gestión aprobado hace unos meses no ha hecho más que remarcar esta prohibición para desesperanza de los empresarios de turismo de la zona.
«Tener actividad en los pantanos atraería a mucha gente y enriquecería la zona, algo muy necesario porque esto se está muriendo», indica Yolanda Esteban, propietaria de La casa de Tanes, unos apartamentos rurales que ofrecen además distintas actividades de turismo activo. «Hacemos lo que se puede hacer: senderismo, talleres, paseos a caballo... Pero con este pantano tan inmenso que tenemos delante no podemos ofrecer nada relacionado con el agua», lamenta.
Inmediatamente uno piensa en barcas de remo o en piraguas, en turistas navegando por las aguas de Redes, pero los empresarios tienen muchas más ideas que esas. «Rioseco es una zona de especial protección para las aves, y ahí sería muy fácil potenciar los miradores y tener una persona que venga al menos algún día a la semana para explicar las aves del concejo», propone Pepa Cabello, propietaria de Les Pedroses de Campiellos y presidenta de la Asociación de Alojamientos Turísticos del Nalón. También tiene planes para Tanes, donde cree que se podría habilitar un embarcadero y crear «una zona de remo y otra de baño». También sueñan con la posibilidad de ser sede de algún club de piragüismo, una actividad que atrae a gente todo el año y que propicia concentraciones que «repercuten en los alojamientos, en los bares y hasta en los quioscos». Pero de momento todas estas ideas son solo eso, ideas. Y no pueden llevarse a la práctica.
El documento que regula la actividad en el parque prohíbe expresamente cualquiera de estas posibilidades, ya que considera «no permitidos los usos recreativos en lagos y embalses y en sus márgenes», algo que en la zona no se acaba de entender. «Sólo pedimos que se haga lo mismo que en otras zonas de España», dice Eva Rodríguez, de los alojamientos de El Torrexón, en Sobrescobio.
No comparten el planteamiento de que se trata de aguas para consumo humano, sobre todo porque «hay pueblos que vierten directamente al pantano y, además, el agua pasa por depuradoras antes de llegar a las casas», como relata Esteban. Cabello recuerda además que «nunca se han limpiado los lodos y vertidos».
En Tanes y Rioseco ni se rema, ni se nada, ni se observan pájaros. Turistas y locales debe limitarse a contemplar estas imponentes masas de agua desde lo lejos. Ni siquiera es posible instalar un área recreativa con mesas y bancos en la orilla. «Si hay zonas peligrosas, que las cierren, pero hay sitios en los que se podrían hacer cosas», pide Cabello.
«Todo va sumando», dice Rodríguez. O más bien restando. Sin el aprovechamiento lúdico de los pantanos, sin una adecuada promoción, sin conexiones aéreas, el parque ha ido perdiendo visitantes en los últimos años. «Redes tiene poco peso en los paquetes turísticos, y se nota que vienen menos extranjeros», se queja. «Los que hicimos inversiones aquí estamos olvidados», apostilla, lamentando que «parece que solo existe Picos».
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Abel Verano y Lidia Carvajal
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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