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La covid-19 dejó 1.548 fallecidos en Asturias en 2020

La covid-19 dejó 1.548 fallecidos en Asturias en 2020

Son tantos como los que habrían muerto en tres años por infarto de miocardio, una de las principales causas de muerte en la región

Miércoles, 13 de enero 2021, 14:36

En los apenas diez meses transcurridos desde la aparición del primer caso de covid-19 en Asturias hasta el pasado 31 de diciembre, el nuevo coronavirus ha dejado profundas marcas en la sociedad asturiana. La fuerza con la que atacó a la región (sobre todo en la segunda ola, la que sobrevino tras el verano, en la que se el número de casos se multiplicó por siete) se trasluce en las cifras de personas contagiadas (28.410) y de fallecidos: 1.548, con edades que iban desde los 28 del más joven hasta los 105 del mayor. Significa, en términos comparativos, el mismo número de muertes que habrían ocurrido en 113 años de accidentes de tráfico (a niveles de 2020, uno de los de menor siniestralidad en carretera de los últimos años) o, por acercarlo a una de las principales causas de muerte en Asturias, a tres años de mortalidad por infarto de miocardio (en la región hubo 579 fallecimientos por esta causa en 2017). El paralelismo aparece recogido en el informe de la incidencia del coronavirus en el año 2020 elaborado por el Observatorio de la Salud del Principado.

Un informe en el que se comprueba que, en términos de incidencia, las áreas sanitarias del Nalón (donde uno de cada 26 habitantes padeció la enfermedad), Gijón y Caudal fueron las más azotadas por el SARS-CoV-2. Aunque, obviamente por ser las áreas más pobladas, fueron Gijón y Oviedo las zonas con mayor número absolutos de contagios. Más de 10.000 en el primer caso. Más de 8.200 en el segundo.

Con todo, analizando la situación de Asturias dentro del escenario nacional,se aprecia que no es de las comunidades más perjudicadas. Ha tenido un 60% menos de casos que Navarra, la más afectada, y un 40% menos de mortalidad que Castilla y León, comunidad que encabeza la estadística. Los estudios de seroprevalencia realizados a lo largo del año también sirvieron para constatar la baja circulación del virus, en comparación con otras regiones. Asturias es la tercera comunidad con las tasas de afectación más bajas del país. Apenas el 6% de la población se ha contagiado en 2020.

El resumen de lo que ha sido este primer año de la pandemia en el Principado, lo condensa el Observatorio en un documento de medio centenar de páginas. Éste es su relato.

29 de febrero. Se detecta el primer caso

La evolución de la pandemia en Asturias se inicia con la aparición conocida del primer caso el 29 de febrero, quedando relativamente estable la aparición de casos durante una semana. Es, posteriormente, cuando brotan casos en un centro educativo de Oviedo y salvo en ese centro, se va difundiendo el virus de forma puntual. En la semana siguiente, los casos aparecen en forma de brotes localizados en los que se puede referenciar adecuadamente sus contactos. En la semana 4 tras el inicio de la pandemia en Asturias comienzan a aparecer casos que proceden de exposiciones en Madrid y viajes al levante o sur español. En esas fases aún se controlan adecuadamente los casos. En dicha semana comienzan a aparecer casos en residencias de personas mayores y con el cierre de circulación con el confinamiento se observan repatriaciones considerables de personas procedentes de Italia, Madrid y Barcelona que hacen, presumiblemente, que la llegada de virus sea masiva. Es en ese momento donde el fenómeno acelera considerablemente y se hace ya incontrolable con el modelo de intervención de contención, detección precoz de casos, estudio y aislamiento de casos y contactos y la difusión pasa a comunitaria con el inicio de fase de intervención de mitigación.

A mediados de abril el proceso comienza ralentizarse y las curvas se aplanan considerablemente llegando a una fase mesetaria que evoluciona a la aparición mínima de casos y pequeños brotes en determinados colectivos institucionalizados y algunos centros sanitarios.

En la primera ola, el mayor número de casos se registró el 19 de marzo, coincidiendo con actuaciones en varias residencias que sirvieron para detectar decenas de contagios. A fines de marzo y comienzos de abril, se constataban unos 70 casos nuevos al día. Pero en la primera semana de abril los contagios comienzan a remitir. La aparición de un brote en una residencia de Gijón a fines de mayo es el único elemento reseñable en ese periodo. Desde el 11 de junio no hubo más casos hasta el 6 de julio, cuando comienza una nueva situación con la aparición de nuevos casos ligados sobre todo a la llegada de casos importados de otras comunidades. Unas semanas después comienzan a aparecer casos ligados a casos secundarios familiares o procedentes de los importados previamente y a la aparición de focos asociados a brotes epidémicos siempre de escasa cuantía comparando con otras autonomías.

En julio arranca la segunda ola

A partir de julio volvieron a aparecer casos aislados, al principio, para posteriormente ir incrementándose su frecuencia progresivamente. Esa segunda ola, que en agosto era incipiente, se va reforzando a lo largo del mes de septiembre hasta consolidarse, al menos en cuanto a casos confirmados, como una ola más importante que la primera en número y tasas de casos. En concreto, la morbilidad se multiplicó por siete. La mortalidad se triplicó.

Es en octubre cuando se disparan tanto la aparición de casos como el número de fallecidos llegando a su punto máximo en noviembre. Ya en octubre fue necesario implementar medidas especiales en la población general y servicios que se ampliaron en noviembre, con lo que se consiguió limitar la diseminación de la infección y la aparición de fallecimientos ligados a la covid-19. En la semana más álgida de aparición de casos llegó a haber cerca de 1.900 casos semanales. El 12 de noviembre se contabilizaron, en un solo día, 807 casos, tantos como en una semana entera de los peores momentos de la primera ola.

Afecta más a las mujeres

Hay además otras diferencias entre las dos primeras olas de la pandemia. Éstas, referidas a cuestiones de género. En la primera ola, había una mayor representación del género femenino probablemente ligado más que a una susceptibilidad a actividades laborales y roles supuestamente asignados a un género como los cuidados. En la ola 2 la proporción de ambos géneros es más similar y, combinado con otros factores, está probablemente reflejando una diseminación basada en el ocio y tiempo libre más que a las actividades de cuidados, pero aún así sigue habiendo predominancia de mujeres.

En el análisis diferencial de género, los autores del informe advierten de la gran diferencia existente entre hombres y mujeres en cuanto a las tasas de incidencia, casi siempre mayores en mujeres que en hombres, y, muy especialmente, en los momentos más álgidos de la pandemia. Cuanta mayor es la incidencia mayor es la diferencia entre mujeres y hombres, en perjuicio de las mujeres. Ha habido semanas con 300 casos más en mujeres que en hombres como la semana 46, en la segunda ola, o en la 13 de la primera ola.

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