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La mujer que el 10 de julio de 2023 fue atacada con un cuchillo en su domicilio de Trasona (Corvera) por quien entonces era su pareja ha afirmado esta mañana, en el juicio celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, en Oviedo, que la intención de él era matarla y ha relatado con detalle el modo en que se produjo la agresión con el hijo menor de ella, entonces de nueve años, como testigo de todo. «No creo que viniera con un cuchillo de cortar el pan a cortar pan a la habitación. Su intención era matarme», ha respondido a preguntas de su abogada.
El hombre, que ha llegado a la sala esposado, ha reconocido la agresión, pero ha negado su intención de matarla a pesar de no recordar nada por una ingesta de alcohol. «Bebí de todo desde por la mañana», ha asegurado. «Ella se portó muy bien conmigo y yo con ella. No sé lo que se me pasó por la cabeza», ha respondido él a preguntas de las partes. Se enfrenta a una condena por un posible delito de homicidio en grado de tentativa, con el agravante de género, por el que le podría caer una pena de once años de prisión y once meses de cárcel. Su defensa solicita la condena por un delito de lesiones agravadas, que es también la calificación alternativa de la Fiscalía del Principado, aunque en su informe final el fiscal ha dejado claro que si no llega a ser por las posturas defensivas que ella adoptó el ataque habría sido mortal. «Los golpes iban dirigidos al cuello, una zona absolutamente letal, un corte en esa zona es mortal de necesidad».
No lo cree así la defensa que aparte del posible consumo de alcohol, que se ha situado en la cuestión central en el plenario porque puede actuar como atenuante, ha segurado que la altura y fuerza de él habrían garantizado otro resultado de haberlo querido. «Nunca estuvo en riesgo su vida», ha manifestado.
La mujer describió con todo lujo de detalles una agresión perpetrada el 10 de octubre de 2023 que se precipitó después de que «él volviera a sacar el tema con más fuerza». El tema en cuestión era un viaje que ella iba a hacer a León a una propiedad perteneciente a una expareja «a la que yo no iba ni a ver». «Él no quería que hiciera ese viaje, me decía que no quería estar solo (...). La discusión fue subiendo de tono hasta que me llegó a decir que solo iba allí a follar», ha relatado.
Ha explicado que habían iniciado la relación en julio y que nunca había sido violento y tampoco era bebedor, más allá de alguna que otra cerveza. Previamente sí habían estado separados unos quince días por un comentario sobre las llamadas que ella recibía y que él atribuía a un amante. «En ese momento lo consideré de mal gusto, pero no apreciaba que él fuera controlador», ha reconocido la víctima.
Aquel 10 de octubre ha asegurado que estuvieron prácticamente todo el día juntos y que él no había bebido más que tres latas de cerveza (en la casa se encontraron dos, una cerrada) y que trató de echarle tres veces sin éxito. Él iba y venía a la cocina, que fue donde cogió un «cuchillo alargado y dentado de cortar pan». «Yo estaba en mi habitación, de espaldas a la puerta. Él cerró la puerta y se abalanzó hacia mí, yo veía que llevaba algo escondido en la mano. Fue tan rápido que no lo pude ver», ha explicado a la sala mientras acompañaba su declaración con gestos. «Cogí el cuchillo (cuando elevó el brazo para asestar la primera cuchillada) y me dije: 'Esto es real, está pasando'. Me puse a gritar y entró mi hijo», ha continuado.
Ha compartido el miedo que sentía al ver que su hijo estaba allí y también que su agresor «ni se volvió a mirarlo». «Tenía una cara inexpresiva», ha añadido.
«¿Cómo logró escapar?», le han preguntado. «No lo sé», ha reconocido antes de asegurar que llegó a estar acorralada contra el armario, pero él tiró el cuchillo, la agarró por el cuello y la arrastró hasta la salida.
Sus gritos alertaron al vecindario y las farmacéuticas de enfrente fueron las primeras en atenderla y llamar al 112. Fue trasladada en UVI al Hospital Universitario San Agustín, donde la atendieron de cortes en las manos, brazos y cara. En las manos le han quedado secuelas y no tiene el cien por cien de movilidad en los dedos.
Él huyó en autobús hacia el centro de Avilés, donde fue detenido por la Policía Nacional. Uno de los agentes que participó en su detención aseguró que trató de resistirse, pero que les dijo tras ser identificado que «he he hecho daño a mi pareja, pero no sé cómo está».
En su defensa, además de pedir perdón, el acusado ha asegurado que él llamó a la Policía para entregarse, pero este extremo no ha podido ser acreditado.
El caso ha quedado visto para sentencia.
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