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Sala de estar-comedor. La vivienda dispone de un espacio para ver la televisión y descansar.
La casa del presidente en estado de alarma

La casa del presidente en estado de alarma

Adrián Barbón se ha confinado en el apartamento emplazado en la sede de Presidencia. Una residencia que hasta ahora solo habían usado Trevín y Álvarez-Cascos

ANA MORIYÓN

Domingo, 31 de mayo 2020, 16:40

Cuando Adrián Barbón fue proclamado presidente del Gobierno, en el verano de 2019, se llevó al palacio de Suárez de la Riva sus propios bolígrafos -«porque soy un poco fetichista», confesaba en aquel momento-, situó el ordenador en un lugar privilegiado de la mesa de su despacho -«porque soy muy digital y hago consultas continuas»- y colocó alguna foto de sus sobrinas y sus abuelos. Y poco más.

En aquel momento tenía claro que regresaría a su casa de Laviana cada noche y no se planteó en ningún momento mudarse a la capital. El apartamento ubicado en la tercera planta de la sede de Presidencia quedaría reservado para días «muy excepcionales» en los que fuera más conveniente pernoctar en Oviedo que viajar a Laviana. Barbón no concebía entonces su vida lejos de su pueblo natal.

La proclamación del estado de alarma como consecuencia de la crisis sanitaria del coronavirus, sin embargo, le ha obligado a hacer las maletas e instalarse solo en un apartamento habilitado en tiempos de Juan Luis Rodríguez Vigil y remodelado en la época de Francisco Álvarez-Cascos. Él y Antonio Trevín fueron los únicos presidentes asturianos que realmente lo utilizaron de forma más o menos habitual. El primero porque tenía su lugar de residencia en Llanes y el segundo, en Madrid.

Consta en la actualidad de una habitación grande y tres más pequeñas, una cocina, un salón de estar-comedor, una salita habilitada como despacho y dos baños. Un apartamento amplio, con alguna sala de estar anexa para recibir visitas, pero sin grandes lujos y decorado de forma sencilla, en el que ahora Barbón se refugia a la hora de comer y cuando cae la noche. Allí trata de evadirse leyendo o viendo alguna serie, aunque él mismo confiesa que las circunstancias actuales y tener la residencia solo un piso por encima del lugar de trabajo le impiden desconectar. Desde que está permitido, también acostumbra a realizar un paseo a partir de las ocho de la tarde por el centro de Oviedo.

La mayor parte del día, en cualquier caso, lo pasa en su despacho de la segunda planta del edificio y en una sala habilitada para la celebración de videoconferencias. Una herramienta que Barbón ha utilizado casi diariamente durante el confinamiento y que -confiesa- tiene intención de mantener más allá del estado de alarma. Lo que seguramente abandone en cuanto pueda será el apartamento. Sus ganas de volver a Laviana son evidentes y a través de sus redes sociales ha confesado públicamente que echa de menos a su familia y a sus amigos, pero también caminar por su pueblo, ver Peña Mea desde su ventana y charlar con sus vecinos. No es el único presidente autonómico que ha abandonado su vivienda habitual en tiempos de crisis y se ha instalado en la sede del Gobierno. El catalán Quim Torra, que se contagió por coronavirus, se aisló en la residencia oficial del presidente de la Generalitat, la llamada Casa dels Canonges, un edificio anexo al Palau que habitualmente es utilizado para recibir a visitas. Pero una vez curado, mantuvo allí su centro de mando. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, también se ha mudado, desde el inicio del confinamiento, al apartamento anexo a su despacho en el Palacio de Fuensalida de Toledo para proteger a su familia. Otros, como el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, han decidido pasar el confinamiento a caballo entre su residencia habitual y la sede de presidencia, en su caso en el palacio de San Telmo. Una opción que también ha elegido el gallego Alberto Núñez Feijóo, quien ha dividido el tiempo entre A Coruña y la residencia oficial en la capital gallega, Santiago. Por su parte, Guillermo Fernández Vara, presidente de Extremadura, ha optado por refugiarse en su residencia oficial, en Mérida, y teletrabaja desde allí. Únicamente se desplaza a su despacho en la sede de la Junta, a quinientos metros de la residencia, los domingos para las videoconferencias con Pedro Sánchez.

La mayoría, sin embargo, ha mantenido sus residencias habituales como lugar de descanso, desplazándose a trabajar diariamente a las sedes de los diferentes gobiernos regionales. Así lo están haciendo el lehendakari, Íñigo Urkullu, que reside en su domicilio familiar de Durango y viaja en coche todos los días hasta el palacio de Ajuria Enea, en Vitoria, a unos 40 kilómetros de su casa. También Ximo Puig, presidente valenciano, pasa el día dentro del Palau de la Generalitat y por la noche se retira a su domicilio particular en la ciudad.

La presidenta del Gobierno de Baleares, Francina Armengol, duerme cada noche en el piso que tiene en el centro antiguo de Palma y cada día recorre andando los pocos metros que separan su hogar de la sede del Gobierno regional del Consolat de la Mar. El cántabro Miguel Ángel Revilla mantiene su residencia en el municipio de El Astillero y se traslada a diario a su despacho en Santander. Y María Chivite, que trabaja en el Palacio de Navarra, pero mantiene su residencia en Gorraiz. Una opción que también han elegido los presidentes de Aragón, La Rioja o Murcia.

De ahí que la decisión de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de Madrid, de pasar el confinamiento en un apartahotel de lujo haya generado tanta polémica.

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