OLGA ESTEBAN
GIJÓN.
Lunes, 17 de mayo 2021, 05:03
En marzo de 2020 todo paró. Todo cambió. Nos quedamos en casa. Aprendimos a teletrabajar, en el mejor de los casos. Nos dimos cuenta de que quienes realmente son esenciales para que todo funcione no son los que solíamos pensar. Que podíamos vivir sin ... muchas cosas que hasta entonces creíamos indispensables. Pero, en cambio, no podíamos hacerlo sin que alguien nos atendiera en el supermercado o la tienda del barrio, sin que alguien siguiera limpiando las calles y recogiendo la basura, sin que alguien nos arreglara los ordenadores o nos vendiera uno nuevo, sin un taxi para ir, quizás, al hospital... El Gobierno tuvo que establecer esos sectores esenciales, que debían seguir trabajando mientras los demás permanecíamos en casa.
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A los evidentes, como sanitarios, fuerzas de seguridad, farmacéuticos, prensa, alimentación, funerarias... se sumaron otros que podrían no parecerlo, pero sin duda lo eran. Los bancos permanecieron abiertos. Y las ópticas. Y los juzgados. Y las clínicas veterinarias. También las gasolineras, talleres, transportistas, los hoteles que fueron designados en cada comunidad autónoma... Algunos no han dejado de trabajar en todo este tiempo. Otros pararon las primeras semanas y después volvieron al tajo. La cuestión es que muchos de esos sectores «hemos sido esenciales para lo que han querido». El lamento es que lo fueron para trabajar, pero no lo han sido para ser vacunados. Personal de vigilancia y seguridad, de funerarias, de limpieza, supermercados, taxistas, abogados... muchos son los sectores que han reclamado, de una u otra forma, ser incluidos en los grupos prioritarios para la vacunación. Pero no lo han conseguido. A estas alturas, en cualquier caso, saben que la inyección no se demorará mucho, porque les tocará por grupo de edad. «Ya lo tenemos asumido», dice resignado el taxista gijonés lldefonso Llorente.
«No podemos entenderlo. Somos el último eslabón de la cadena sanitaria. Aunque tenemos protocolos muy estrictos, no solo estamos en contacto con los cuerpos de los fallecidos por covid, sino con sus familiares, a veces en los propios domicilios». Quien habla es Daniel Iglesias, de la Asociación de Empresarios de Servicios Funerarios de Asturias (AESFA). Está muy molesto. «Es totalmente injusto. ¿Qué nos diferencia de los técnicos del transporte sanitario?» La asociación ha reclamado la vacuna en varias ocasiones a la Consejería de Salud, «que se excusa en el protocolo nacional, pero en otras comunidades como Madrid y País Vasco los trabajadores de las funerarias sí han sido vacunados ya».
Iglesias recuerda cómo en los peores momentos de la pandemia «hemos acudido a los hospitales, a las residencias, a los domicilios...» Por eso, «dimos por supuesto que nos iban a vacunar». Pero no fue así.
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Lo mismo han reclamado los trabajadores de seguridad y los de la limpieza viaria, con idénticos resultados. Marcelino San Emeterio, empleado de FCC, trabaja en la limpieza viaria de Oviedo. Como sus compañeros de sector, él no supo lo que era el confinamiento total, porque su trabajo no paró en ningún momento. «Hemos tenido protocolos muy serios y, afortunadamente, casi no hemos tenido contagios, pero tanto la empresa como el Ayuntamiento han reclamado la vacuna para nosotros. Estamos en la calle, recogiendo la basura... Al principio trabajamos con mucho miedo. Pedimos que nos incluyeran en el grupo 6 de vacunación (fuerzas y cuerpos de seguridad y docentes), pero ni nos contestaron».
Si alguien conoce el miedo y los protocolos de desinfección son los empleados de limpieza, como Elena Morán. Empleada de Lacera, trabaja en instalaciones universitarias. «Solo nos quedamos en casa dos o tres semanas al principio. Después, a trabajar, porque se suspendieron las clases, pero la Universidad no estaba cerrada. Trabajábamos con mucho estrés, con miedo por nosotras, pero también por que pudiera haber contagios en las instalaciones si no desinfectábamos bien».
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Parecida situación ha vivido el sector de la seguridad privada. Lo cuenta Manuel Corte. En su caso, la patronal solicitó la vacunación de sus empleados, y también desde el sindicato al que pertenece, CC OO. Los únicos compañeros que sí fueron vacunados son los que trabajan en centros sanitarios. «Se nos considerada auxiliares de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, pero solo para algunas cosas. Para la vacunación, no». Explica Corte que «no solo es que no hayamos dejado de trabajar, es que hemos tenido más trabajo. Hemos pasado, por ejemplo, a tomar la temperatura a la entrada de algunas instalaciones. Y para eso hay que acercarse a la gente. Y al principio casi sin material de protección, sin mascarillas, sin guantes...»
Más de lo mismo en el sector del taxi. «Ahora ya lo tenemos asumido, pero deberíamos haber sido también grupo prioritario. No he dejado de trabajar nunca, nadie me traía el dinero a casa. Trabajamos de cara al público, ahora con hasta cuatro personas en el coche. Hemos llevado a gente a los hospitales, hemos tenido a compañeros contagiados», explica Ildefonso Llorente. Los taxistas también pidieron en su momento que les hicieran PCR. «No hemos conseguido ni una cosa ni otra».
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