«La cooficialidad no es la única manera de proteger a la lengua y sus hablantes»

El primero en intervenir fue Miguel Presno Llinera, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo. Para él, la oficialidad es entendible desde una perspectiva jurídica si se tiene en cuenta que el asturiano reúne las condiciones de ser una lengua histórica y privativa de la región. Ahora bien, matizó, «se necesita consenso político para que la reforma se convierta en una norma estable». De aprobarse, Miguel Presno planteó que lo más razonable sería una «cierta gradualidad que no ha de confundirse con inercia».

El periodista Damián Barreiro Maceiras también habló claro y alto a favor de la llingua. Primero, hizo un repaso histórico por la industria cultural de la región desde el resurgir literario de los años 70 hasta el fenómeno musical de Rodrigo Cuevas. Para este escritor el folclore es también una apuesta económica que fomentaría la creación de empleo en la región.

Por ello, consideró que la Administración debería «ser valiente» y dar un paso hacia adelante en este terreno. «En Asturias hace falta un organismo de difusión cultural», señaló este joven, que puso como ejemplo el dinero que mueve la gestión artística en otras regiones como Galicia o el País Vasco.

Al otro extremo del espectro, Victoria Rodríguez Escudero, ex consejera de Cultura con el PP y alma máter de la Ley de Uso y Promoción del bable. «La cooficialidad no es la única manera de proteger a la lengua y a sus hablantes», explicó la también catedrática de Derecho Civil.

Según su criterio, la ley de 1998 no fue una norma menor y estableció un marco legal para todas las actuaciones venideras en materia de política lingüística. «En Asturias afortunadamente no existe conflicto lingüístico ni discriminación», agregó. Aunque en su día Izquierda Unida tachó la Ley de Uso y Promoción del bable de «blanda», Victoria Rodríguez invitó a los asistentes a echar un vistazo a este texto que «sin excluir a nadie permitió y permite a los asturianos preservar sus señas de identidad».

La exconsejera consideró prioritario «evitar los extremismos» y defender, por encima de todo, «la libertad de elección».