Consuelo Vallina: «Me gusta sorprenderme con el trabajo que hago»

Alejada de los arquetipos de las creadoras genialoides o encumbradas en su propio ego, la artista Consuelo Valllina (Ribadesella, 1941) recogió con elegante humildad su Medalla de Asturias y un discurso breve, significado de agradecimientos y guiños a su entorno más cercano. Antes, en las imágenes del video conmemorativo de los galardonados había expresado una suerte de poética de su propia obra: «Me gusta sorprenderme con el trabajo que hago». Es algo que se refleja en sus mismas inquietudes estéticas manejando diferentes estilos y formatos: pintura, grabado, cerámica o texturas mixtas.

De su humildad y su vocación de trabajadora de la plástica, consciente de formar parte de un oficio colectivo y comprometida con ello es una prueba estar al frente de la Asociación de Artistas Visuales de Asturias. De su otro compromiso «con la igualdad» (que destacaría el presidente Barbón en su intervención) lo fue en su día la presidencia de la Asociación Asturiana de Mujeres Progresistas. Su feminismo estuvo subrayado en su primer expresión de gratitud a sus padres que la estimularon a matricularse en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo siendo una niña «y me dieron la posibilidad de entrar en el mundo del arte, que en aquellos años para la mayoría de las mujeres de mi generación era casi imposible».

Se emocionó al recordar a su marido José Luis Falcón «por su incondicional apoyo y compañía». Y su agradecimiento final fue para «todos aquellos que hicieron más fácil mi largo recorrido por el apasionante mundo del arte, a quienes contribuyeron a mi formación artística y a quienes creyeron en mi trabajo y se ocuparon de él, y a la familia y amigos por estar siempre ahí». Una cálida ovación despedía a esta riosellana, criada en Oviedo y formada en ciudades como Barcelona y Venecia, cuyo arte ha viajado por las salas de países como Polonia, Italia, Estados Unidos y buena parte de la geografía nacional.