El conductor del accidente mortal de autobús de Avilés afronta 4 años de cárcel

La Fiscalía le acusa de cinco delitos de homicidio imprudente y otros doce de lesiones al considerar que había ocultado a la empresa su epilepsia

Ruth Arias

Avilés

Miércoles, 9 de febrero 2022, 03:02

Diecinueve pasajeros viajaban a bordo del autobús de Alsa que cubría la línea Cudillero-Avilés-Gijón aquel fatídico 3 de septiembre de 2018. Eran las dos menos veinte de la tarde cuando el vehículo se empotró contra una de las pilastras del enlace de ... la autovía AI-81 al Parque Empresarial Principado de Asturias, que se encontraba entonces en obras. Cinco perdieron la vida y otras catorce resultaron heridas en distintos grados. Ahora, el conductor de aquel autobús, el praviano Omar López, se enfrenta a una pena de cuatro años de prisión y otros seis de inhabilitación.

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La Fiscalía le considera el único culpable de aquel accidente, del que él mismo salió gravemente herido. Una vez finalizada la instrucción y redactado el escrito de calificación provisional, el ministerio público le acusa de cinco delitos de homicidio y otros doce de lesiones por imprudencia grave, y solicita además que se le retire el derecho a conducir durante seis años e indemnice a los perjudicados que no han manifestado expresamente su renuncia (los herederos de uno de los fallecidos y cinco de los heridos) con cantidades que suman 674.000 euros.

Según consta en el escrito del fiscal, el conductor padecía «epilepsia focal criptogénica», una enfermedad que, según el fiscal, le habría ocultado a la empresa Alsa y para la que seguía un tratamiento farmacológico. El diagnóstico se había realizado en el año 2015 y, de hecho, ya había estado de baja durante cerca de un año, desde febrero desde ese año hasta el mismo mes del siguiente, siendo seguido por el departamento de Neurología del HUCA. «A pesar de ello, el acusado no aceptaba el diagnóstico de epilepsia por las consecuencias que ello podría acarrear para su actividad laboral», señala la Fiscalía.

«No aceptaba el diagnóstico por las consecuencias que ello podría acarrear para su actividad laboral»El ministerio público pide además seis años de inhabilitación e indemnizaciones que suman 674.000 euros

Durante la instrucción se concluyó que estaba advertido de que los fármacos antiepilépticos que tomaba «podían afectar a su capacidad de conducción», y que además era sabedor de que estaba incumpliendo el Reglamento General de Circulación, que exige un periodo de cinco años sin crisis ni fármacos de este tipo.

El fiscal asegura también que no había comunicado ni el diagnóstico, ni el motivo de la baja ni el tratamiento que seguía al servicio de prevención de Alsa que, de hecho, ese mismo año le había declarado apto para desempeñar el trabajo de conductor.

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En esas circunstancias sufrió «una pérdida de conciencia y agarrotamiento muscular producto de una crisis epiléptica que le había impedido controlar el autobús y evitar la colisión». Acabó con la cabina incrustada contra la pilastra de un viaducto, después de haber recorrido 520 metros, «sin desviarse», a una velocidad de 95 kilómetros por hora en un tramo que entonces estaba limitado a 70 por las obras. «Invadió el carril cortado para la circulación tras arrastrar las barras laterales indicativas de las obras», indica el escrito de calificación.

Aquel golpe sesgó la vida de tres gijoneses, un vecino de Piedras Blancas y una sotobarquense, que iban sentados en los primeros asientos del autobús. El conductor se salvó casi de milagro, aunque quedó gravemente herido y sufrió la amputación de una pierna.

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Cinco víctimas mortales

Arcadio Suárez, Senén Álvarez, José Emilio Menéndez, Begoña Miranda y Ana Pilar Tuya dejaron de contar sus días en aquel accidente. Cuatro de ellos fallecieron de inmediato y otro de camino al Hospital San Agustín. Era José Emilio Menéndez, propietario del sex-shop El Duende, muy cercano a la estación de autobús de Avilés y hoy desaparecido, que regresaba a casa a comer. Ese era también el caso de Ana Pilar Tuya, que trabajaba en la tienda de cocinas y armarios Asturcón. Senén Álvarez era un jubilado gijonés que se había desplazado a la villa avilesina para hacerse unas pruebas médicas e iba de regreso, y Begoña Miranda viajaba desde Soto del Barco a Gijón para hacerse cargo de su único nieto, que ya nunca la volvió a ver. El de Arcadio Suárez era quizás el caso más singular. Era un amante de los viajes en autobús y acostumbraba a subirse a aquel Alsa en Piedras Blancas solo por placer. Se sentaba siempre, además, en la primera fila, en el mismo asiento. Si estaba ocupado dejaba pasar el autobús y esperaba al siguiente, una costumbre que le costó la vida.

Ahora el Juzgado número 3 de Avilés, encargado del procedimiento, deberá fijar una fecha para el juicio que dirimirá si Omar López fue, efectivamente, el culpable de aquel trágico accidente que sumió a Avilés en un luto institucional y popular y se convirtió en uno de los siniestros más graves de la historia reciente de Asturias.

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