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Mayo de 2019 es un mes marcado en negro en la historia de la Senda del Oso. El día 12 J. M. D., un ciclista de 60 años afincando en Valladolid detuvo su marcha y apoyó el pie en una barandilla que cedió, desequilibrándole ... y provocando una caída de ocho metros en la que perdió la vida. El día 21 un senderista holandés que paseaba junto a su hijo también quiso apoyarse en otra valla de la ruta que no aguantó; sufrió una caída de tres metros que le causó diversos traumatismos.
El Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) acaba de revisar ambos casos, determinando que existe una responsabilidad clara y directa de los ayuntamientos titulares de la ruta en ambos sucesos. Por ello condena a la Mancomunidad Valles del Oso (en trámites de extinción y formada por Proaza, Quirós, Santo Adriano y Teverga) a indemnizar a la mujer e hijos del ciclista fallecido con 256.000 euros. La compensación al senderista que sufrió heridas queda fijada en 22.634 euros. Ambas sentencias admiten recurso ante el Tribunal Supremo y de la responsabilidad patrimonial deberá hacerse cargo la aseguradora de la Mancomunidad, Liberty.
En el pleito por el ciclista fallecido la Sala de lo Contencioso determina que «no resulta tolerable que una senda transitada por numerosas personas, tanto a pie como en bicicleta, y abierta al público como reclamo turístico de los Ayuntamientos que forman la Mancomunidad, y que genere ingresos, aun cuando sean indirecto, en los mismos; tener un vallado de protección en ese estado, máxime en zonas donde se incrementa la situación de riesgo y peligro debido a la altura del desnivel».
Para eludir el pago los abogados de la aseguradora y de la mancomunidad trataron de hacer valer que la senda está al aire libre, puede deteriorarse por las lluvias y defendieron que todo el que la utiliza conoce esos riesgos. Además incidieron en que la valla del suceso carecía de un travesaño, habiendo sido sustituido el mismo por una cinta que, según defendían, ya ejercía como aviso suficiente del riesgo de la estructura. Recordando que la víctima no llevaba casco trataron de sostener que actuó de forma negligente, algo que el TSJA desestima de plano.
«No podemos obviar que el vallado, tal y como está diseñado, cumple dos funciones esenciales, delimitar el borde de la senda y constituir una barrera de protección, que transmite seguridad y confianza a los usuarios», razona. «Por ello, no cabe afirmar (...) que era público y notorio el estado del vallado, y que existía una señalización de peligro por la presencia de una cinta plastificada de advertencia que se situaba, como dice el Agente de la Guardia Civil, a la altura del suelo. La presencia de esta cinta advierte, a lo sumo, de la ausencia de listón en el lugar que ocupa, pero escasa trascendencia tiene a la hora de manifestar el mal estado del resto de los listones de madera que componían el vallado en tal punto», subraya. «Ello exigía la realidad de una señalización específica, situada en un lugar perfectamente visible, que de forma palmaria pusiera de relieve el peligro de apoyarse en la valla, lo que no consta que existiera», recrimina.
En el caso de senderista accidentado semanas después fue llamado a declarar un ingeniero de Montes, en calidad de perito. Según subrayan los magistrados, acreditó que «las medidas existentes en el momento del accidente, tanto de protección como de señalización, para evitar caídas al enorme desnivel sobre el río no eran las adecuadas, debido al deterioro y falta de mantenimiento, con el consiguiente peligro para los usuarios, ya que el vallado en el tramo analizado presentaba mal estado de conservación que impedía la función para la que había sido proyectada y ejecutada, como era la protección frente al riesgo de caída en altura, con lo que añade en sus conclusiones que las medidas adoptadas para evitar el riesgo de caída a distinta altura resultaban totalmente inadecuadas, ya que no garantizaban la seguridad de los usuarios de la Senda del Oso, con el consiguiente peligro y en este caso con el resultado producido».
Lo cierto es que en ambos casos llovió sobre mojado. Las quejas por el mal estado de la Senda del Oso se venían repitiendo sin que las administraciones tomaran cartas en el asunto. Una inspección de la Guardia Civil tras los sucesos llegó a localizar 201 deficiencias de conservación y seguridad y la Fiscalía recriminó que no existiera ni «una gestión programada» ni una adecuada colaboración entre los consistorios y el Principado para cuidar la ruta.
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